Yo estoy muy preocupado por el guionista argentino, el que está escribiendo las cosas que están pasando el país. Me parece que se le fue la mano y lo tenemos que frenar.
Por supuesto, no quiero abundar en todas las cosas que están pasando y que están repitiendo todos los medios todo el tiempo. Pero sí reparar en una pieza única que nos entrega nuestra Argentina.
A mí no me gusta usar estas palabras, pero en medio del escándalo primero se supo que Alberto decía que tenía un «perro de puta» (en relación a la mascota de Fabiola) y también nos enteramos de que Alberto tenía un empleado público, pagado por todos, encargado de quitar los likes que ponía Alberto en las largas noches de whisky y quizás de marihuana, como dijo Fabiola.
Comiendo «pochoclos» mientras el peronismo decadente se hunde y las ratas abandonan el barco
Un estoico hombre tratando de salvar a su presidente, luego de que el mandatario le hubiera puesto like a las chicas en paños menores para iniciar una conversación y después terminar entregando un permiso especial en la pandemia para que lo visiten en Olivos. Esta insólita escena da la pauta de que el guionista está desatado y que tiene que aflojar.
Ni en el mejor de los sueños de debacle del peronismo -y eso que yo he tenido muchos- me podía imaginar semejante tipo de debacle.
En este sentido, también me preocupa Cristina Kirchner. Yo la veo mal, la veo fuera de todo. Ella está, por un lado, tratando de olvidar que fue ella la que nominó con un tuit a Alberto Fernández como presidente; y por otro manda a todos sus militantes y sus sirvientes a que hablen mal de Alberto. Pero Alberto fue su creación.
Nadie en su sano juicio podía imaginar que Alberto Fernández podría haber sido presidente con los antecedentes nefastos que tenía; solo el peronismo produce esta barbaridad.
Y Cristina ahora lidia con eso y con que no le reconocen el intento de asesinato. Es una frustración para ella, tremenda. Yo le quisiera explicar que los intentos de asesinato no tienen mucha relevancia cuando el que quiere asesinar es un loco. Esto ya pasó en distintos momentos de la historia. Al Papa Juan Pablo II un turco lo quiso matar, pero no fue un ataque político ni nada de eso.
Cristina está pidiendo por favor que se reconozca como intento de magnicidio, porque ella siente que esa es su medida. Y no la tiene. Fue un tipo que vendía copitos con un novia un poco loca. Muy lumpen todo. Y encima tenían una pistola vieja de la que no salían las balas.
Cristina pretende instalar casi una guerra civil por el atentado que no fue. Como no lo está logrando, todo es frustración para ella en estos momentos. Incluso dejó abandonada a la legión kirchnerista-feminista porque ahora dice que ella no es feminista. El guionista está haciendo cosas realmente raras.
Lo que yo le recomiendo a Cristina es que salga de esa «depresión post Alberto» y de esa frustración porque no le hicieron un atentado serio, y que vuelva un rato a ser aquella Cristina de los ’90, la Cristina que era menemista, que era cavallista y todo eso.
Es más, ahora lo tenemos al presidente Milei con Yuyito González, un baluarte extraordinario de los 90′.
Cristina tendría que volver a ser aquella Cristina, porque ya no tiene ninguna credibilidad. El otro día fue a declarar a Tribunales y había apenas un poquitito de gente, toda apagada. Debe ser muy triste para ella.
Admito que yo quería ver en el piso a Cristina y a Alberto Fernández, pero ahora entiendo que están demasiado por el piso. Los que somos buenos contrincantes debemos darles una mano.
Alberto puede tener un conchavo como calificador de perros; incluso lo podría hacer desde la prisión, si es que le toca. Y Cristina puede volver a sus andanzas noventistas, un poco más acorde con los tiempos que corren. Lo que hizo en todos estos años se le está viniendo en contra.
(Columna emitida originalmente en el programa «Cristina sin vueltas», conducido por Cristina Pérez en Radio Rivadavia)