Con un tuit llegó, con un tuit empieza a irse, un presidente que nunca pareció asumir del todo, por su propia debilidad, y porque el poder nunca había sido suyo, sino de su gran electora.
La anomalía que Alberto Fernández no pudo salvar, lleva su mismo apellido. La vicepresidenta Fernandez siempre fue más que el presidente Fernandez. Y como gran electora de su espacio, ejerció una presión feroz que terminó de derribar toda resistencia en las últimas horas donde a la cancelación política del mandatario por parte de su propio Frente, se sumó una insoportable inquietud económica.
Alberto Fernández anunció que no será candidato en las elecciones
El asedio había recrudecido estas veinticuatro horas con la amenaza del gobernador Axel Kicillof de desdoblar las elecciones bonaerenses. Si ya Alberto Fernández, había sufrido un vaciamiento de poder, ahora directamente, de presentarse a su reelección, estaría completamente solo, en el principal territorio político de su espacio. Sin tracción de otros candidatos.
Alberto Fernández lo tuvo todo de prestado desde el primer día. La pandemia lo elevó a casi padre de la Patria durante unos meses, pero no supo, no quiso o no pudo capitalizar esa imagen positiva récord en poder político personal y liderazgo que terminó yéndose por el resumidero con la fiesta clandestina de Olivos.
Tampoco pudo sostener el rumbo que él se había trazado para su presidencia. La salida de Martin Guzman fue realmente el principio de fin.
La llegada de Sergio Massa trajo más un presidente de reemplazo que un ministro de Economía, relegando la figura de Fernández a un plano intrascendente. Su agenda era inverosímil y no lograba simular lo obvio: que las grandes decisiones del gobierno pasaban por Massa y que a Massa lo bancaba Cristina.
La sugestiva foto que publicó La Cámpora tras la decisión del presidente
Ya en estos meses se sabía que la candidatura a la reelección era como un respirador para sostener algo de vitalidad política en sus últimos meses, pero debió rendirse en medio del asedio encarnizado, -aunque esa palabra no le guste a la portavoz-, de sus socios.
¿Este fue el precio de la foto con Sergio Massa?
Con las prevenciones de una dinámica que lo devora todo, lo más probable es que Massa sea el candidato que erija Cristina Fernández y en esa línea hay que leer la invitación de la CGT al acto del Día del Trabajador o su agenda de candidato que ya se notaba mucho en estos días.
Es muy curioso, porque difícilmente sea lo lógico que un candidato presidencial salga del timonel de la economía en un país con la inflación y el dólar disparados. ¿Puede superar Massa las presiones devaluatorias que impone la escasez de dólares? ¿Su candidatura aguantaría una devaluación? ¿Por qué creen que él es el mejor candidato en un contexto dramático como el que se vive en la economía?
En un escenario de virtuales tres tercios y si hubiera que enfrentar un oponente como Patricia Bullrich o Milei, creen que el perfil de Massa es el más versátil para seguir atrayendo votantes del medio. A los del núcleo duro espera asegurarlos Cristina como candidata a senadora.
El punto es si en un contexto de mayor agravamiento de la crisis ese cálculo no queda dramáticamente viejo cuando lleguen las PASO, para las que a este ritmo de deterioro, falta una eternidad. Massa ya es el ministro de tres dígitos de inflación.
El mensaje de Alberto Fernandez para bajarse de la candidatura sin decir que se baja de la candidatura manifiesta sus intenciones de asegurar las PASO en el peronismo con competencia entre varios candidatos. Es el último desafio de quien, incapaz de sostener la lapicera, dice que hay que darle la lapicera a cada militante. Llegamos unidos antes de una contienda que se fortalecerá con la competencia.
Hoy nadie cree que la decisión de que haya competencia esté realmente en manos de Alberto Fernández. Quien ciertamente la evalúa, si es que atrae más votos de una base corroída por el desastre económico, es Cristina Fernandez.
Lo otro que el presidente se preocupó de verbalizar, es que él será quien entregue el mando el 10 de diciembre, día en que se cumplan 40 años de democracia.
Aislado por los propios, vaciado de sus principales hombres, con la peor imagen de un presidente desde el regreso de la democracia, le quedó como única meta terminar su mandato. Quedan ocho largos meses.