Por Mariel Fornoni (*)
Si el escenario pre-PASO era de incertidumbre, con la principal oposición dividida por dos estilos de liderazgo, con un candidato del oficialismo como cabeza de una economía en crisis y una opción opositora nueva y emergente, el escenario post-PASO se tornó aún más incierto, y la famosa grieta se ha abierto a un escenario de tres fuerzas.
En la campaña para la elección presidencial de este domingo no han faltado denuncias cruzadas entre espacios, acusaciones de hechos de corrupción expuestos a la luz los últimos días y declaraciones controversiales de parte de los principales referentes.
Por primera vez, tanto el peronismo como Juntos por el Cambio se encuentran en la misma vereda con expectativas de obtener el ticket a la segunda vuelta electoral que los impulse a seguir con vida de cara al futuro.
Pareciera que el escenario clásico de las últimas elecciones, en donde el peronismo, en todas sus formas y Juntos por el Cambio seducían al 80% del electorado, ahora se ve alterado por una tercera fuerza, que ya no aparece como un “peronismo de buenos modales” o un “peronismo federal”, sino como una expresión del liberalismo económico encarnada por un líder carismático y atípico para el prototipo de político argentino de las últimas décadas.
Lograr pisar sobre terreno firme y poder pensar más allá del 22 de octubre en escenario de “tercios” se complejiza al analizar cómo se expresó el electorado en las PASO del pasado 13 de agosto.
Por un lado, Javier Milei logra la victoria de manera sorpresiva, alcanzando cerca del 30% de los votos, que representan unos 7 millones de votos, casi sin estructura ni experiencia política. Por el otro, existe una baja de 7 puntos en la participación electoral con respecto al promedio histórico de participación en las elecciones PASO a presidente; por lo tanto, si se tiene en cuenta que de PASO a elección general el promedio tiende a subir, tenemos un escenario aún más incierto, en donde todos querrán quedarse con esa porción clave del electorado que no se ha expresado.
A esto se le suma un contexto de desinformación, y de cambios en la manera de informarse de la sociedad, con una mayor relevancia de las redes sociales y los medios no tradicionales, con el condimento de la aparición de escándalos que salpican tanto a Unión por la Patria como a Juntos por el Cambio.
Bajo la hipótesis de que el escenario más probable es de un ballotage, en donde ninguno de los candidatos alcance el 45% o el 40% con una diferencia de 10 puntos con el segundo, Javier Milei pareciera esperar cómodo a un rival, tanto Sergio Massa como Patricia Bullrich han esbozado estrategias tendientes a seducir a votantes indecisos o apáticos.
El candidato peronista, bajo su rol de ministro de Economía, ha lanzado un paquete de medidas económicas, tales como la devolución del IVA y la suba de mínimos no imponibles del Impuesto a la Ganancias, entre otros, tendientes a seducir a la clase media, jubilados y trabajadores independientes. Por su parte, Patricia Bullrich se ocupó de mostrar el potencial de su equipo en un posible gobierno, nombrando a la cabeza de su equipo económico a Carlos Melconian o anunciando a Horacio Rodríguez Larreta como futuro jefe de Gabinete, figuras que sin dudas le dan mayor volumen a la propuesta política de la candidata de Juntos por el Cambio.
«Burn»: los candidatos buscan calentar a un electorado frío y ya cansado de las campañas
Es por ello por lo que, al haber mucho en juego, cada espacio parece apostar todo bajo el riesgo de que una derrota los obligará a reorganizarse internamente para seguir siendo una alternativa de representación.
El escenario post electoral supone de este modo, un reacomodamiento de la clase política hacia nuevas ofertas electorales de cara a un contexto de fragilidad económica y social. Un contexto signado por una baja representatividad de la política tradicional y una gran fragmentación social.
Sin duda la Argentina ha llegado en muchas ocasiones a elecciones signadas por crisis económicas pero nunca esa crisis ha coexistido con una crisis política y social de tal dimensión. Es difícil precisar el nuevo rediseño que deparará el nuevo ciclo político que verá nacer la Argentina a partir del próximo año.
(*) Socia directora de Management & Fit