Por Gustavo Sylvestre
La Argentina cumple 40 Años del Retorno de la Democracia. El 30 de octubre de 1983, miles de argentinos y argentinas votábamos por primera vez, dejando atrás los años más oscuros y dramáticos de la Argentina, que habían representado una Dictadura genocida que además había quebrado económicamente al país.
Se pudo hacer en base a la sangre de los héroes de Malvinas, la última jugada de la Dictadura para permanecer en el poder; y por las denuncias cada vez más jugadas de los Organismos Defensores de los Derechos Humanos y de la entonces Multipatidaria.
El triunfo de Raúl Alfonsín en 1983, impensado para muchos, fue una decisión sabia, inteligente y racional de la sociedad argentina, que buscó consolidar un sistema de vida y político basado en la libertad, el derecho a elegir a nuestros gobernantes y el respeto a la Constitución Nacional.
Vale la pena recordar hoy, cuando los argentinos debemos elegir a un nuevo presidente, y frente a opciones peligrosamente negacionistas de nuestro pasado reciente, un párrafo del discurso de Raúl Alfonsín, cuando asumió su cargo, el 10 de diciembre de 1983.
“Vamos a vivir en libertad. De eso, no quepa duda. Como tampoco debe caber duda de que esa libertad va a servir para construir, para crear, para producir, para reclamar justicia -toda la justicia, la de las leyes comunes y la de las leyes sociales- para sostener ideas, para organizarse en defensa de los intereses y los derechos legítimos del pueblo todo y de cada sector en particular. En suma, para vivir mejor; porque, como dijimos muchas veces desde la tribuna política, los argentinos hemos aprendido, a la luz de las trágicas experiencias de los años recientes, que la democracia es un valor aun más alto que el de una mera forma de legitimidad del poder, porque con la democracia no solo se vota, sino que también se come, se educa y se cura”.
Durante todos estos años, nuestro país y las fuerzas democráticas que han gobernado, han respetado como Política de Estado, el NUNCA MÁS a la Dictadura. Las propias Fuerzas Armadas han aprendido la lección de la Historia. Las veces que algún sector de la política o de la justicia intentó retroceder en alguno de estos valores consagrados en la consolidación democrática, la ciudadanía reaccionó.
Frente al balotaje del próximo 19 de noviembre, los argentinos y las argentinas debemos recuperar la conciencia histórica y ciudadana de lo que han significado estos años de consolidación democrática, que no han sido fáciles, y votar en defensa de la Democracia conseguida.
No nos podemos permitir tirar por la borda lo conseguido como sociedad democrática. Y menos que vayan por nuestros derechos.
La Argentina, aún con los problemas de estos años, se acerca a cumplir con un período de crecimiento económico consolidado como hace décadas que no se vivía; y con la nueva matriz energética positiva para nosotros, el desarrollo de la actividad minera, sumados a los sectores de la economía tradicional y las pymes que exportan como nunca antes; tenemos por delante una etapa próspera que deberá volcarse a una redistribución más justa y equitativa, como se ha logrado en períodos recientes, siempre de la mano de gobiernos nacionales y populares.
No se le puede regalar el manejo del país a dirigentes que no han expresado claramente sus ideas, que pretender terminar de un plumazo con nuestro signo monetario y regalar soberanía económica a otro país. Menos, a aquellos que, imbuidos de un profundo odio, han hecho campaña con motosierras o prometiendo aniquilar a adversarios políticos. Necesitamos de la paz social que ha caracterizado nuestra historia reciente. Y necesitamos recrear un nuevo Pacto Democrático que termine con la maldita grieta.
A 40 Años de Democracia, la Argentina no puede dar un paso para atrás. Hay que consolidar el presente y el futuro, con más Democracia.