Este miércoles 15 de noviembre por la mañana se llevó a cabo una nueva edición de las Charlas Newsweek en la Universidad de Palermo, el ciclo de conferencias de Newsweek Argentina y dicha casa de estudios que apuesta a la reflexión y el diálogo sobre las enormes posibilidades que la Argentina tiene para salir adelante y superar sus repetidas crisis.
En esta oportunidad, y a apenas cuatro días de la segunda vuelta electoral entre Sergio Massa y Javier Milei, el título de la jornada fue justamente «La Argentina que viene».
Marcelo Longobardi, Sergio Berensztein y Shila Vilker ofrecieron a los asistentes su visión sobre cómo se llegó a este ballotage, cuáles son las posibilidades de cada candidato y, sobre todo, cómo podrá construir su poder (o no) quien se imponga este domingo en las urnas.
Con la moderación de Silvio Santamarina, editor general de Newsweek Argentina, los ponentes coincidieron en que uno de los grandes marcos sobre los que se puede leer este escenario político es «la locura». La apertura estuvo a cargo de Gabriel Foglia, decano de la Facultad de Negocios UP.
En ese sentido, Vilker, experta en opinión pública, sostuvo que una de las mayores dicotomías del escenario político actual es «locura-cordura», que puede ser leída tanto en términos negativos como positivos. Negativo, porque una parte del electorado califica a Milei literalmente como «un loco» peligroso; y positivo porque otra parte de esa masa de votantes asevera que es probable que «sea un loco», pero que esa locura es necesaria para cambiar la Argentina.
Por su parte, Longobardi recordó que él fue el primero en calificar («o descalificar») a Milei como «un lunático», pero también advirtió que Massa formó su perfil político basándose no en Carlos Menem, sino en Néstor Kirchner, con fuertes «rasgos autoritarios». «Es un autócrata, y eso es muy peligroso también», enfatizó, y agregó: «Lo definiría como un gángster».
Berensztein, en tanto, coincidió en esas lecturas, pero matizó que «no se trata de un invento argentino», sino que «el mundo está realmente loco». Y no solo por la crisis política en EEUU, Brasil u otras que enfrentaron disyuntivas similares (por Trump y Bolsonaro), sino también porque el mundo está en «una guerra alocada, como vimos el 7 de octubre en Israel».
(Artículo en desarrollo)