Un 15 de abril de 1953, hace 71 años, se llevó a cabo un acto en Plaza de Mayo con el objetivo de apoyar al Gobierno de Juan Domingo Perón en un contexto en el que el dinero no alcanzaba y hacía dos años que los salarios estaban congelados.
Esa tarde, Perón salió al balcón de la Casa Rosada. Se cantó el Himno Nacional y la Marcha Peronista.
En su discurso, el entonces mandatario arremetió contra los comerciantes por los precios. «Hace pocos días dije al pueblo, desde esta misma casa, que era menester que nos pusiéramos a trabajar conscientemente para derribar las causas de la inquietud creada a raíz de la especulación, de la explotación del agio por los malos comerciantes», manifestó y afirmó: «En esto, compañeros, ha habido siempre bajos mirajes producidos por los intereses».
El jefe de Estado había estado hablando durante una hora y cuarto, cuando una explosión y una humareda se hicieron presentes en la Plaza: una bomba había estallado en el bar del hotel Mayo de Hipólito Yrigoyen 420, el cual estaban reparando.
Fue ahí cuando Perón sostuvo: «Compañeros, estos, los mismos que hacen circular los rumores todos los días, parece que hoy se han sentido más rumorosos, queriéndonos colocar una bomba».
Luego, tuvo lugar la segunda explosión, esta vez en la boca del subte de la línea A. «Creo que, según se puede ir observando, vamos a tener que volver a la época de andar con el alambre de fardo en el bolsillo», advirtió el presidente.
La gente, que estaba en Plaza de Mayo, empezó a gritar: «¡leña, leña!», el mandatario recogió esta expresión y les dijo: «Esto de dar la leña que ustedes me aconsejan, ¿por qué no empiezan ustedes a darla?»
Llegó el tercer explosivo, este fue en el Banco Nación, pero no llegó a estallar.
«Señores, aunque parezca ingenuo que yo haga el último llamado a los opositores, para que en vez de poner bombas se pongan a trabajar en favor de la República, a pesar de las bombas, a pesar de los rumores, si algún día demuestran que sirven para algo, si algún día demuestran que pueden trabajar en algo útil para la República, les vamos a perdonar todas las hechas», concluyó Perón.
Como consecuencia de los ataques, cinco personas murieron: Osvaldo Mouche, Salvador Manes, León Roumeaux, Mario Pérez y Santa D’Amico y 93 resultaron heridas, de las cuales una perdió la vida.