Las caras de los militantes kirchneristas en la Plaza de Mayo, que llevaban horas bajo la lluvia para escuchar a Cristina Fernández de Kirchner finalmente decir algo sobre la posible fórmula electoral del peronismo, lo decían todo.
Rostros expectantes y silencio en los minutos finales, y el reiterado grito “una más y no jodemos más” se convirtieron en decepción una vez finalizado el discurso. Cristina no dijo nada concreto sobre este punto.
Acompañada en el enorme escenario por sus principales aliados, entre los que se destacaron su familia (Máximo, su esposa, sus hijos y Alicia), Axel Kicillof (quien estuvo en cámara casi todo el tiempo), Wado de Pedro y Sergio Massa, al frente pero algo marginado por el director de cámaras.
En casi una hora de discurso, la vicepresidenta convocó a la militancia a combatir la campaña de desinformación que, de acuerdo a su visión, se está llevando adelante respecto a las causas de la actual crisis económica. Y pidió movilizarse para convencer a los votantes de cara a los comicios.
De manera sorprendente, la exmandataria ensayó una defensa del Gobierno de Alberto Fernández, aunque en comparación a la de su sucesor: “Todos saben las diferencias que he tenido y que tengo, porque las dije un 20 de diciembre en La Plata. Dije que iba a haber crecimiento, pero ojo, porque ese crecimiento se lo podían llevar cuatro vivos. Y eso es lo que pasó. Con equivocaciones y diferencias, este gobierno es infinitamente mejor que el que hubiera hecho Mauricio Macri”.
El motivo del encuentro era celebrar los 20 años de la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia, el 25 de mayo de 2003, luego de que Carlos Menem decidiera no competir en la segunda vuelta. Y por eso el eje de su discurso estuvo puesto en los logros obtenidos durante el mandato de su fallecido esposo y los dos suyos.
Como en todos sus últimos discursos, recordó que Néstor llegó a la presidencia con el 22% de los votos, en una clara referencia al escenario de tercios electorales actual, luego de la crisis de 2001.
“En estos tiempos en los que se habla tanto en contra del Estado, quiero contarles que cuando él llegó, después de la crisis de 2001, era así de chiquitito. Pero la deuda externa que habían dejado era así de grande”, sostuvo y detalló el estado de las empresas privatizadas que, en definitiva, eran sostenidas por los fondos públicos (Aerolíneas Argentinas, YPF, Aguas Argentinas, las ASFJP). Y añadió que se había producido una “falsa dolarización”, a partir de la estatización de la deuda privada en los ´80 y ´90.
“Fuimos los kukas los que pagamos los depósitos a plazo fijo con el Boden 12. Es el bono que se le entregó a cada uno por los dólares y pesos con los que ellos se quedaron, y cuando los fueron a buscar en 2001 no estaban. Los pagamos los kukas. Néstor pagó tres cuotas y yo cinco. Anoten, genios de la economía, nosotros pagamos la de ustedes”, exclamó.
Como se señalaba, Massa estaba en primera fila del estrado, pero Cristina no lo criticó, al menos de manera directa, aunque sí deslizó algunos lineamientos conceptuales, de cara a un programa peronista para un eventual próximo gobierno. Primero dijo que “no podemos depender de que llueva o salga el sol”, en referencia a las expectativas de Massa y otros sectores sobre la sequía, el agro y también sobre las materias primas y otros productos fruto de la extracción, como el petróleo, el gas o el litio.
Kicillof, Máximo, Wado De Pedro y Massa, al lado de Cristina (Foto: NA)
Por caso, señaló que algunos dirigentes estaban celebrando que Bolivia haya nacionalizado el litio e imponga condiciones, porque eso beneficiaría a la Argentina. Pero la vicepresidenta los reprendió: “¡Qué vocación de colonia que tienen, hermano! No podemos volver a ser Potosí. Ponete en la cabeza a Malasia o a Corea, pero no a Potosí”.
La gente coreaba cada vez mas fuerte “Cristina presidenta” y “una más y no jodemos más”, pero la expresidenta solo sonreía y no hacía ningún gesto. Hubo un momento de gran expectativa cuando recordó la plaza llena el 9 de diciembre de 2015, antes de entregar el poder a Macri. “Tampoco puedo olvidar la plaza de la calabaza, el 9 de diciembre de 2019, cuando nos despedimos, pero no para siempre. No me despedí. Recuerdo ese día con mucho amor”, dijo, pero tampoco anunció su candidatura o la de alguien más, mientras las cámaras mostraban a la gente esperando un anuncio que no sucedería.
También retomó sus críticas a la Corte Suprema, a la que esta vez tildó de “mamarracho” y de “indigna”, y pidió a todos los partidos unirse para establecer un tribunal “digno”, sean del signo que sean los jueces que lo integren. Y propuso una reforma constitucional para que los jueces de la Corte sean también elegidos por el pueblo o tengan algún mecanismo de rendición de cuentas ante la sociedad (vale aclarar que hoy sí lo tienen, y es el juicio político por parte del Congreso).
Finalmente, pidió un acto de unidad nacional para abandonar el acuerdo con el FMI y trazar un plan propio de la Argentina, que le permita crecer. “Como decía Néstor, los muertos no pagan”, advirtió, y añadió: “Si no logramos que ese programa que impone el FMI a todos sus deudores sea dejado de lado, y no nos permiten desarrollar un programa propio, va a ser imposible salir adelante. Fue un préstamos político, y política tiene que ser también la solución. En todo caso, que lo aten a un porcentaje de exportaciones”.
Al concluir el discurso, hubo una ovación, pero resultó imposible disimular el malestar de muchos militantes, que gesticulaban abriendo los brazos, ni tampoco de algunos dirigentes, quienes trataron de bajar el tono y explicar que en verdad Cristina estaba exponiendo sus ejes para un programa de Gobierno, un mensaje para los demás espacios dentro del peronismo que pudieran dudar de su poder de convocatoria.
