Hace apenas unos días, Eduardo Amadeo -importante dirigente del PRO, exdiputado, exembajador en los EEUU, exvicejefe de Gabinete y exsecretario de Desarrollo Social durante la crisis de 2002- publicó un artículo en el diario Clarín en el que se refería a la necesidad de Javier Milei de estrechar canales de diálogo. Se refería muy puntualmente a la relación con la Iglesia y con el Papa Francisco, pero el tema es mucho más profundo y abarcativo todavía.
¿Tiene Milei una verdadera vocación de diálogo? ¿Es posible construir algún tipo de consenso para sacar al país de su profunda y extensa crisis? ¿Cuál debe ser el rol de la oposición? ¿Y el del PRO? ¿Cuánto puede resistir la gente una política de ajuste que parece no tener fin por el momento? ¿Cuándo se podría ver una “luz al final del túnel”? Estas y otras preguntas son las que Amadeo analiza y responde en esta entrevista exclusiva con Newsweek Argentina.
Usted escribió recientemente un artículo en el que señalaba que era posible encontrar puntos en común entre Javier Milei y el Papa Francisco, más allá de sus evidentes diferencia respecto al concepto de “justicia social”. ¿Cree que es posible un diálogo real y productivo?
– Mi argumento es que yo entiendo que a Milei la idea de la “justicia social” le haga ruido, porque en la Argentina durante mucho tiempo ha sido usada como una excusa. Ha habido acciones muy nobles en nombre de la justicia social, pero también ha habido otras muy innobles: muchos robos, y además las peores políticas económicas del peronismo han sido usadas bajo esa excusa. Entonces, el Papa tiene razón en preocuparse por la justicia social; y el Gobierno argentino tiene razón en rechazar la idea peronista de la justicia social. Pero mi artículo plantea que hay que sentarse a conversar, porque hay muchas cosas importantes para la gente en las que la Iglesia y el Gobierno pueden coincidir. Las iglesias, y no solamente la católica, tienen mucha actividad social en la Argentina. Hay mucho para trabajar en conjunto, para imaginar soluciones a los problemas de los niños, de los jóvenes, la situación de las madres, lo que pasa en los barrios. La Iglesia tiene mucha experiencia en esto y, por lo tanto, es importante que se abran espacios de diálogo. Por el bien de la gente.
Luego de las fuertes palabras de Milei para con el Papa, Francisco tomó la decisión de invitarlo y de abrir un canal de diálogo. Pero hoy no parece claro que el presidente sea propenso a conversar y, de hecho, esto se ha puesto en discusión por opositores y aliados, incluso cuando llama a una mesa para firmar el Pacto de Mayo.
– Yo creo que lo más importante del discurso del viernes pasado es que Milei mostró que tiene necesidad de diálogo. Para lograr los objetivos de cambio que la sociedad masivamente acompaña, es necesario algún diálogo. En ese sentido, Milei es una rara avis de la política, porque él marca fuertemente la cancha antes de sentarse a conversar. Es un estilo de hacer política; también hay otros estilos. Por eso digo que lo más importante de su discurso fue cuando dijo “para la siguiente etapa, de estabilidad, de crecimiento, yo necesito dialogar”. Ahora van a seguir algunos cruces y diferencias en el Congreso, pero por lo menos Milei abrió una puerta que hasta el viernes no existía. Y eso me parece valioso.
Este estilo de Milei que señala, ¿no rompe también lazos que luego son muy difíciles de reconstruir? ¿No genera desconfianza o incluso encono en quienes bien podrían ser sus aliados?
– Siempre se pueden subsanar. Sobre todo porque los actores lo necesitan. Milei necesita dar previsibilidad a su gobierno; y los gobernadores también, porque están con problemas operativos importantes, problemas fiscales. Los dirigentes de los partidos políticos también, ya que nadie quiere un caos. Por lo tanto, para todos es importante dialogar. Hay quienes no quieren dialogar por razones ideológicas, como la izquierda, el peronismo, el kirchnerismo. Pero hay un amplio espectro que se manifestó en los números de la votación de noviembre, y que muestra la necesidad del diálogo. Vamos a ver idas y vueltas cotidianas, porque Milei tiene un estilo no habitual en la política, no se calla nada. Pero la necesidad existe y él lo reconoció; y los gobernadores también. Y eso es lo bueno.
Usted tiene experiencia en las relaciones diplomáticas internacionales. ¿Este “estilo” de Milei puede afectar los vínculos exteriores del país, que no son tan fáciles de reconstituir como podría suceder con los adversarios nacionales?
– Milei puso en las referencias a otros líderes y modelos una fuerte carga ideológica, inclusive diciendo que el Estado no tiene que intervenir en las relaciones comerciales, siendo duros con los países “comunistas”. Pero la Argentina tiene la necesidad de abrirse al mundo y conectarse con él, porque esa conexión con el mundo va a sostener el crecimiento de Milei. La Argentina va a crecer más, si exporta más. Y más aún si recibe inversiones de todo tipo. Por eso, Milei no va a retroceder con Venezuela ni con los países que eran socios del kirchnerismo. Se trata de tomar mucho café con los países. Las buenas relaciones son una necesidad de Milei para sostener el crecimiento.
Para que Milei pudiera en estos casi tres meses avanzar en su programa nacional e internacional, el PRO parece haber sido un actor clave. ¿Usted lo entiende de esa manera?
– El PRO tiene una actitud prudente. Algunos miembros, como Patricia Bullrich y Luis Petri están muy jugados y con buenos resultados, porque el presidente los acepta y los aplaude. Otros, como Mauricio y muchos más, van con cuidado, con prudencia, porque hay que tener mucho cuidado de no meterse excesivamente en la casa del otro, digamos. Nosotros no podemos salir a marcarle línea a Milei. Pero, por ejemplo, nuestros diputados votaron en bloque en la cámara las propuestas de Milei. O sea que nosotros, con prudencia, para que Milei no sienta que lo estamos invadiendo, pero también aportando ideas, estamos con él. Del otro lado está el desastre, está el kirchnerismo. Y nosotros no queremos volver a ninguno de los dos.
Estas diferencias internas que señala, ¿pueden poner en riesgo la integridad del PRO?
– Yo creo que no, porque los principales responsables en este momento, que son Patricia y Mauricio están totalmente decididos a acompañar. De vuelta: Patricia tiene una actitud más activa, porque está adentro del Gobierno, y eso le permite conversar mucho. Va a las reuniones de Gabinete, habla con los ministros. Y Mauricio está afuera, pero se ha expresado cada vez que fue necesario. Además, está haciendo una tarea muy sostenida de hablar con los gobernadores y los militantes. Quién va a la oficina de Mauricio en la Avenida del Libertador encuentra todo el tiempo en la antesala a gente del interior y de la Provincia de Buenos Aires. Y él los recibe; esa es su contribución. Les explica mucho, porque la gente necesita información. Los principales actores del PRO están jugados en esta patriada.
¿Macri puede ser un ordenador del PRO en un contexto de disputas internas y de elecciones partidarias?
– Totalmente. Mauricio va a se presidente porque Patricia, que ganó las elecciones primarias el año pasado lo acompaña, y porque tiene el respeto de todo el mundo. Patricia no puede ser presidenta porque es ministra, pero Mauricio sí. Además, Mauricio y el PRO tienen muy buenos equipos de intelectuales que pueden ayudar al Gobierno a pensar. Está muy bueno el proceso democrático interno del PRO y va a ser muy útil para ayudar al Gobierno.
¿Es significa pensar una estrategia conjunta entre el PRO y La Libertad Avanza para las legislativas de 2025?
– Veremos… Esto recién empieza. Todavía es muy temprano para eso. Lo que nosotros tenemos claro es que no podemos perder la oportunidad de salvar a la Argentina. Todos los números demuestran que el país ha llegado al fondo del pozo en crecimiento, estabilidad, educación, inversión, pobreza. Pero todavía puede ser peor ese fondo. Aunque sea una palabra antigua, yo creo que hay que aplicar el concepto de patriotismo. Acá hay que jugarse, porque la alternativa es el desastre o el kirchnerismo, que también es una forma de desastre. No podemos desaprovechar esta oportunidad, y para eso hay que ayudarlo a Milei.
En otro momento complejo para el país, después de 2001, le tocó ser secretario de Desarrollo. ¿Cómo ve el impacto del ajuste de Milei sobre los sectores más vulnerables, en las familias?
– La situación es gravísima por dos razones. La primera es la acumulación de pobreza, lo que los intelectuales llaman “cronificación” de la pobreza, es decir que no es una pobreza por perder el trabajo, sino que viene de generaciones. Esto es lo más perverso del kirchnerismo, que ha permitido y contribuido a que esta pobreza se profundice.
Hay generaciones que no han podido tener un trabajo en blanco, en las que los chicos no saben leer ni escribir. La herencia del kirchnerismo es espantosa, la peor de la historia. Y a esto hay que agregarle que, con el ajuste que se está realizando, esa pobreza aumenta.
Pero el segundo problema es que los dispositivos gubernamentales para ayudar a la pobreza son perversos. Fíjense ustedes que la ministra Pettovello en este momento se tiene que ocupar de desarmar todas las estructuras que sirvieron para robar y para no ayudar a la gente. Es un problema muy complicado. Por un lado, la ministra tiene que mantener la alimentación de la gente; por otro, desarmar estructuras corruptas que hay adentro del sistema; por otro, ver cómo manejar el tema de los movimientos sociales. Yo le digo…, la verdad que admiro a esta mujer, porque hace todo eso al mismo tiempo. El camino que ella está planteando es bueno: ordenar, limpiar y darle más a los que necesitan.
¿Y qué pasa con la paciencia de la gente? ¿Cuándo será posible vislumbrar “una luz al final del túnel”?
– No es fácil comparar tiempos. Yo tuve una actuación muy central en la crisis de 2002. Yo era vicejefe de Gabinete y parte estrechísima del equipo de Remes Lenicov (y después de Lavagna), y no es fácil comprar un tiempo con el otro. Pero nosotros ya para abril o principios de mayo ya empezamos a ver la luz al final del camino. La economía se fue ordenando y ya en julio estamos con una perspectiva de crecimiento. ¿Por qué cuento esto? Para demostrar que no es imposible.. si uno sostiene las medidas económicas. En nuestro caso habíamos empezado al revés de Milei. Nosotros empezamos por el acuerdo político. Milei, en cambio, lanzó sus medidas y busca el acuerdo político después. Pero lo positivo es que tiene ese acuerdo político en la agenda. Y eso, personalmente, me hace ser más optimista. En síntesis, yo creo que “se puede”, como dicen por ahí las canciones. “Sí, se puede”.