Por Gabriel Michi
Las denuncias de Fabiola Yañez contra Alberto Fernández por “violencia de género” trajeron al tapete los problemas que sufrieron las esposas de los presidentes. La Quinta de Olivos como telón de fondo.
Hay luces. Y hay muchas sombras. En la Argentina la figura de las “primeras damas” –aunque hubo también un “primer caballero”, Néstor Kirchner- estuvo casi siempre signada por un perfil protocolar, casi ceremonial, de acompañamiento a quien presidía el país. Algunos dirán, una figura “decorativa”. Aunque, claro, hay excepciones: Eva Duarte, por ejemplo, tuvo su propio rol central junto a Juan Domingo Perón. Sin embargo, la gran mayoría mantuvo una postura de simples partenaires, sin demasiada participación política.
Muchas parejas no la pasaron nada bien y sufrieron ese aislamiento del poder conyugal. Los últimos episodios conocidos –con denuncias de violencia de género incluidas- fueron los protagonizados por Fabiola Yañez y el expresidente Alberto Fernández.
Matrimonios y algo más: historias de amor, familia y política
Pero no son los únicos, aunque sí quizás el más grave. Muchas de esas historias de encuentros y desencuentros se escribieron en medio de una confidencialidad sepulcral en el interior de la Quinta de Olivos. En esas 30 hectáreas -a apenas 3,5 kilómetros al norte de la Ciudad de Buenos Aires- se esbozaron gran parte de los dramas de la “primeras damas”. Algunos explotaron en público. Otros que se mantuvieron en secreto absoluto. En medio de una profunda” soledad sentida por muchas mujeres que acompañaron a presidentes en el siglo XX, en clara subordinación física y psicológica”, describe a Newsweek Argentina la periodista Cynthia Ottaviano, autora del libro “Secretos de alcobas presidenciales” (Ed. Norma).
En la casona de Olivos, que fuera cedida al Estado argentino por el millonario Carlos Villate a comienzos del Siglo XX, vivieron un total de 16 familias presidenciales en los últimos 60 años. Y hubo un solo mandatario que murió en sus instalaciones: el propio Juan Domingo Perón, el 1° de julio de 1974.
En cuanto a las esposas y parejas que transitaron los días en el poder desde que volvió la democracia en 1983, la primera fue la mujer de Raúl Alfonsín, María Lorenza Barreneche, a la que llamaban “la pueblerina” por sus costumbres sencillas traídas de Chascomús, el pueblo bonaerense donde conoció –en los corsos del carnaval- a quien fue luego presidente de la Nación. Pese a que por años se dijo que Don Raúl y Doña Lorenza estaban separados, convivieron en ese espacio durante toda la Presidencia. Lorenza nunca disfrutó Olivos: se dedicó a cuidar a hijos y nietos, pero sufrió la pérdida de su intimidad y sentirse “inútil”, ya que “no podía hacer nada: cocinaban por ella, lavaban por ella, planchaban por ella” cuenta Ottaviano en su libro.
En 1989 sería el turno del matrimonio de Carlos Menem y Zulema Yoma. Pero todo terminó en uno de los mayores escándalos de la historia del lugar, con el desalojo de la mujer y sus hijos –Carlos Junior y Zulemita- ordenado por su marido e instrumentado por el brigadier Andrés Antonietti. Ese 12 de junio de 1990 –habiendo pasado un año de gestión- Menem firmó el decreto 1.026 para tener el poder de desalojarlos.
Y así fue, entre forcejeos y gritos, en medio de un maremoto de cámaras y micrófonos que replicaron esa imagen en todo el mundo. «La Presidencia no es un bien ganancial», dijo en su momento Menem para justificar su polémica decisión de echar a su familia de la residencia de Olivos, tras las críticas de la mujer a sus funcionarios y a su gestión. Ni Zulema ni Zulemita –quien ofició de “primera dama” de hecho por mucho tiempo- quisieron recordar aquellos dolorosos momentos ante la consulta de Newsweek Argentina. Llevaría años recomponer la relación entre Zulema y Carlos.
En diciembre de 1999 se instalaría en Olivos el matrimonio de Fernando De la Rúa e Inés Pertiné. La mujer vivió el peor momento con la crisis en diciembre de 2001: “Temieron terminar ajusticiados como los Ceucescu –exdictadores rumanos- pero en la Plaza de Mayo”, según cuenta un hombre de extrema confianza de ambos.
La “primera dama” se recluyó en Olivos y planificó una mudanza secreta en medio de la noche por si asaltaban esa fortaleza. Así lo cuenta la periodista Soledad Vallejos, autora del libro “Olivos: La intimidad jamás contada de la política argentina”.
A Hilda “Chiche” González no le gustó demasiado tener que instalarse en Olivos con su esposo el entonces presidente Eduardo Duhalde. Chiche, como persona que siempre estuvo involucrada en la política –tal como demostró con “Las Manzaneras”- estaba curtida para el lugar que le tocaba. Sin embargo, la crisis que atravesaba el país los agobiaba. Al punto que, tiempo después, el propio Duhalde confesó: “Empecé a alucinar, veía un río adentro de Olivos y le preguntaba a ‘Chiche’ hasta que ella me agarró la mano y me mostró que no estaba el río». Su mujer fue clave para rescatarlo. Pero la pasaron muy mal.
En 2003 el poder recaería en otro matrimonio político: Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Ambos, de fuerte carácter, debieron cambiar la seguridad de Olivos ya que vivieron varios episodios preocupantes. Por ejemplo, en octubre de 2004 un intruso trepó los muros perimetrales y pasó toda la noche dentro de la Quinta sin que la seguridad los detecte. Pese a eso, en aquellas épocas era común que el entonces presidente se escabullera de la custodia, escondido en la parte de atrás de un auto de un amigo para recorrer las calles y así medir el clima social e incluso ver las obras públicas para comprobar si avanzaban. Cuando regresaba, solía recibir alguna reprimenda de CFK pero ella entendía ese apasionamiento por ser también del mismo palo.
Ambos solían tener fuertes discusiones, vinculadas a cuestiones políticas y a ciertas
amistades de Néstor que Cristina no terminaba de digerir. Sin embargo, la sociedad política nunca crujió y ambos se abroquelaban espalda contra espalda cuando los acosaban sus enemigos.
Luego, a fines de 2016, llegaría el turno de Mauricio Macri y su esposa Juliana Awada y – como ocurrió con otros “inquilinos” de Olivos- modificaron la Quinta a su gusto. Pero no se hicieron públicas desavenencias del matrimonio. Al contrario, las revistas del corazón sólo le dedicaron páginas elogiosas a la “primera dama” con su gusto particular por la huerta que supo armar en un sector del predio. Macri fue el primer presidente que llegó al poder con un par de divorcios en su haber, así como Alfonsín fue el mandatario que impulsó la ley que lo habilitó y Menem el primero en usarla en su conflictiva separación de Zulema.
Por su parte, Alberto Fernández fue el primer presidente en llegar al poder –en 2019- con una mujer con la que no estaba casado: Fabiola Yañez.
En su estadía sobrevino la pandemia de COVID 19 y la polémica foto en Olivos en el festejo del cumpleaños de la “primera dama” mientras toda la sociedad permanecía encerrada. Esa imagen fue un antes y un después en el gobierno albertista y también en la relación de la pareja que se sumergió en una crisis sin igual.
La llegada de Javier Milei también tuvo sus particularidades: se instaló en Olivos con su hermana Karina. El libertario asumió estando en pareja con la actriz e imitadora Fátima Flórez. Luego se produjo la ruptura entre ambos. Y, ahora, apareció en escena otra mediática figura a su lado: la ex vedette y conductora de TV, Amalia “Yuyito” González. Esa relación recién comienza pero promete agregarle más capítulos a esta novela.
Cinthya Ottaviano recuerda que cuando hizo su libro «Secretos de Alcobas Presidenciales», descubrió que “nadie supo que el presidente Bartolomé Mitre, fundador además del diario La Nación, cometió actos de corrupción al otorgarle sueldos a Domingo Faustino Sarmiento por trabajos que nunca realizó para que él pudiera pagar ‘cuotas alimentarias’ a Benita Martinez Pastoriza, su mujer oficial, primera en la historia en iniciar una demanda de estas características a un presidente. Mitre dejó por escrito la maniobra, así como por el contrario censuró palabras de su mujer, Delfina Vedia”. Ottaviano señala que en aquella riñas se escuchaban “gritos ensordecedores”, y que incluso hubo “esculturas de mármol estalladas contra el piso por Mitre a la vista de empleados, cuartos separados y reproches narrados por ella quedaron como huellas del maltrato”, algo que la mayoría de los ciudadanos desconocían.
Como se ve, los casos de las pesadillas de las “primeras damas” se extendieron en el tiempo hasta llegar a este presente donde la Argentina se ve escandalizada con la situación vivida por Fabiola Yañez y las acusaciones contra Alberto Fernández. En palabras de Ottaviano, “las historias de ‘primeras damas’ rodeadas de maltratos, silenciados durante décadas o siglos, fueron el destino escrito por muchas parejas presidenciales, si es que pueden considerarse como tales. De Mitre a Fernández, de Delfina a Fabiola, puede verse un arco dramático de 160 años de distancia, pero con cercanía a un sistema patriarcal presidencial, bajo la figura de ‘primera dama’, con honrosas excepciones”. En medio de luces. Y de muchas sombras.