Por Gabriel Michi
Excéntricos. Disruptivos. Antisociables. Provocativos. Bulliyneados. Solitarios. Soberbios. Creativos. Ególatras. Histriónicos. Avasallantes. Intolerantes. Todas esas características y muchas otras comparten uno de los hombres más ricos del mundo, ElonMusk, y el actual presidente de la Argentina, Javier Milei. Y ambos ejercen una seducción mutua quizás por ese inusual juego de espejos. Tuvieron infancias muy difíciles y sufrieron abusos de sus entornos. Musk en su Sudáfrica natal. Milei en Buenos Aires. Y hoy se miran con recíproca admiración y detentan poder –distinto, claro- uno en su corporación económica que le ha dado la tercera fortuna del planeta, y el otro como presidente de un país de 46 millones de habitantes. El primero con sus sueños de conquistar el Espacio y ser el empresario más exitoso. El segundo con el sueño de crear un nuevo país libertario y de ser reconocido por todo el mundo.
Javier Milei utiliza fervorosamente la red social “X” –ex Twitter- para comunicar sus posiciones personales. Lo hacía antes de llegar a la Casa Rosada y lo hace ahora en forma constante: cada día pasa horas y horas poniendo likes, retuiteando mensajes de fans o publicando posteos muy provocativos en los que elogia su propia gestión o incluso a sí mismo o donde descalifica a sus adversarios. Y Musk, el dueño de esa red social, hace lo mismo.
Milei tuvo su foto con Elon Musk: de qué hablaron el presidente y el magnate en la sede Tesla
Fue justamente en ese escenario virtual donde se “conocieron”. A partir de un encuentro de Milei con el periodista estadounidense de ultraderecha, Tucker Carlson, en plena campaña electoral. Carlson, un gran defensor mediático del ex presidente Donald Trump, describió al libertario como «el enemigo del Washington Post» y lo presentó como el probable «próximo presidente de la Argentina”. Acto seguido, un entusiasmado Elon Musk respondió en Twitter: «Sería un gran cambio”. Y, ni lento ni perezoso, Milei aprovechó la oportunidad y contestó en inglés: «¡Ambos son más que bienvenidos a venir a Argentina el próximo año si tenemos éxito!». Pero no eran tiempos para jugarse del todo, pareciera, porque tras esta invitación, Musk eliminó su posteo original.
Cuando finalmente Milei le ganó el ballotage a Sergio Massa, el dueño de Tesla tuiteó: «A la Argentina le espera la prosperidad por delante». Tanta generosidad del hombre con una fortuna cercana a los 200.000 millones de dólares, tuvo su premio. Cuando el libertario asumió la Presidencia, utilizó la cadena nacional para anunciar el DNU 70/23 donde planteaba cambios de raíz en múltiples aspectos de Argentina. Y fue allí que habló del mercado de las telecomunicaciones y mencionó la posibilidad de que la empresa Starlink –del propio Musk- pudiera desembarcar en el país para brindar su servicio de Internet satelital. Nunca había ocurrido que en una cadena nacional se nombre a un beneficiario particular de determinada medida.
Luego siguieron una serie de intercambios elogiosos, hasta que finalmente se conocieron en persona. Fue cuando el presidente Milei visitó a su idolatrado empresario en la sede de Tesla, en Texas. Las fotos y videos mostraban a los dos hombres saludándose efusivamente y recorriendo las instalaciones del lugar, con sus pulgares en alza. Luego del encuentro, Musktuiteó alentando a invertir en Argentina. Sin embargo, él no hizo ninguna promesa al respecto.
Newsweek Argentina quiso conocer la mirada de distintas personalidades ligadas a las relaciones internacionales de Argentina. Y, en ese sentido, Jorge Faurie, ex canciller del gobierno de Mauricio Macri y actual embajador en Chile, expresó: “el presidente Milei ha abierto canales de diálogo con muchos grandes empresarios globales, ElonMusk entre ellos. Argentina necesita inversiones que le garanticen un crecimiento a largo plazo, en particular de empresas sofisticadas de alta tecnología. No debe resultar extraño que el presidente de mi país haya respondido a la invitación del señor Musk a desplazarse a Estados Unidos y conocer in situ sus iniciativas”.
Por su parte, Diego Guelar -ex embajador argentino ante China (gobierno de Macri), Estados Unidos (Eduardo Duhalde y Carlos Menem), Brasil y la Unión Europea (Carlos Menem)- consideró que es una “buena señal” ese acercamiento de Milei a Musk. Aunque señaló, irónicamente, “quizás lo que el presidente le tendría que haber sugerido a ElonMusk, es que al menos se compre un departamento de dos ambientes en Palermo”, haciendo referencia a la falta de promesas de inversión por parte del magnate. “Musk habla de que hay que invertir en la Argentina y él no invierte un peso. Espero que lo haga”.
Guelar no encuentra parecidos entre Milei y Musk. “Sólo se parecen cuando ElonMusk lo copia y levanta los dos dedos pulgares… No más que eso. No sé por qué tendrían que ser parecidos. Tienen otro rol, otra responsabilidad. Entre otras cosas porque la mayor estructura productiva de ElonMusk está en China”, marcando allí otra diferencia entre ambos ya que Milei-en campaña- había señalado que no haría “negocios con comunistas”, siendo que esa potencia es el segundo socio comercial de Argentina.
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Por otro lado, la diputada radical Karina Banfi –integrante de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara baja- subrayó: “Más allá de personalidades que pueden tener similitudes y diferencias, el cambio de época que la sociedad planteó cuando decidió apoyar en un 56% a Javier Milei en el ballotage, supone claramente una necesidad de resolver la economía argentina”. Y allí apoyó la necesidad de inversiones: “En el sector de la industria tecnológica y la economía del conocimiento, Argentina tiene un buen plafón para crecer y puede ser una oportunidad. Creo entonces que el vínculo central entre Musk y Milei es estratégico para ambos. Veremos si puede ser aprovechado.”
La diputada Margarita Stolbizer (GEN), que también integra la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara baja, sostuvo: “Los parecidos que ambos tienen es que son antisistema, excéntricos y muy egocéntricos. De alguna manera, ambos son exitosos, aun cuando Milei todavía es una persona que está a prueba”.
En tanto, el ex canciller Santiago Cafiero (durante el gobierno de Alberto Fernández), manifestó a Newsweek que el vínculo entre Musk y Milei “es una relación que convive en la atmósfera de las redes sociales, aún no ha habido nada concreto para nuestro país. Ni anuncios específicos sobre inversiones o desarrollos”.
AMIGOS Y ENEMIGOS
La fotografía con Elon Musk es apenas una síntesis –muy simbólica, por cierto- de qué tipo de relaciones internacionales viene cosechando Javier Milei: vínculos muy estrechos con personajes antisistema, outsiders o reaccionarios, y una enemistad manifiesta con los poderes y partidos institucionalmente establecidos. Algo así como “la casta del mundo”. O al menos “la casta” en el extraño mundo de Milei. Y, lo viene haciendo con una agenda donde aparecen grandes interrogantes, por ejemplo, acerca de qué hará con el tema de la soberanía sobre las Islas Malvinas (central en la política exterior de todos los gobiernos criollos), y donde ya se dejó atrás la prometedora –y trabajada- posibilidad de ingresar a los BRICS y votó en contra –junto a EE.UU., Israel y otros seis países- de la incorporación del Estado palestino a la ONU.
En esa aventura internacional, Milei ya conquistó también el aval de grupos financieros de EEUU –relacionados con los fondos golondrinas o, incluso, “buitres”-. Así se vio, por ejemplo, en el encuentro que mantuvo en el Instituto Misler. Pero también recolectó un apoyo en particular (o algo parecido): el de su admirado Donald Trump, el ex presidente que, con un discurso nuevamente disruptivo y provocador, aspira volver a la Casa Blanca. Milei logró abrazarse con él y sacarse una foto –de manera tan entusiasta que parecía un fan- en un encuentro durante una Convención conservadora en Maryland.
El eje de sus relacionamientos internacionales también se vio expuesto en cuáles fueron los destinos de los frecuentes viajes que el presidente decidió encarar desde que asumió y que -para sus detractores e incluso algunos aliados- tienen mucho más de pulsiones personales que de construcciones institucionales para el país. “Le interesa más ser un líder internacional, un rockstar libertario, que jefe de Estado”, acusan funcionarios históricos del staff profesional de carrera de la Cancillería.
Milei se convirtió en el presidente argentino que más veces viajó en sus primeros seis meses de gobierno: sólo hasta comienzos de mayo ya había recorrido más de 102.000 kilómetros, es decir, el equivalente a más de dos vueltas al mundo. Cuando finalice junio, ya habrá concretado 8 giras y más de un mes fuera del país que gobierna. Pero lo más llamativo es que no sólo no visitó ninguna nación de la región –además de viajar sólo a un puñado de provincias argentinas- sino que casi no mantuvo ningún encuentro con los jefe de Estado de los lugares a donde arribó (salvo Benjamin Netanyahu en Israel, GiorgiaMeloni en Italia y el Papa Francisco en el Vaticano, a quien tuvo que pedirle disculpas por sus agravios previos).
En algunos casos Milei fue más allá e incluso se reunió con opositores de los gobiernos locales o bien sólo se limitó a recibir premios y distinciones de organizaciones hasta religiosas. De las ocho giras que ya tendrá en junio, cinco habrán sido a Estados Unidos, lo que demuestra su predilección con la principal potencia del planeta. Aunque en ningún caso se reunió con el presidente Joe Biden.
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En el grupo de los “amigos” de Milei hay que inscribir también al jefe del partido ultraderechista Vox, Santiago Abascal, que fue el anfitrión de una cumbre con diferentes referentes de ese posicionamiento extremo, reunión que el propio presidente argentino utilizó para echar más leña al fuego en la relación con España y, en particular, para atacar al presidente del gobierno Pedro Sánchez y hasta a su esposa Begoña Gómez. La escalada verbal –que comenzó con underrape del ministro de Transporte español, Óscar Puente, que llegó a sugerir que Milei “consumía sustancias”- creció tanto que el gobierno de Sánchez decidió retirar a su embajadora en Buenos Aires, una medida sin precedentes y que habla de una crisis diplomática nunca vista.
En la lista de los que le caen bien a Milei figuran el también ultraderechista presidente húngaro Víctor Orban (que estuvo en la asunción presidencial); la primera ministra italiana, GiorgiaMeloni; el expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro; el presidente de El Salvador, NayibBukele; y el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyhu, país con el que el libertario mantiene una particular inclinación en su conversión al judaísmo y al que le ha prometido el traslado de la Embajada argentina a Jerusalén, algo contrario a las recomendaciones de la ONU y a contramano de casi todas las naciones del planeta.
En esa particular visión del mundo que tiene Javier Milei, no sólo se ha peleado con el gobierno español, sino que lo ha hecho con Brasil, principal socio comercial de Argentina, tras tachara su presidente Luiz Inácio “Lula” Da Silva como “comunista y corrupto” y afirmar que no se reuniría con él. También aseguró que no haría negocios con la “China comunista”, segundo socio comercial del país. Y descalificó al presidente de Colombia, Gustavo Petro, al que acusó de “terrorista y asesino”. Además atacó a Andrés Manuel López Obrador, el presidente de México, al que describió como “ignorante”. Eso por nombrar sólo algunos ejemplos.
En muchos casos, Milei apuntó que los contrincantes fueron los primeros en agredirlo y él sólo respondió. Pero parece difícil construir buenas relaciones internacionales de esa manera, sin ninguna diplomacia. A pesar de que después vaya la canciller Diana Mondino –quien también tuvo frases o actos desafortunados- a intentar desescalar e reencauzar los vínculos.
Para José Octavio Bordón, exembajador en Estados Unidos (en los gobiernos de Néstor Kirchner y comienzos de Cristina Fernández) y en Chile (en el de Mauricio Macri), la política exterior del gobierno de Milei “es muy novedosa y con pocos precedentes en las diversas estrategias internacionales de la Argentina. Se autodenomina como un ‘libertario’, ‘un anarco liberal’. En consecuencia, con fuertes diferencias con las democracias liberales capitalistas, con las socialdemocracias y con las democracias cristianas o algunas democracias conservadoras.
Se identifica plenamente con Occidente pero considera que la mayoría de sus dirigencias actuales han perdido liderazgo y olvidado sus principios llevando a la decadencia” a sus países. Y agregó Bordón: “sus enemigos acérrimos son los gobiernos de izquierda en los engloba desde regímenes autoritarios marxistas hasta nuevas variantes de la izquierda más contemporánea”. El ex candidato presidencial remarca que: “Es llamativo que a diferencia de la tradición argentina no ha visitado a ninguno de países vecinos y amigos con los que Argentina tiene lazos históricos y de integración, en distintos niveles, como son Brasil, Chile, Uruguay, Paraguay y Bolivia”.
En tanto, el excanciller del macrismo, Jorge Faurie, consideró que “el Gobierno busca fortalecer las relaciones de la Argentina con Occidente y reforzar la presencia en espacios y foros que había desatendido en los últimos años”. Y allí situó “el acercamiento a los Estados Unidos y al resto de las naciones occidentales, acercamiento que no soslaya la pertenencia de mi país a la región latinoamericana, en especial, la vinculación con países como Chile y Brasil, socios regionales muy relevantes”. Pese a las críticas que recibió el presidente por el maltrato a la relación con China, Faurie cree que el gobierno “tampoco desconoce la creciente importancia que Asia y China tienen para nuestra economía. Y agregó: “La nueva administración renovó, asimismo, la solicitud de ingreso de Argentina a la OCDE y se hizo presente en todos los ámbitos en los que debía anunciarse la ‘buena nueva’ de la reforma económica argentina y que se habían abandonado en los últimos años, como el Foro de Davos”.
En tanto, Carlos Ruckauf, ex vicepresidente de Carlos Menem y ex canciller de Eduardo Duhalde, señaló a Newsweek Argentina que “en la ‘Guerra Fría’ del siglo XXI, el lugar de socio que detenta China estaba ocupado, en la región, por Brasil. Beijing acepta pocos pares. No es el caso de Perú o Venezuela donde actúa parecido a lo hecho en Congo o Myanmar. Durante los ‘K’ nuestro rol fue colonial. Pero ahora Milei se coloca del lado de EE.UU, el G7 e Israel. Argentina está en un lugar clave dado que 2048 termina el Tratado Antártico. Tenemos riquezas naturales apetecibles como gas, petróleo, litio, agua, tierras raras y gran capacidad de producción de alimentos. (El ex presidente sudafricano) Nelson Mandela decía que ‘si tienes lo que el mundo quiere, negócialo bien o prepárate para defenderlo”.
Distinta es la mirada que tiene Diego Guelar, quien durante la entrevista de Newsweek Argentina calificó varias veces como “inconsistente” la política exterior del gobierno de Milei. Si bien coincide en el rumbo económico que ha encarado, cree que eso no viene bien acompañado por las relaciones internacionales que se han planteado.
Para Guelar “hay un esquema simplista de alineación con Estados Unidos. Lo consistente sería que nosotros somos Occidente, no que estamos alineados, porque la alineación indica una actitud individual que mañana otro presidente puede cambiar. Entonces, no tiene consistencia. Ser Occidente, no sentirse”. Y ahondó: “ser occidental es reconocer la pluralidad política e ideológica que tiene Occidente. Occidente es el socialismo, el capitalismo, el cristianismo, el conservadurismo. Es la única cultura que contempla una concepción muy integral, diversa, a veces contradictoria, pero esa es la característica occidental y eso es Occidente. Él (Milei) plantea un dato ideológico rígido que no es occidental”.
Por otro lado, Margarita Stolbizer, argumentó: “es bastante difícil encontrarle un sentido definido a la política exterior del gobierno, más allá de lo que podría ser un alineamiento explícito, pero que no es con los Estados Unidos, es más bien con la ultraderecha trumpista”. Por eso no cree que pueda considerarse un “alineamiento geopolítico”.
Sin embargo, lo que nota la legisladora es que Milei recurre también en este plano a “una sobreactuación, como en muchas cuestiones”. Y enumera en eso las visitas a Israel y el Vaticano, el provocador discurso se Milei en Davos “mezcla de infantilismo y soberbia”, la distinción del ‘Embajador de la luz’ en Miami (por un grupo religioso), o la participación en la cumbre de Vox en España, entre muchas otras. Y agregó: “Cuando él viaja a Estados Unidos a participar de la convención partidaria de Trump, o como un fan de Musk, eso no es bien visto porque él es un presidente, no es un militante político, y no concurre con una visita oficial, sino que se reúne con sectores, organizaciones o partidos políticos en cuestiones absolutamente sectoriales o sectarias. Eso no es una política exterior”.
Karina Banfi expresó a Newsweek Argentina: “La inexperiencia política que pregona este gobierno es un déficit a la hora de pensar la política exterior. Es cierto que salvo en el período de Cambiemos, durante los 16 años del kirchnerismo, las relaciones con otros países construyó una idea de amigo/enemigo muy nociva para las inversiones y crecimiento de nuestro país, por lo tanto los antecedentes no ayudan”.
Banfi completó: “Será parte de la experiencia acumulada por este gobierno en el ejercicio de lo político, comprender el valor institucional que tiene la diplomacia para las relaciones pacíficas y de buenos negocios con países que sean estratégicos para la Argentina más allá de posiciones partidarias como venían siendo hasta ahora con el último gobierno”.
Por su parte, Santiago Cafiero, apuntó: “la política exterior de Milei es anacrónica, opera sobre un contexto que dejó de existir hace más de cuarenta años. No existe la filosofía libertaria para las relaciones exteriores ya que no existen países libertarios, sino sociedades dañadas y gobiernos que privilegian el escándalo, la escenificación y segregación, a la búsqueda de soluciones realistas basadas en la cooperación y el respeto”. Y sentenció: “El mundo transita el declive de la hegemonía occidental protagonizada por Estados Unidos postguerra fría, a la competencia de China, que aún no logra erigirse en hegemónica; este interregno dispone un nuevo orden en sí mismo”.
Frente a esa realidad, Cafiero sostuvo que “el Sur Global y, en particular, Sudamérica, debe tener una estrategia autónoma de vínculos estratégicos con ambos bloques. Las oportunidades de nuestro país son inmensas por sus capacidades técnicas y por sus recursos naturales; ese debe ser el camino a recorrer, dejar atrás los agravios y construir una agenda de desarrollo en conjunto con nuestros vecinos”.
Para Stolbizer, “es preocupante observar el enfoque negativo hacia los líderes de los países vecinos por parte del nuevo gobierno argentino. Esta actitud hostil hacia figuras presidenciales de Brasil, Chile y Colombia podría obstaculizar la capacidad de Argentina para construir relaciones positivas y cooperativas en la región. En un momento en que la estabilidad y la integración regional son más importantes que nunca, esta postura confrontativa podría alienar a socios clave y socavar los esfuerzos de Argentina para promover la paz y el desarrollo en América Latina”.
CONTRADIPLOMACIA
En el extraño mundo de Javier Milei no pareciera existir la frase “No Coments”, tan común en el acervo diplomático cuando no se quieren dar definiciones sobre temas conflictivos. Cuando hay una tensión que enfrenta al gobierno argentino con otra nación u otro presidente, el libertario redobla la apuesta hasta cortar la cuerda. Como pasó con España, segundo inversor en Argentina después de los Estados Unidos. Pero no sólo eso sorprende y descoloca al universo de la diplomacia y las Relaciones Exteriores.
Hay algo mucho más confrontativo y disruptivo: que el primer mandatario de un país visite otro y no se reúna con las autoridades locales y sí lo haga con quienes se oponen a ellas, tal como ocurrió con EE.UU. y el encuentro con Trump, y con España y el Congreso de Vox. Esa “contradiplomacia” mileísta –más basada en sus intereses y gustos personales- es un foco de problemas para el propio gobierno, su Cancillería y, lo peor, para la Argentina toda.
Según el excanciller Jorge Faurie, “Argentina busca profundizar su relación con las democracias de todo el mundo, más allá de las preferencias o del color político de cada mandatario. En un contexto democrático, es normal que se tengan relaciones con todo el arco partidario, sin que se deba temer que un presidente tome contacto con un líder opositor; siempre teniendo en cuenta, obviamente, que la vinculación primordial es con los Estados y con sus autoridades”. Posición que es compartida por Carlos Ruckauf: “En el mundo, el espacio del nacionalismo político que ve la economía desde la óptica liberal está tomando nuevas dimensiones. Allí se ubica Milei y lo hace asumiendo un rol de ‘guerrero cultural’. Es un rol político no diplomático”.
Europa se endurece para superar su crisis interna y el fracaso de la agenda globalista
En tanto, para Diego Guelar, esa agenda de relacionamiento con personas y sectores que no son las autoridades constituidas en cada país, formaparte de las “inconsistencias” de la política exterior del gobierno de Milei y de la Cancillería que conduce “esa señora cordobesa de la que no recuerdo el nombre”, es decir, Diana Mondino. “Eso, sin lugar a dudas, es confundir identidades personales con la responsabilidad como jefe de Estado. Yendo a España, al primero que tiene que visitar es al jefe de Estado. Sin lugar a dudas. Después puede ir -a mí no me parece conveniente- a un acto de Vox. Hoy ocurre que hay, en Occidente, familias políticas. Los socialistas, los demócratas cristianos, los socialdemócratas, los conservadores. Hay familias políticas, muy interpretadas por el Parlamento Europeo. Se agrupan en familias políticas. Eso puede ocurrir. Pero el dato central, es que, siendo jefe de Estado, la relación primordial es con los jefes de Estado; eso está por encima del gusto personal”. También incluye lo que tiene que ver con las declaraciones vía redes sociales: “el Twitter del Presidente no es personal. Todos los presidentes usan Twitter como forma hoy de expresión de comunicación pública. Sientan posiciones que tiene institucionalidad”.
Según el ex canciller Santiago Cafiero, “a la participación en foros políticos o al turismo religioso no se lo puede llamar ‘diplomacia’, sino más bien, ‘turismo’. Los presidentes se reúnen con presidentes, trabajan sobre agendas de cooperación en las agendas de discusión global, transición energética, cambio climático, agendas de género, seguridad internacional, etcétera. Y, luego, los viajes internacionales sirven para explorar nuevos mercados de exportación, o atraer inversiones estratégicas”, algo que -según el hoy vicepresidente de la Comisión de RR.EE. de Diputados- no estaría ocurriendo.
Para la radical Karina Banfi, “el gobierno transita un proceso de instalación en torno a un núcleo duro conservador mundial. El propio presidente de la Nación se autopercibe líder mundial de una expresión minoritaria y ruidosa que va ganando terreno en algunos países de Europa. El planteo es cuánto atravesará estas posiciones a la agenda internacional de su gobierno. Hasta ahora la canciller hace equilibrio entre la agenda que le plantea el Ministerio de Economía para atraer inversores y la agenda personal del presidente haciéndose amigo de expresiones conservadoras y opositoras en países que son estratégicos para la Argentina”.
Margarita Stolbizer explicó que “hay una contradiplomacia incluso hacia su propio gobierno; sin ir más lejos, Mondino sigue peleando por el ingreso argentino a la OCDE, obtiene buenas noticias y este hombre (Milei) se reúne con los ultranacionalistas, con los antieuropeos… Va en contra de su propio gobierno y no sé cómo hace Mondino para sostenerlo, más allá de las bestialidades de la propia Mondino, que siendo la representante de la política exterior, también es bastante difícil encontrarle el sentido a lo que hace. Argentina tiene una buena diplomacia (de carrera), sin embargo, no es tenida en cuenta. Creo que le falta mucha pericia a la política exterior del gobierno de Milei”.
Así se va construyendo el universo paralelo de la diplomacia en la “Era Milei”. Con alianzas y alabanzas particulares, y con insultos y distancias preocupantes. Un gobierno con un extraño devenir en sus relaciones internacionales donde se pelea con sus socios y aliados históricos y lleva las discusiones a temas personales. Tan personales que sólo parecen nutrirse de los intereses del presidente que se siente “el mayor defensor de la libertad” sobre la Tierra. Un presidente con su propia agenda. Sus propias prioridades. Su propia “contradiplomacia”. Su propio mundo. El extraño mundo de Javier Milei.