Un reciente estudio de Giacobbe & Asociados muestra cómo se encuentra configurado el panorama político en la Argentina a través de la percepción pública de los principales dirigentes.
El desafío del peronismo.
Los referentes peronistas más destacados —Cristina Kirchner, Axel Kicillof, Guillermo Moreno y Juan Grabois— enfrentan un panorama crítico. La encuesta ubica a estos dirigentes entre los políticos con peor valoración.
Encabezando este listado está el exsecretario de Comercio Guillermo Moreno, quien acumula un rechazo del 70,2% y apenas un 6,8% de aprobación. Siguiendo de cerca, la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner presenta un 66,6% de imagen negativa y un 21,4% de positiva.
El gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, y el dirigente social Juan Grabois comparten un 63,6% de rechazo, mientras que su aceptación ronda apenas el 24%. Estas cifras evidencian una situación desventajosa del electorado hacia las figuras peronistas, lo que parece profundizar la crisis de representación del espacio político.
En un contexto de alto rechazo hacia la oposición peronista, el presidente Javier Milei destaca con un 50,4% de imagen positiva y un 38% de negativa, consolidándose como una figura que genera esperanza en amplios sectores de la población.
Las palabras más asociadas a su figura en el estudio revelan tanto admiración como controversia. Términos como “loco”, “honesto”, “genio”, “valiente” y “demente” predominan en el mapa conceptual relacionado con el mandatario.
Una de las preguntas fue qué emoción describe mejor la situación actual de la Argentina. La respuesta mayoritaria fue: «esperanza».
La imagen del entorno de Milei.
El estudio también evaluó la percepción del gabinete presidencial y otros actores cercanos al presidente. Entre los ministros mejor valorados se encuentran Patricia Bullrich, Manuel Adorni, Guillermo Francos, Luis Petri y Sandra Pettovello, todos con imágenes positivas que superan el 40%.
Sin embargo, no todo son números positivos dentro del espacio libertario. La vicepresidenta Victoria Villarruel, quien en algún momento superó en aprobación al propio presidente, ha sufrido una significativa caída en su imagen. Actualmente, su aprobación se sitúa en un 29,6%, mientras que el rechazo alcanza el 40%.
El caso de Karina Milei, hermana del presidente y figura clave dentro del armado libertario, resulta igualmente llamativo. Su imagen positiva ronda apenas el 30%, mientras que el rechazo asciende al 43,5%.
Por otro lado, el expresidente Mauricio Macri, mantiene una baja aprobación del 25,3% y un rechazo del 53,2%, lo que lo posiciona como uno de los actores políticos con menos apoyo en la actualidad.
Cabe destacar que en un tweet reciente, el expresidente le contestó a Milei tras el pedido de presentarse juntos en las próximas elecciones: “Querido Javier. Desde el PRO siempre vamos a estar del lado de los que trabajan para terminar con el populismo, la demagogia y la falta de transparencia. En definitiva, para que el kirchnerismo nunca más vuelva a gobernar el país o alguna de las 24 provincias argentinas. Es por eso que estamos dispuestos a conformar un equipo de trabajo conjuntamente con quien vos dispongas, para defender los logros obtenidos y también avanzar en una agenda profunda de cambios y transformaciones que la Argentina aún necesita. Nuestras convicciones y coherencia la planteamos tanto en el balotage del 2023 como en el acompañamiento legislativo a lo largo de todo el 2024. Estoy seguro de que este año que comienza podemos representar juntos las banderas del cambio, la libertad y las instituciones”.
El análisis de los datos proporcionados por Giacobbe evidencia un escenario político polarizado y con marcadas asimetrías en la opinión pública. Mientras el peronismo enfrenta niveles alarmantes de rechazo, el liderazgo de Javier Milei se consolida con una imagen que genera tanto esperanza como controversia.
En este contexto, el desafío para los principales actores políticos, oficialistas y opositores, será reconectar con un electorado cada vez más crítico, en un año en el que las elecciones legislativas podrían redefinir los equilibrios de poder en Argentina.