Por Gabriel Michi
El Gobierno de Milei echó más funcionarios en poco tiempo que cualquier otra gestión: uno cada cuatro días. Radiografía de los despidos.
“Fired!!! You are Fired!!!” gritaba el expresidente de los EEUU Donald Trump en su show televisivo “The Apprentice” cuando despedía a algún participante que competía por un trabajo en su emporio. Esa frase hoy la repite un mandatario que admira a Trump. Es la amenaza que se ha vuelto recurrente, casi un “leitmotiv”, en tiempos de Javier Milei. Una y otra vez.
Milei es el presidente que más rápido echó a un ministro desde la vuelta de la democracia
La diferencia radica en que los destinatarios son funcionarios que él mismo designó. Un fenómeno con una dimensión como nunca se vio durante ningún Gobierno. La sangría de funcionarios desde que el libertario asumió el 10 de diciembre es algo inédito. Sólo en 8 meses de gestión ya expulsó alrededor de 60 altos funcionarios con rango de subsecretarios para arriba –uno cada 4 días-, eso sin contar a otros con menor poder ni a los asesores “ad honorem”. Con esos elevaría el número a casi 90.
El primero había sido el secretario de Medios, Eduardo Roust, que duró sólo 6 días en el cargo. Luego la catarata de despidos no tendría fin.
Dentro de esa diáspora de alrededor de 230 días, en julio hubo un par de episodios que captaron la atención pública, por diferentes razones. Dos estuvieron relacionadas con el Consejo de Asesores del Presidente. Tras algunas advertencias públicas por la marcha económica, previo escarnio a través de los trolls e influencers libertarios, fueron echados el empresario “Teddy” Karagozian y el economista Fausto Spotorno del Consejo ad honorem.
El otro caso tuvo ribetes insólitos: fue la eyección del subsecretario de Deportes, Julio Garro, por osar exigir una disculpa pública del capitán de la Selección argentina, Lionel Messi, por el video de Enzo Fernández que se viralizó y que tenía contenido racista hacia sus pares franceses. Garro quiso desmentir lo que había dicho al aire en una radio pero un ejército de libertarios lo sacudió por las redes sociales, escribiendo el prólogo de su salida.
Ahora bien, sin duda el caso más fuerte de los expulsados fue –por su cargo y por su cercanía histórica con Milei- el de Nicolás Posse. Al jefe de Gabinete lo terminaron echando después de que se instalara la sospecha de haber usado la Agencia Federal de Inteligencia para espiar a miembros de su propio Gobierno. Con él cayeron varias personas de su confianza, como Silvestre Sívori, titular de la AFI.
Además, hubo dos hechos que le pegaron bajo la línea de flotación al Gobierno, por representar una gran contradicción con su discurso. Uno fue cuando se descubrió que el Presidente se había aumentado su sueldo pese a haber criticado lo mismo de los legisladores. En esa ocasión, Milei despidió por los medios al secretario de Trabajo, Omar Yasín, que nada había tenido que ver con el decreto del “salariazo” presidencial.
El otro hecho, el más grave, fue cuando se descubrió que en galpones se estaban pudriendo toneladas de alimentos para los sectores más vulnerables y que el Gobierno no distribuía. El caso impactó de lleno en el Ministerio de Capital Humano que conduce Sandra Pettovello, una mujer de extrema confianza del Presidente. En medio de un escándalo, echaron a Pablo de la Torre, que estaba al frente de la Secretaría de Niñez y Familia y lo acusaron de corrupción.
El otro caso donde se extendió la sospecha de algún ilícito llevó a la expulsión del secretario de Seguridad, Vicente Ventura Barreiro, número dos de Patricia Bullrich en el Ministerio. Lo acusaron de haber intentado interferir en un proceso licitatorio de la comida para el Servicio Penitenciario Federal.
El politólogo Pablo Javier Salinas, que viene haciendo un seguimiento detallado de cada dimisión a través de su cuenta en X, encontró que el 29% de las renuncias/expulsiones fueron del Ministerio de Capital Humano, el 24% de Economía, el 13% de Jefatura de Gabinete, el 7% de Salud y el 5% de Justicia. Áreas muy sensibles y donde se juegan todo tipo de disputas de poder. Las desconfianzas, internas, intereses cruzados pero sobre todo la intolerancia parecen ser un común denominador en el Gobierno libertario. Un Gobierno con un Presidente que no duda en gritar “Fired!!!”.
EN PIE DE GUERRA
En la lógica de despidos masivos por parte de Javier Milei hay alguien que quedó a salvo: la vicepresidenta Victoria Villarruel. No porque no estén enfrentados. Todo lo contrario. Sino porque simplemente desde lo institucional no puede echarla porque ella fue electa en la fórmula presidencial junto a él y no fue designada a dedo como lo son los cargos del resto del Poder Ejecutivo.
Sin embargo el vínculo entre el Presidente y la Vice hoy atraviesa uno de los peores momentos. Y se ve potenciado por la pésima relación que Villarruel mantiene con “El Jefe”, es decir, la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei. La temida hermana del Jefe de Estado ya había tenido varios enfrentamientos con la titular del Senado. Pero las diferencias se expusieron en carne viva a partir del escándalo por el video de la Selección en el que lanzan insultos raciales contra sus pares franceses.
Villarruel se puso del lado de los jugadores y puso en X un tuit en el que defendió a la Argentina como una nación soberana y acusó a Francia de ser un país colonialista. Eso generó que la propia Karina Milei deba ir a la Embajada del país galo a pedir disculpas ya que su hermano estaba invitado a la inauguración de los Juegos Olímpicos de París y tiene en agenda una reunión con el Presidente francés Emmanuel Macron.
Fue un capítulo más de unas relaciones muy complejas que se agravan entre las desconfianzas mutuas, la intolerancia a las críticas y los intereses cruzados que han potenciado los despidos en el Gobierno, algo para lo que Villarruel está blindada. Pese a estar en pie de guerra.