Por Gabriel Michi
Fotos: Mariano Sánchez-NA
El jefe de Gabinete confía en que el Presidente va a ser reelegido. En una nota exclusiva con Newsweek Argentina el funcionario con más experiencia política habla de los momentos complejos que enfrentaron y explica por qué ahora sienten que el clima cambió. Las elecciones legislativas, el acuerdo con el PRO y los radicales, los desafíos en el Congreso, el “triángulo de hierro” y la polarización con CFK. ¿Cuáles son las perspectivas para el 2025?
Guillermo Francos es el hombre con más experiencia política en el Gobierno de Javier Milei. Su lugar como jefe de Gabinete (antes ministro de Interior) es clave en la gestión, pero también en el diálogo y la articulación con otros sectores, ya sean legisladores, gobernadores o referentes de los distintos espacios.
A veces esa tarea se vuelve cuesta arriba tanto por la resistencia de los opositores como porque el mandatario tensa la cuerda demasiado con sus diatribas contra ellos. Y es allí donde Francos debe desplegar su expertise en la negociación.
En su despacho en la Casa Rosada, le dijo a Newsweek Argentina que este primer año de gestión tuvo “una intensidad difícil de imaginarse previamente”. Señaló que sabían que sobrevendrían “períodos muy duros en los que el pueblo argentino iba a sufrir circunstancias muy complejas”. Y que el propio Milei se los había anticipado. Pero que el líder libertario tenía en claro “cuál era el norte, cuál era el objetivo hacia donde teníamos que ir y que, si persistíamos en eso, el resultado iba a ser muy positivo para el país”. “Y eso es lo que vivimos hoy, con una estabilización macroeconómica que fue generando mejores condiciones. Recibimos un país al borde del caos”.
Hoy Francos cree que este es el mejor momento del Gobierno desde que asumió, aunque hubo un tiempo –alrededor del mes de agosto- que parecía que todo se volvía irremontable. “No se vencía el piso de la inflación, hubo algunas complicaciones que intentaron ponernos desde la oposición en el Congreso y los mercados se asustaron. Fue un momento complejo y difícil, pero que lo sorteamos con la convicción del Presidente”. Y allí apunta a los “triunfos” legislativos: las leyes que sacaron y las que bloquearon.
¿Cómo imagina 2025?
– Me lo imagino con un año de enormes oportunidades económicas para la Argentina. Yo creo que en virtud de todo lo que sembramos en legislación en nuestro primer año de gobierno, los resultados ya se están viendo ahora.
¿Qué cree que va a pasar con las elecciones legislativas? ¿Va a haber una unión con el PRO?
– Son elecciones de medio término. Las decisiones se toman más avanzado el período electoral. Porque uno ahí tiene que ver cómo está la propia fuerza, cómo están los eventuales aliados, qué aporta cada uno. Lo que se va a discutir, en definitiva, siempre son candidaturas y cómo se arman las listas. Sí tengo en claro que con el PRO en particular -y tal vez con un sector de radicalismo- hay chances de armar algo. Porque es cierto que tenemos un electorado común. El presidente ha generado un nivel de adhesión personal y de liderazgo muy importante. A esto se le ha sumado también lo que hemos padecido en el Congreso, y la gente tiene muy claro que el presidente Milei necesita más fuerza parlamentaria propia.
No tengo duda que vamos a tener un apoyo grande como La Libertad Avanza. Y si podemos integrar eso con el PRO y con el sector de radicalismo que está más próximo a nosotros, incluso con algunas fuerzas provinciales y desprendimientos del peronismo, me parece que podemos obtener un resultado electoral muy importante en 2025. Un resultado que nos permita encarar una cantidad mayor de reformas a las que venimos llevando adelante hasta hoy.
¿Ya hay conversaciones al respecto?
– Hay conversaciones, pero ninguna todavía muy definitiva. Estamos muy lejos todavía del momento decisivo. Además, vamos a experimentar un cambio muy importante con la boleta única de papel. Ya no hay estructuras locales que puedan generar un impacto en la elección nacional. Acá se trata de liderazgos nacionales.
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¿El Gobierno eligió polarizar con Cristina Kirchner?
– No sé si eso puede llamarse como una estrategia del Gobierno. Es algo que se ha ido dando naturalmente. El Gobierno percibe políticamente que no hay en la oposición figuras que se impongan. Apareció nuevamente la figura de Cristina Kirchner liderando una parte del peronismo, no todo. Y al Gobierno no le viene mal confrontar un modelo viejo con una propuesta nueva. Sobre todo si esa propuesta al momento de la elección está mostrando cómo se pudo salir de una crisis a la que el modelo viejo lo llevó.
Usted tiene que negociar con gobernadores, legisladores y distintos sectores. ¿Se hace difícil esa tarea teniendo en cuenta que muchas veces el presidente va directo a la confrontación?
– El presidente se expresa con mucha convicción y tiene esa personalidad y verba disruptiva, distinta, muy honesta. Él dice lo que piensa. A veces con esa posición choca contra la política establecida porque es muy conservadora. Y en este tránsito hemos tenido momentos más complejos, más difíciles, porque también hemos sido agredidos políticamente. Pero eso no hizo que el presidente cambie de actitud.
¿Comparte esa forma de hacer política?
– Yo creo que el país estaba, después de 40 años de democracia, atascado en la política. No íbamos ni para atrás ni para adelante. Económicamente cada vez íbamos peor y como sociedad no avanzábamos. Nos quedamos inmersos en disputas inconsistentes. Hasta que apareció la disrupción de Milei, que la sociedad compró rápidamente, porque la sociedad estaba esperando un cambio. Entonces, para mí, no tiene tanta relevancia si uno está o no de acuerdo con las formas que utiliza el presidente, sino el impacto que eso ha tenido en la sociedad argentina cuando llegó a ser electo y a tener esta credibilidad que tiene todavía. Con el sustento que tiene hoy el presidente es bastante inusual, y más en una situación económica como la que ha vivido la Argentina en este período.
Pero se empiezan a ver los resultados positivos del esfuerzo de los primeros meses. Ni hablar de lo que significa el impacto del presidente Milei a nivel internacional. Cambió la relación entre Argentina y el mundo. De pronto, el presidente de nuestro país se convirtió en una especie de figura internacional que aboga por las ideas de la libertad a fondo y por el rol del Estado pequeño que no interfiera con la actividad privada. Y eso cautivó al mundo.
Pero ha habido algunas posiciones internacionales de Argentina que han generado mucha polémica, como la votación en soledad en la ONU contra determinadas cuestiones vinculadas al género ¿No hay un peligro de un aislamiento del país frente a un dogmatismo ideológico muy fuerte?
– Yo no lo creo. El presidente maneja eso con mucha convicción, pero también con mucha inteligencia. Basta ver su participación en el G20 donde todos estaban esperando a ver cuál era la posición de Milei. El presidente fue marcando internacionalmente sus posiciones y, cuando llegó el momento, acompañó los documentos señalando claramente las disidencias que tenía la Argentina sin romper el consenso general, pero marcando su posición.
¿Cómo se imagina su futuro político?
– Me imagino acompañando al presidente Milei en este proceso de transformación política de la Argentina y teniendo en cuenta, por supuesto, la altura de la vida en la que estoy. Es lógico que venga un recambio generacional. Estamos planteando un cambio muy importante en la Argentina que es seguido por muchos jóvenes y tal vez esa sea una de nuestras ventajas competitivas en lo electoral.
¿Imagina a Milei yendo por la reelección?
– Yo me lo imagino. Así está previsto en la Constitución Nacional y ningún presidente que tenga éxito va a dejar en un primer período cuando puede seguir avanzando en su proceso transformador. Yo lo veo al presidente ante la posibilidad de un segundo mandato. Hablar ahora de eso tiene algo de utopía, porque uno no sabe cómo va a terminar. Pero tengo el convencimiento de que todo va a ir muy bien. Entonces me lo imagino a Milei con una posibilidad electoral enorme en 2027.
¿Existe esa famosa trilogía del poder integrada por Javier Milei, Karina Milei y Santiago Caputo?
– Lo ha dicho el presidente, el “triángulo de hierro”. Así que es real. Son sus personas de máxima confianza.
¿Y cómo es su diálogo con ese triángulo?
– Tengo un muy buen diálogo. Uno puede tener diferentes puntos de vista en algunos temas, pero eso no quita que no pertenezcamos todos a un mismo gobierno y todos en el Gabinete tiramos para el mismo lado. Es un gabinete con muy buena onda entre sí. No hay competencia. No veo absolutamente ningún problema en poder coexistir con las diferencias que podamos tener, hasta incluso con el propio presidente. Uno no tiene por qué coincidir con él en todo, pero es el presidente y uno integra su equipo. Hay temas en los que uno no puede coincidir con él, con el “triángulo de hierro” o con otro de los ministros, pero estamos ahí y tratamos de ayudar en todo.