Este 17 de octubre, Día de la Lealtad peronista, encuentra al movimiento creado por Juan Domingo Perón envuelto en una de sus peores crisis. El fracaso de la gestión de Alberto Fernández y Cristina Kirchner y la fuerte fragmentación interna de las últimas décadas, sumados a profundos cambios sociales y a un creciente descontento de la población con la política en general, llevaron al partido al borde del colapso.
En un mes, el 17 de noviembre, se llevarán a cabo las elecciones internas para definir nuevas autoridades tras la escandalosa salida de Alberto Fernández, en medio de causas por corrupción y violencia de género. Quien se imponga, tendrá la tarea de reconstruir al PJ y guiarlo hacia unas aceptables elecciones legislativas en 2025. ¿Es esto posible? ¿Cómo puede recomponerse este movimiento que parece crujir a la vista de todos, para regocijo del oficialismo de Javier Milei?
Para analizar este escenario, Newsweek Argentina conversó con Juan Manuel Abal Medina, miembro de una estirpe justicialista y protagonista de los gobiernos kirchneristas. Fue jefe de Gabinete de Cristina, senador nacional y embajador argentino ante el Mercosur, entre otros cargos.
En esta charla, ofrece su visión sobre este proceso de reconstrucción: asegura que el partido no ha logrado adaptarse a los cambios sociales, propone una renovación del espacio y, en ese sentido, advierte que este “no es el momento” para que la exvicepresidenta asuma la conducción del PJ.
¿Cómo evalúa al peronismo de 2024?
-Creo que nuestro peronismo viene bastante golpeado, básicamente porque desde el final de 2015, cuando terminó el mandato de Cristina, en adelante venimos con una serie de derrotas electorales; perdimos prácticamente todas las últimas elecciones. Y la última que ganamos, en 2019 tuvo un muy mal resultado en la gestión. Con lo cual, la situación del peronismo es compleja. Estamos golpeados por eso mismo, y por eso somos muchos los que creemos que hace falta una profunda rediscusión, una renovación de nuestras formas, de nuestros contenidos, de los mecanismos. Porque a todo esto se suma que tenemos la menor cantidad de provincias de nuestra historia. Hicimos un gobierno muy malo para lo que significa hacer un gobierno peronista, que es un gobierno que busca centralmente que la gente viva un poco mejor, que el nivel de ingreso de la mayoría suba. En estos términos, tenemos que discutir mucho para adentro.
¿Cree que más allá de lo que pudo haber sido la gestión de Alberto Fernández, hay algo que cambió en el electorado argentino, en la sociedad?
-No, para nada. Al contrario. Yo diría que el problema es nuestro. Si el peronismo tuvo alguna capacidad en su historia, y esto lo recuerda siempre mi viejo (N.deE.: Juan Manuel Abal Medina padre), es la capacidad de adecuar nuestra doctrina, nuestros principios, nuestros valores, a cada construcción histórica. Por eso el peronismo siempre es distinto a sí mismo. Por eso el peronismo del ‘52 es distinto al ‘46. Y lo que hizo Perón cuando volvió en los ‘70 no tenía nada que ver con lo que había hecho en los ‘40.
Entonces, me parece que el problema no es que la sociedad haya cambiado, sino que nosotros no hemos cambiado con la sociedad. Nos falta actualizarnos a los desafíos actuales; nos quedamos muy enganchados con el modelo que fue nuestra década ganadora. Estamos muy orgullosos de eso, de lo que logramos ahí, pero como que nos quedamos en ese momento y no pudimos pensar la sociedad de ahora, ¿no? Esta es la sociedad de la inteligencia artificial, de las aplicaciones, de las redes… Hay que repensar si nuestra opinión se corresponde con ese presente.
En un mes habrá elecciones internas para definir nuevas autoridades. Hoy los candidatos son Cristina Kirchner y Ricardo Quintela. Para quien ve estas opciones desde afuera del partido, no parecieran ser los referentes de esa renovación que usted propone…
-En la política tampoco los nombres aparecen de un día para el otro. Yo lo he dicho en público: a mí no me parece lo más oportuno para este momento que Cristina conduzca el PJ. En parte porque ella nunca lo hizo, ni tampoco tuvo demasiado vínculo con estas cosas. Yo estuve, yo acompañé a Néstor como su jefe de asesores cuando fue presidente del PJ (precisamente antes de morir), y a él le interesaba escuchar a todos los compañeros, recordar todas las provincias, las uniones. Por otro lado, también me parece que Cristina, por su tipo de liderazgo y por las fuerzas de su liderazgo -ella es obviamente la principal dirigente de nuestro espacio político, por el apoyo social que tiene, por el acompañamiento que tiene en amplios sectores-, no es el liderazgo más correcto para un momento donde falta mucha apertura, mucha humildad y escuchar a todos. A veces es un liderazgo que cierra más de lo que abre.
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Hoy el peronismo tiene un líder “natural” por su performance electoral, pero su potencial de crecimiento está justamente limitado por estas pujas internas. ¿A ese tipo de “falta de apertura” se refiere, por ejemplo?
-Yo estoy convencido que Axel viene haciendo una muy buena gestión, que gobernar las provincias de Buenos Aires siempre es difícil; es difícil hacerlo con el apoyo del Gobierno nacional, como lo hizo a él con el gobierno anterior; pero muchísimo más difícil es hacerlo sin apoyo; y enormemente más difícil es con el mismo Gobierno nacional y contra. Axel lo viene haciendo. En estas circunstancias tan complejas sigue avanzando con las rutas, con la ayuda social, es decir, viene haciendo una muy buena tarea. A mí, la verdad, no me gusta nada cuando algunos compañeros se dedican a criticarlo, a discutir cosas que no son para este momento, en vez de estar apoyando y defendiendo al gobernador. Creo que nuestra tarea tiene que ser centralmente esa: defender a los que están hoy gobernando y, obviamente, al gobierno del principal distrito de la Argentina.
¿La gran pregunta que se hace el peronismo desde hace años es ‘que hacer con Cristina’? Porque, por un lado es la principal, dirigente del espacio pero, por el otro, también es un factor de disgregación, como usted señalaba.
-No, para mí Cristina tiene muchísimo para aportar. Creo que su experiencia y su liderazgo son muy útiles en general para nuestro espacio, y también en la discusión que sostiene con el Gobierno. Pero me parece que ocupar un lugar como la presidencia del PJ, en algún sentido la achica. El PJ, históricamente, salvo en situaciones muy particulares (con Isabel Perón sobre el final de su mandato o con Néstor), en general es presidido por dirigentes importantes, pero no de tan alto nivel. Porque tienen que tener la capacidad de hablar con todos y no son candidatos muy claros a nada. Gioja, por ejemplo, hizo una gran tarea en el PJ, y hubo otros compañeros que lo hicieron antes. Me parece que en este momento un liderazgo como el de ellos en ese puesto hace más ruido que lo que ayuda. En cambio, la veo incluso peleando en público con otro compañero que no está de acuerdo con ella. Y todo eso no me parece mal, pero el presidente del PJ tiene que ir a buscar a los que se fueron.
Para poner un ejemplo muy claro: de las provincias que gobierna el peronismo, la más grande es justamente la que está gobernando Axel, y ahí tiene el problema por interna con el hijo, con Máximo. La segunda es Córdoba, con la que no habla. La tercera es Tucumán, que parece ser el enemigo. La cuarta es Catamarca, a la que está criticando por la última votación. O sea, nos quedamos con La Pampa.
Yo entiendo la bronca que tiene Cristina con lo que votaron los diputados de ese gobernador, sobre todo el tucumano. Pero me parece que la tarea del que sea que esté a cargo del partido debe ser la de hablar con los cordobeses, con los tucumanos, para que vuelvan. El peronismo no puede ir señalando quién es bueno y quién es malo, porque nos podemos transformar en un espacio que renunciaría a ser mayoría y para ser una minoría testimonial.
Así como asegura que Cristina implica divisiones puertas adentro, ¿también favorece la unión de la oposición en contra de su figura?
-En buena medida sí, pero poco a poco esto va cambiando. El gobierno la usa para eso. Hoy a cualquiera que vota en contra de algo se lo acusa de cristinista, kirchnerista. Pero me parece que con el transcurso natural del tiempo de gestión, por una cuestión obvia, cada vez más el propio Milei va llevar el eje central de la discusión política argentina a la dicotomía Milei-Antimilei. Si algo lo demuestra es el conflicto universitario. Cualquiera que conozca la Universidad de Buenos Aires. Por ejemplo, en las masivas asambleas de Económicas todo el mundo sabe que ahí de peronismo no hay nada. Yo milité toda mi vida en la UBA, y cuando sacábamos un 5% con el peronismo, festejábamos. Los que están tomando las sedes y saliendo a las calles seguramente no votaron a Massa.
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¿Y quién cree que puede liderar esa reunificación del peronismo?
-A mí me parece que no es un tema para que estemos discutiendo con tanta fuerza. En este momento en el Gobierno que está vetando justamente el presupuesto universitario y están los pibes tomando la facultad para defender sus derechos, no me parece importante estar discutiendo en la presidencia del PJ. Son temas secundarios que deberían ser tratados con mucho menos pasión, a pesar de que a veces hay que afrontar plazos legales. La innovación es renovar ideas, renovar cuestiones y hacernos cargo de los errores que cometimos para llegar a donde llegamos. Si no, pareciera que todo el problema empezó con Milei el 10 de diciembre del año pasado, y no es así.
Con este escenario, ¿cómo piensa que va a llegar el peronismo a 2025? ¿Estará en condiciones de competir?
-Primero y principal, las elecciones de 2025 son por distrito. O sea, van a depender de lo que podamos hacer en cada uno de ellos. Por lo tanto, lo principal que tendría que hacer el peronismo es generar opciones lo más amplias posible, lo más horizontales y atractivas para derrotar al Gobierno en cada distrito. A mí me toca en la Ciudad de Buenos Aire, pero hay que hacerlo en todo el país. No estamos ahora para pensar líderes nacionales, ni hablar de candidaturas presidenciales. Lo más importante es impedir que un gobierno como este consiga la mayoría parlamentaria.