El juicio de la obra pública en el que la vicepresidenta se encuentra imputada continúa y hoy el fiscal, Diego Luciani, aseguró que «Lázaro Báez era Néstor Kirchner y Cristina Fernández», y les reprochó que «han llegado al extremo del cinismo de sentirse víctimas de una persecución».
En esa línea apuntó contra Baéz y precisó una por una las estancias que el empresario compró en Santa Cruz, además de otros inmuebles que adquirió en distintos lugares de la Argentina. En consecuencia, el funcionario contabilizó 239 propiedades y aseveró que «ahí está la plata de las obras que no se hicieron».
El fiscal hizo hincapié en que Báez era «un monotributista en 2003 que en 12 años pasó a ser uno de los mayores terratenientes del país» y para explicarlo, remarcó que adquirió alrededor de 415 mil hectáreas en Santa Cruz, una superficie que es igual «a 20 veces la ciudad de Buenos Aires».
Por lo tanto, sentenció que «después de ver estos mensajes, sobran las palabras», y aseveró que «Austral construcciones fue una estructura creada para el direccionamiento y para extraer fondos ilegales del Estado.
«No fue un emprendimiento comercial, no fue una inversión para obtener ganancias y soportar pérdidas; su creación fue un eslabón para obtener fondos del Estado mediante licitaciones», manifestó.
Frente a ese panorama, puso el foco en el operativo «limpiar todo», que según explicó, constaba de encuentros entre el exsecretario de Obras Públicas, José López, con Cristina Kirchner y de la exmandataria con Báez, además de conversaciones del exsecretario de Obras Públicas con Julio Mendoza, titular de Austral Construcciones, a fin de planificar cómo hacer para cerrar las compañías.
Asimismo, recalcó: «Tal fue así, que cuando culminó el mandato de la presidenta Cristina Fernández, la empresa desapareció. Sí, señores jueces, desapareció. Se esfumó». Y aseguró que «esto fue así porque sólo podía subsistir con el amparo y la anuencia de la entonces presidenta». Por lo tanto, precisó que «el Grupo Austral nació y vivió durante los tres mandatos presidenciales» e insistió: «Se transformó en una empresa fantasma después de diciembre de 2015«, cuando culminó la presidencia de Cristina Kirchner.
Como una contradicción, subrayó que el grupo empresario, al que se le otorgaron importantes cantidades de dinero por los contratos de obra pública, finalizó en quiebra a raíz del reclamo de una deuda de tres millones de pesos por parte de una firma que arregla máquinas viales. «Una suma insignificante», recalcó Luciani.
El funcionario concluyó su primera parte del alegato de este viernes, citando, aunque no mencionándolo en forma directa, al Papa Francisco, en una exposición que tuvo lugar el 23 de octubre de 2014, ante una organización internacional de derecho penal. «La escandalosa concentración de la riqueza global es posible a causa de la connivencia de los responsables de la cosa pública con los poderes fuertes», parafrasear
Luego de recordar que sobre esos conceptos del Sumo Pontífice escribieron el actual embajador argentino en Italia, el jurista Roberto Carlés, y el exministro de la Corte Suprema, Raúl Zaffaroni, Luciani citó: «El corrupto atraviesa la vida con los atajos del oportunismo, con el aire de quien dice: “No he sido yo”, llegando a interiorizar su máscara de hombre honesto».
En esa línea, volvió a invocar al Papa Francisco e indicó: «El corrupto no puede aceptar la crítica, descalifica a quien lo hace, trata de disminuir cualquier autoridad moral que pueda ponerlo en tela de juicio, no valora a los demás y ataca con el insulto a quién piensa de modo diverso. Si las relaciones de fuerza lo permiten, persigue a quien lo contradiga».