Santiago Kovadloff, filosofo y ahora integrante del equipo de Patricia Bullrich, habló acerca de la actitud de Javier Milei, quien según contó Diego Sehinkman, conductor del ciclo «Una vuelta más» en TN, quiso bajar del programa a ciertos invitados como, por ejemplo, al ensayista.
En diálogo con Cristina Pérez en Radio Rivadavia, sostuvo: «Me pareció razonable que Milei procediera así» porque «yo no le conozco otro procedimiento a él». «Me parece que en general, es un hombre que cuando sus palabras no coinciden con la realidad prefiere prescindir de la realidad».
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En esa línea dejó en claro que «no sorprende porque en general su conducta es muy adversa a la preseervación de las normas constitucionales de la República, es decir, a la existencia de los tres poderes, a todo lo que implica, de alguna manera, el intento de reparar los déficits que la democracia republicana ha arrastrado en estos 40 años».
«Su propuesta es más bien apocalíptica«, aseguró y explicó: «Tratar por todos los medios de generar un espacio inédito, un mundo nuevo, un hombre nuevo, redimir en fin a la argentinidad de sus defectos a través de una especie de apocalípsis».
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Además, agregó que existen semejanzas con el kirchnerismo, debido a que, «hay una continuación de una misma mentalidad» pero remarcó que «la diferencia está en que el gobierno kirchnerista, en cualquiera de sus formas del año 2003 en adelante, siempre trató de presentar una apariencia de preservación de las formas democráticas».
A modo de ejemplo, indicó: «Si bien el Parlamento estaba dominado y convertido en una secretaría, las formas se mantenían: había un Ejecutivo, un Judicial y un Legislativo, ciertamente monopolizado por esa voluntad autoritaria, pero se mantenían las formas».
«Lo novedoso de Milei es que también se cansó de las formas», marcó por lo que «su planteo es mucho más radical: que de lo que había no vuelva a haber nada y de lo que habrá solo exista aquello que acate su necesidad de poder hegemónico».
CAMPAÑA ELECTORAL: «SALVAJISMO Y POBREZA CONCEPTUAL»
Al ser consultado acerca de cómo está viendo la campaña en general, subrayó que «a la luz de lo que ocurre en países con democracias altamente consolidadas como la de Israel, Francia o Estados Unidos, es que los torneos electorales, es decir, la etapa previa a la elección, suelen ser muy polémicos y muy salvajes: de una enorme agresividad en la caracterización de los adversarios».
«De una pobreza conceptual pavorosa en cuanto a reconocer a otro como alguien con quien vale la pena competir», agregó e indicó: «En una democracia que, al mismo tiempo, aspirara a ganar por calidad y no solo por vociferar a los gritos o descalificar, el debate de ideas sería maravilloso y exigiría que la población estuviera sumamente atenta a los mátices conceptuales».
Por lo tanto, adelantó que «cabe esperar que el resultado de los dos debates presidenciales puedan evidenciarle a la población que hay proyectos de país que no se basan en la negación del otro sino en la consistencia de lo propio».