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La “Batalla Cultural”: los intelectuales argentinos y sus trincheras ideológicas
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La “Batalla Cultural”: los intelectuales argentinos y sus trincheras ideológicas

Por Gabriel Michi

¿Qué pasó con “Carta Abierta” y los pensadores del kirchnerismo? ¿Dónde están parados aquellos que le dieron sustento ideológico al macrismo? ¿Quiénes son los “think tank” del mileísmo? Los valores y las ideas en disputa, frente al nuevo y disruptivo escenario que plantea Javier Milei. Newsweek entrevistó a referentes de cada una de esas líneas de pensamiento.

Hay batallas y batallas. Algunas se dirimen en escenarios bélicos, donde emergen ganadores y perdedores. Otras se dan en espacios más abstractos, de ideas, dogmas, paradigmas y costumbres, donde vencedores y vencidos cambian de posición de acuerdo a las épocas. O las miradas. Pero las huellas quedan. Son las “batallas culturales”, tan en debate hoy en la conversación pública. “Batallas culturales” que muchas veces se representan en una guerra de intelectuales y pensadores. Y la Argentina sabe de eso.

Los valores hegemónicos en una era suelen contradecir a los de otra. En la historia reciente, así como el kirchnerismo tuvo su sostén intelectual graficado, por ejemplo, en el colectivo “Carta Abierta”, el macrismo tuvo el suyo en pensadores que los respaldaron de su lado de la grieta. Y todo parecía ceñirse a esa esgrima polarizada.

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Sin embargo, irrumpió en escena un nuevo y disruptivo actor, que sacudió a todos y vino a romper los esquemas preestablecidos: el libertarismo mileísta, que también tiene su escuadra de pensamiento, su propio “think tank”. Newsweek entrevistó a intelectuales de las tres líneas para analizar la “batalla cultural” vigente y esta guerra en un nuevo, impensado e imprevisible escenario de combate. Cada cual desde su trinchera.

TRINCHERA KIRCHNERISTA

Hace 16 años un grupo de intelectuales se unía para dar una “batalla cultural” y acompañar al gobierno de entonces, el de Cristina Fernández de Kirchner, en su disputa con los sectores del agro. Transcurría el año 2008 cuando esos pensadores crearon “Carta Abierta” y sus documentos y debates marcaron la agenda de entonces. Muchos de ellos hoy ya no están en este mundo: Horacio González, Nicolás Casullo, José Pablo Feinmann, Eduardo Jozami, por nombrar sólo algunos. Otros siguen dando su “batalla cultural” en sus propios ámbitos de trabajo o de pertenencia. Pero lejos de aquella experiencia colectiva.

El filósofo Ricardo Forster fue uno de los fundadores de “Carta Abierta”. Y hoy describe -ante Newsweek– la actualidad de la Argentina con una palabra: “Horror”. “Eso es lo que estoy pensando de la Argentina y este año del Gobierno de Javier Milei. Con la percepción de una sociedad desmadrada, rota, cruel. Los adjetivos ya no alcanzan. Es el horror, el horror ante la vulgaridad, la crueldad, la ignorancia”. Para Forster, se abandonó “una construcción sistemática de la vida común, de lo público, de la democracia; valores que uno pensaba que estaban en el corazón de la vida argentina y que, sin embargo, parecieran que se van esfumando. Es como si se hubiera liberado una lengua perversa y la hubieran convertido en sentido común”.

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Según Forster, “hay algo que está pasando en las sociedades, en el capitalismo global, en las nuevas tecnologías, en las nuevas formas de auto-referencialidad e individualismo al palo, que hace que las sociedades estén olvidando lo que es la diversidad. Una vida se construye con otros y no solamente proyectando la propia imagen”. Pese a eso, Forster no ve que haya posibilidades de que se reedite una experiencia como “Carta Abierta” ya que se dio en un contexto particular (desde ese 2008 hasta 2015): “No hay hoy un colectivo independiente que pueda expresar lo que expresó en su momento ‘Carta Abierta’. Encima uno de los golpes más brutales que está dando Milei es contra la educación, las universidades, contra el mundo de la ciencia y la tecnología. Y gran parte de ‘Carta Abierta’ se conformó a partir de esos mundos”, señala el autor del reciente libro “La Biblioteca Infinita, leer y releer a Borges” (Ed. Planeta), luego de haberse jubilado de la docencia tras 40 años de vida universitaria.

Jaime Sorín fue otro de los fundadores de “Carta Abierta”. El exdecano de la Facultad de Arquitectura de la UBA (hoy profesor en la Universidad de Avellaneda) califica al Gobierno de Javier Milei como “cruel”: “Su política es la crueldad. Es un gobierno que vino a terminar no sólo con el Estado, sino también con una enorme cantidad de derechos que los distintos sectores sociales fueron conquistando en Argentina durante mucho tiempo”. Sorín está convencido de que el triunfo de Milei “es un fracaso de la política”. Esa política que debe buscar “el bien común y el bienestar de la población”. Pero que “en los últimos años esto no se notó”. En ese punto –como Forster- tiene una mirada autocrítica del Gobierno de Alberto Fernández, que generó “una pérdida de la esperanza por la desilusión”. Y comparte también que desde ese espacio “hay que apoyar a Axel Kicillof” y dejar de lado el internismo.

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Sorín tampoco ve que haya un campo propicio para la creación de otra “Carta Abierta”: “Creo que fue otro momento, otra generación también”. Y en eso las redes sociales y el lenguaje directo parecen haberlo ocupado todo. “No hay espacio como para una reflexión tranquila -como era ‘Carta Abierta’- y para una discusión pública. Además, porque del otro lado no hay voluntad para eso”. Remarca que antes podían debatir “con otros sectores también de derecha, tanto intelectuales o medios”. Sorín pone reservas sobre la calidad de “intelectuales” de algunas personas vinculadas al mundo Milei. Y asegura que muchas “son figuras que lo único que pueden hacer es insultar e imponer. Además de la mentira, de la transfiguración”.

TRINCHERA MACRISTA

Algunos intelectuales que se pararon de la vereda de enfrente del kirchnerismo decidieron acompañar en 2015 la candidatura presidencial de Mauricio Macri. Hoy, muchos de ellos se sienten perdidos o casi “huérfanos” en lo político. Incluso hay quienes prefieren aquellos años de polarización y discusión pública con esa centroizquierda peronista, frente a las formas intempestivas, provocativas y rupturistas del mileísmo. Otros, sin embargo, quizás motivados por el odio al peronismo, se sienten atraídos por Javier Milei. Uno de ellos es el filósofo Alejandro Rozitchner quien llegó a tener un despacho en la Casa Rosada en la era macrista. Pero hoy defiende incluso el “tono agresivo” del actual presidente: “A mí me encanta, yo me siento representado cuando lo veo a él así, diciendo cosas extremas”.

Sin embargo, no todos piensan igual. Pablo Avelutto, quien fuera secretario de Cultura de Mauricio Macri, le dijo a Newsweek: “Mi mirada del Gobierno es muy negativa, desde antes de que asuma”. De hecho, criticó el “Pacto de Acassuso” entre el macrismo y el mileísmo previo al ballotage. Antes, Avelutto se había opuesto a la candidatura de Patricia Bullrich dentro de Juntos Por el Cambio y había apoyado a Horacio Rodríguez Larreta (a quien sigue acompañando).

¿Qué pasó en la era Milei con los pensadores que apoyaron a Macri? “Hubo una deriva múltiple de gente que tomó distintos rumbos”, señala Avelutto. Con diferencias que ya se podrían avizorar desde antes, incluso durante el gobierno de Cambiemos. “Por un lado había un grupo que se había ido conformando en torno a la figura de Marcos Peña” que buscaba “salir de la confrontación” con el kirchnerismo. “Una posición liberal progresista, que se alejaba de la vieja tradición liberal argentina” y otra rama más “conservadora” dentro del andamiaje de pensamientos. Lo que algunos definieron como “palomas” vs. “halcones”. En este nuevo presente esa diáspora colocó a algunos más cerca o más lejos del gobierno de Milei. “Fuimos tomando distintos caminos”, dice Avelutto, quien señala que esa fractura o esa tensión se profundizó con el rol que jugó Patricia Bullrich y con las internas.

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A los que llamaban “palomas”, los sectores más radicalizados le reclamaban no animarse a dar la “batalla cultural” y no haber ido al fondo en lo económico, en lo cultural, en lo político y hasta en lo judicial (léase meter presa a Cristina Kirchner). “Había una demanda de provocar una ruptura; incluso desde el inicio de nuestro gobierno. Una ‘batalla cultural’ contra el colectivismo, entre muchas otras cosas”. Y eso, años después, lo capitalizó y lo extremó el propio Javier Milei. De ahí el apoyo de los macristas más duros, es decir, los “halcones”. “Las posiciones se van volviendo más irreconciliables, marcando un poco la nueva geografía política de la Argentina, entre quienes apoyan al Gobierno y a Milei y quienes nos oponemos. Unos lo apoyan por liberales, que es lo más paradójico, y otros lo cuestionamos por antiliberal”, analiza Avelutto. “Había muchos votantes vergonzantes de Milei, que encontraron en él la posibilidad de salir del clóset. Aquello que empezó siendo una inocente crítica hacia el progresismo, después fue derivando en algunos casos en una cierta fascinación con esta derecha”.

Avelutto cree que es el momento de “retomar las conversaciones, no sólo con el universo liberal, sino también con otros universos que la grieta anterior había cortado”. Incluso “poder reencontrarte con sectores muy kirchneristas” y redescubrir que “no había o hay tantas diferencias”. Por ejemplo, cita las marchas compartidas por la defensa de la educación pública. “Hoy no estamos discutiendo ya cuán bueno o cuán malo fue el kirchnerismo o el macrismo”. La “batalla cultural” es mucho más radicalizada y disruptiva, “sobregirada con las redes sociales”.

En tanto, Hernán Iglesias Illa, exsubsecretario de Comunicación Estratégica de Jefatura de Gabinete de Mauricio Macri -que hoy dirige la revista digital Seúl-, le respondió a Newsweek sobre dónde están parados hoy los intelectuales que apoyaron a Cambiemos: “Creo que hay de todo. A los que venían del radicalismo o la centro-izquierda, por ejemplo, los veo opositores férreos al gobierno de Milei. Otros, más liberales, están todavía tratando de entender el fenómeno. Algunos tienen más libertad para opinar, otros están más necesitados de proteger sus conchabos, pero esto pasó siempre”.

Javier Milei y
Mauricio Macri. Foto NA

Sobre su mirada acerca del Gobierno de Javier Milei, Iglesias Illa señala: “Por un lado, veo un gobierno que tomó la agenda económica de Macri y le multiplicó la velocidad y la convicción. Y que comparte con Macri el diagnóstico sobre un Estado capturado por corporaciones empresariales, políticas y sindicales (Milei agregaría a las mediáticas). Políticamente, en cambio, es un animal distinto, con otra cultura política, todavía en formación, intransigente con la crítica pero también audaz y con imaginación, que intenta modular su relación con la casta, a la que en público detesta pero con la que en privado negocia. Sin ser un gobierno de ‘ultraderecha’ ni autoritario (esas conclusiones me parecen equivocadas, al menos por ahora), seguro tiene menos interés por lo institucional de lo que tenía el gobierno de Cambiemos”.

Acerca de si los intelectuales que apoyaron a Macri se pueden sentir “huérfanos» de líderes, explica: “Los intelectuales deberían sentirse huérfanos siempre y sólo ocasionalmente revelar a quién votan o explicar por qué. La primera fidelidad del intelectual es con sus ideas y sus métodos para pensar. Eventualmente puede coincidir más o menos con un proyecto político, pero siempre desde un lugar incómodo. Y también cómodo, porque el que se juega la piel es el político. Por eso es una relación que siempre debería ser, si tiene que haberla, tensa, de idas y venidas”.

TRINCHERA MILEISTA

Agustín Laje es uno de los escritores argentinos en los que se suele referenciar Javier Milei, junto con Nicolás Márquez y Alberto Benegas Lynch (h), al que el libertario llama “El prócer”. Laje conoció al líder libertario en 2016 “cuando él empieza su peregrinación por los medios de comunicación y a tomar cierta relevancia pública”, le cuenta a Newsweek. En 2017 lo invitó a una conferencia para jóvenes en Córdoba. Pero un paro general de transporte les complicó la organización. A tal punto que Laje tuvo que ir en auto a buscarlo a Milei a Buenos Aires y llevarlo a su conferencia mediterránea. “Esa anécdota deja entrever una total entrega por la causa. Además, Javier no me cobró un solo centavo”, cuenta. A partir de allí mantienen su amistad y hoy preside la Fundación Faro que respalda al presidente. “Tenemos una visión común sobre la ‘batalla cultural’ y puntos de coincidencia, tanto en los objetivos como en los medios”, asegura.

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A la hora de hablar de sus coincidencias, enumera que en términos económicos apoya “la libertad del mercado, la desregulación de la economía, la defensa de la propiedad privada, la reducción del tamaño del Estado; es decir, el programa liberal”. En el plano de seguridad, avala “las políticas de mano dura, los buenos son los de azul, la reivindicación a las fuerzas de seguridad”. Algo similar en Defensa, donde respalda a las Fuerzas Armadas –según sus palabras- “después de haber sido mancilladas por el kirchnerismo”. En materia cultural, se plantea una guerra contra lo que denomina “los antros woke” (Ministerio de la Mujer, áreas vinculadas al género y las diversidades, INADI, Télam, organizaciones de Derechos Humanos, entre otras). En esa agenda, Laje plantea una “reivindicación de la idea de familia, de patria, de nación”. Y sostiene que Javier Milei mostró una “astucia” política que nadie imaginaba.

En su “batalla cultural”, Agustín Laje sabe que muchos intelectuales de otras ideologías los menosprecian y hasta no los consideran como ellos. Y da su mirada al respecto: “La izquierda está muy mal acostumbrada a creer que tiene el monopolio de la dimensión intelectual en una sociedad. Es cierto que han tenido preeminencia en las universidades y especialmente en las facultades de Humanidades, de Ciencias Sociales, de Filosofía, que son las carreras eminentemente intelectuales”. Sin embargo, está convencido de que esa hegemonía se está perdiendo.

“Quien definió para mí al intelectual con mayor precisión fue Antonio Gramsci. Para él, todos somos intelectuales en la medida en que somos capaces de utilizar el intelecto, pero no todos cumplen en la sociedad esa función. O sea, el intelectual se define por la función que cumple, y la función que cumple es la de trabajar sobre la base de intangibles que, sin embargo, impactan en la forma en que se concibe el mundo político y el mundo social”.

Por su parte, Nicolás Márquez contó a Newsweek que conoció a Javier Milei en 2015, en la presentación de un libro “Perón: El fetiche de las masas” (Ed. Grupo Unión). En 2018, lo invitó a Mar del Plata –donde él vive- para que brinde una conferencia sobre economía. Se sorprendió por la cantidad de público que asistió: “Ya empezaba a surgir una bola de nieve”. Tiempo después hicieron la presentación de “El libro negro de la nueva izquierda” (Unión Editorial) con Agustín Laje “que reventó de gente aun cobrando entradas”. Ya siendo diputado, Milei también acudió a la presentación de “La batalla cultural” en la Feria del Libro, a sala llena. Luego, lo entrevistó para el libro que hizo junto a Marcelo Duclós titulado “Milei: la revolución que no vieron venir” (Ed. Hojas del Sur). Y así forjaron una amistad por la que hoy se suele mensajear con el presidente vía WhatsApp para hablar de distintos temas.

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Márquez vive de las regalías que le dejan sus libros, de dar clases y de dictar conferencias, algunas en el exterior. Tiene un canal de YouTube y un diario digital. Por eso, cuando se le pregunta qué siente al saber que intelectuales de otras ideologías no los consideran sus pares, remarca que él vive, sobre todo, de su producción bibliográfica.

Márquez señala que Milei “en los últimos tiempos ha utilizado mucho la palabra derecha y se ha autodefinido ‘paleo-libertario’ y, dentro del libertarismo, es el sector más conservador”. Apunta que el presidente argentino siempre acuñó “la trilogía vida, libertad y propiedad”, pero en los últimos tiempos también anexó “Dios, patria y familia”, “una consigna inequívocamente conservadora que cinco años atrás no la utilizaba”, señala Márquez. Hay quienes dicen que ese cambio tiene que ver con la influencia de Laje y Márquez. “Lo que pasa es que dentro de la libertad abrazamos valores objetivos tradicionales y una defensa de la cultura occidental y cristiana, y creemos que el ‘wokismo’ es el antagonismo a esos principios. Estamos en una suerte de cruzada en defensa de la tradición de nuestra civilización”. Esa parece ser hoy parte sustancial de su “batalla cultural”. Una batalla que no cesa. Y promete nuevos combates. Cuerpo a cuerpo. Ideas contra ideas. Desde diferentes trincheras.

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