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La montaña rusa de Milei: las dudas y las certezas de la vertiginosa presidencia libertaria
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La montaña rusa de Milei: las dudas y las certezas de la vertiginosa presidencia libertaria

Por Gabriel Michi

Sube a una velocidad inusitada. Y baja estrepitosamente. Dobla para un lado y para el otro, sacudiendo violentamente a todos los pasajeros. Algunos gritan, otros se quedan callados, otros festejan. Pero nadie es indiferente. Todo es vértigo. Acelera y frena. Avanza y retrocede. La montaña rusa en la que Javier Milei conduce a la Argentina adquiere una vorágine alocada e imprevisible, con efectos sorpresa por doquier.

Con esa dinámica, el Presidente puede ir del peor momento de su gobierno al mejor en muy poco tiempo, siempre medido en términos políticos: así pasó del punto más bajo de su administración cuando explotó el escándalo en el Ministerio de Capital Humano por la falta de distribución de alimentos para los más vulnerables que se estaban pudriendo en depósitos –con renuncias de funcionarios y todo-, al mejor momento que se consumó cuando se conoció la inflación mensual más baja desde enero de 2022 (4,2% en mayo) en simultáneo con el avance del proyecto (modificado y reducido) de la Ley Bases en el Congreso.

En esa acelerada montaña rusa Milei pasó, por ejemplo, de insultar a gobernadores y legisladores acusándolos de todos los males del país, a tener que negociar con ellos para plasmar sus iniciativas legislativas y sellar el “Pacto de Mayo” en julio. Y, después, de nuevo, el regreso a las descalificaciones contra aquellos “degenerados fiscales” con lo que su gobierno debió intercambiar figuritas. Sin solución de continuidad, de un polo al otro. De la crítica a “la casta” al empoderamiento de los mismos de siempre.

Esa montaña rusa de clímax políticos totalmente opuestos también se refleja en la sangría permanente de funcionarios al apoyo fervoroso por la (discutida) reducción del déficit fiscal.

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Una montaña rusa arrolladora también en lo internacional en la que pasa de recibir premios o agasajos marginales y reunirse con outsiders del poder, a codearse con los líderes del G7 o participar de cumbres con quienes sí mueven el amperímetro del planeta. No sin antes pelearse con los socios más importantes de Argentina, Brasil y China, o plantar a una veintena de embajadores de países musulmanes. Mientras se sumerge en conflictos mundiales como la guerra entre Israel y Hamás, o la de Rusia con Ucrania.

Con la misma aceleración con la que ya lleva recorridas cuatro vueltas al Mundo sin visitar ninguna nación latinoamericana y habiendo pisado sólo un puñado de provincias argentinas, el Presidente encabeza un proceso de ajuste y motosierra que provoca un crecimiento vertiginoso de la pobreza y la desocupación, mientras que sus índices de popularidad –según las encuestas- se mantienen firmes. La montaña rusa de Milei no da respiro a los 46 millones de argentinos. Lo muestra con la intensidad y astucia de poder instalar su propia agenda, logrando que todos los demás bailen al ritmo de ese disruptivo y polémico juego que el libertario plantea.

LA MIRADA DE LOS ANALISTAS

En esa montaña rusa permanente asoman aciertos y errores del inercial gobierno de Javier Milei, todo de acuerdo a quienes lo analicen y en dónde se ponga el acento.

Para Gustavo Córdoba, cotitular de la consultora Zuban Córdoba, hay dos conquistas que se pueden anotar en el haber oficial durante estos seis meses de gestión: “La primera tiene que ver con el valor simbólico de haber derrotado a toda la política tradicional argentina, con una formación prácticamente sin rodaje ni ‘expertise’, sin partido político; apenas encaramándose como un líder mediático, un panelista de televisión que supo capitalizar el malestar y el mal humor de la sociedad argentina por los malos resultados económicos de los últimos dos gobiernos”. Así fue cómo Milei pudo acceder al poder.

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Además, Córdoba marca un segundo logro del Ejecutivo: “dejar instalado de acá para el futuro cuestiones vinculadas a la economía como, por ejemplo, centrar la cuestión fiscal como una barrera, una frontera que todos los gobiernos de aquí en más van a necesitar tener. Como también el tema de los límites al gasto público”.

En un sondeo de 1.400 casos realizado -entre el 7 y el 8 de junio- por Zuban Córdoba surgió que el presidente Javier Milei tiene un 43,7% de imagen positiva contra un 55,8% de negativa. El 72,5% de los encuestados señaló que su situación económica empeoró desde que el libertario asumió la Presidencia. El 55% confesó que tiene que usar sus ahorros para llegar a fin de mes. Encima, las expectativas no son nada promisorias hacia el futuro: el 54,6% sostiene que se va a estar peor, contra un 43,2% que expresa lo contrario.

Además, el 72% cree que el ajuste no lo está pagando la política, sino toda la sociedad. Y, en una evaluación sobre distintos aspectos de la gestión, sólo en la relación con el campo hay una mirada positiva de más de la mitad de los encuestados; en cambio, en la política económica, la lucha contra la corrupción, la seguridad, la política exterior y la gestión del Estado en general, son más las personas que critican que las que defienden a Milei. Pero donde peor concepción recibe es en la relación con los periodistas, con los gobernadores, con el Congreso y en la evaluación sobre cómo operó el Ejecutivo con las jubilaciones.

Por su parte, Shila Vilker, de la consultora Trespuntocero, señala que “en un país partido, con una grieta de alta intensidad, es difícil señalar aciertos y errores de un modo homogéneo porque lo que constituye un acierto para un lado, aparece como un desacierto para el otro”. Y lo grafica: “Un caso, por ejemplo, es la reducción del déficit fiscal; mientras que muchos lo ponderan, otros marcan que una parte importante de esa reducción se hizo con un recorte descomunal a jubilados. En el ejemplo se ve con claridad la ambigüedad y la dificultad para señalar con precisión aciertos y errores”.

Javier Milei. Foto: Presidencia

En ese sentido, agrega Vilker: “la retracción sistemática del índice de inflación va de la mano de la caída en la opinión pública del problema inflacionario. Una vez más, puede señalarse como uno de los grandes logros. Pero esto no puede ocultar que, al mismo tiempo, crecen otros problemas de carácter económico y social. Un ejemplo de ello es el crecimiento de las preocupaciones por la pobreza, el desempleo y las tarifas. La recesión también es un anverso de la caída de la inflación”. Y concluye: “Otro punto sensible y débil del Gobierno es la gestión. La pregunta es si va a encender ese motor o, efectivamente, las declaraciones respecto de la destrucción del Estado son solidarias de la inacción en la gestión. Toda una incógnita por delante”.

La consultora Trespuntocero realizó una encuesta –entre el 7 y el 11 de junio- con 1.170 casos y en ella emergió una mayor imagen positiva (52,3%) que negativa (47,6%) del Gobierno.

El sentimiento mayoritario de quienes avalan la gestión de Milei apunta al futuro: “esperanza”(43,7%), es lo más repetido en ese sector, seguido muy atrás por “alegría” (2,6%) y “entusiasmo” (2,6%). Por su parte, quienes la rechazan señalan sentir “enojo” (21,2%), “tristeza” (19,4%) y “miedo” (9,3%). En cuanto a la situación del país, hay una gran paridad entre las miradas negativas y positivas: 50% las primeras y 49,6%, las segundas. Es decir, un país partido al medio, tal como lo definió Vilker.

En tanto, Mariel Fornoni de Management & Fit, cree que “el principal acierto de estos primeros seis meses del Gobierno fue haber puesto un acento muy fuerte en la macro y abrir las potencialidades de la Argentina en todo lo que es energía, gas, petróleo, litio, cobre; ese fue el acierto principal, más allá de haber bajado la inflación; algo que veremos si después, cuando se liberen algunas cosas, vuelve a subir un poco”.

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Fornoni asegura que la semana en la que el Senado le dio el sí a la Ley Bases fue clave porque constituyó un punto de inflexión y el “primer éxito del Gobierno en sus primeros seis meses. Además, en el Senado hubo algo muy simbólico que tiene que ver con la analogía con la resolución 125 (el proyecto de retenciones móviles del kirchnerismo) cuando se dio el voto ‘no positivo’ de Julio Cobos y ahora, en cambio, se plasmó el voto positivo de Victoria Villarruel”.

La politóloga señala que esa definición de la Vicepresidenta “le dio un cierre con cierta épica” y que por todo eso construyó “la mejor semana del Presidente”; a lo que agrega “la renovación del swap con China”, más allá de que sólo se trate de haber ganado tiempo y que “el contrapeso sea que Milei tenga que ir a China”, para una suerte de “desagravio” exigido por el gobierno de Xi Jinping tras los ataques recibidos de parte del oficialismo.

En semejante contexto, un sondeo realizado por Management & Fit –entre el 3 y el 14 de junio- mostró que un 52,3% de los consultados aprueba la gestión de Milei, contra un 45,5% que la desaprueba. El mayor apoyo al Gobierno –a seis meses de gestión- lo recibe de los hombres (58,1%) y de los menores de 40 años (58,4%). Y entre trabajadores asalariados del sector privado (59,3%) y estudiantes (62,7%). Y los mayores rechazos los recibe de los trabajadores del sector público (55,2%), de los desocupados que buscan empleo (51,2%) y de los jubilados y pensionados (50,4%). La mitad de los encuestados responsabilizan al gobierno de Alberto Fernández de la actual situación económica (50,1%) mientras que un 29,5% se la adjudican a Javier Milei y un 20,1% a ambas administraciones.

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Para Manuel Zunino, de la consultora Proyección, “los aciertos del Gobierno tienen que ver con la comunicación y el pragmatismo. Tuvo la capacidad de reinsertar un término que había quedado por fuera del discurso en nuestro sistema político: el ajuste. Y logró generar consenso en su aplicación. Por otra parte, creo que es un Presidente que parece desbocado y sin freno, pero en la negociación de la Ley Bases vimos un Milei distinto. La comunicación política es, en cierta medida, prueba y error, y el Gobierno supo leer sus equivocaciones y bajar un cambio. Por ejemplo, dejó de confrontar con actores con altos niveles de legitimidad como las universidades y los gobernadores. O retrocedió en temas prepagas y tarifas”.

Zunino completa: “en un contexto de baja incidencia opositora, Milei es su principal enemigo; él se pone metas que se convierten en obstáculos: por ejemplo, el ‘Pacto de Mayo’ y la recuperación económica en V a partir de junio”.

Según un sondeo realizado por Proyección Consultores, con 1.894 casos encuestados entre el 2 y el 13 de junio, a más del 64% de los entrevistados no le alcanza la plata para llegar a fin de mes. Por eso un 36,7% se vio obligado a reducir gastos y un 27,8% directamente no puede alcanzar esa meta. Sólo un 28,9% dice que sus ingresos cubren sus necesidades y apenas un 6,3% puede ahorrar.

Por otro lado, la inflación junto con el precio de los alimentos y otros gastos básicos sigue siendo el problema que más preocupa a la sociedad (53,9%), seguido por los bajos salarios e ingresos en los hogares (36,7%), la inseguridad y la delincuencia (36,3%), los impuestos y los aumentos de las tarifas (34,7%) y el desempleo y el temor a quedarse sin trabajo (24,6%).

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En tanto, Gonzalo De Janín y Manuel Terradez, de la consultora Equipo Mide, explican que “desde la perspectiva de los estudios de opinión pública sistemáticos, el principal acierto del Gobierno es el encuadre estratégico desde el cual se posiciona: una fuerza política nueva, liderada por un outsider que tiene la fuerza para realizar cambios estructurales que son demandados por la sociedad. Este posicionamiento estratégico es exitoso en un contexto donde los políticos profesionales, lo que Milei denomina ‘la casta’, tienen un apoyo popular ubicado en los mínimos históricos. Esto le permite al Gobierno nacional que la mitad de la sociedad tenga una imagen positiva del Presidente, apoye las medidas económicas y considere que el país va en la dirección correcta”. Sin embargo, estos analistas también subrayan que “los principales errores del Gobierno están en la gestión concreta de las distintas áreas del Estado”.

Lo grafican a partir de las propias mediciones realizadas por Equipo Mide en las que, por ejemplo, en el mes de abril, la evaluación de la población sobre la gestión del Gobierno nacional en la epidemia de dengue fue muy negativa: un 54% señaló que fue muy mala/mala y sólo un 16% destacó que fue buena/muy buena.

El escenario adverso también se vio en el mes siguiente, en mayo, días después de una marcha federal universitaria por el presupuesto. En el sondeo surgió que el 51% de la población apoyó la marcha del 23 de abril, un 27% no se definió y un 22% se opuso. En ese escenario, sólo un 31% evaluó positivamente la gestión del Gobierno de Milei en materia educativa, mientras que un 44% la calificó negativamente.

EL DILEMA DE LA GOBERNABILIDAD

Newsweek Argentina indagó también sobre si la administración encabezada por Javier Milei puede tener garantizada o no su gobernabilidad.

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Shila Vilker sostiene que “se presume que la aprobación de la Ley Bases trae implícito un acompañamiento de los gobernadores y al mismo tiempo de la oposición dialoguista. Ahí hay un punto de acompañamiento muy importante que se traduce en gobernabilidad”. Pero con eso no alcanza. “El gran dador de gobernabilidad es la opinión pública y hay que señalar que la imagen de Milei -a seis meses de gestión- permanece estable, inelástica, un poco por arriba de los 50 puntos”, describe Vilker.

Mariel Fornoni estima que “para garantizar gobernabilidad, el Gobierno tiene un déficit: debería ser más confiable, porque ha destratado a amigos, a funcionarios propios del espacio y eso no estuvo bueno. De hecho, dejó cerrar acuerdos que después no convalidó y eso es lo que, por lo menos dentro de la política, no lo hace demasiado confiable”.

En tanto, Gustavo Córdoba expresa que “la sanción en el Senado de la Ley de Bases fue el primer episodio donde el Gobierno ha construido poder; poder real más allá de lo propio. Más allá de su idea de que el Congreso es un nido de ratas, le terminó dando un triunfo relevante a Milei”. Y en eso el consultor marca justamente la dicotomía entre ese momento en que se pasó del peor momento del Gobierno –por el escándalo de los alimentos retenidos por Capital Humano- al otro en el que se anotó como una suerte de “triunfo” en el Parlamento.

“Hay que entender que quizás los tiempos legislativos no son coherentes con las expectativas de la sociedad. El Gobierno ya tiene las dos herramientas que pidió, la Ley Bases y el DNU que sigue vigente; a partir de aquí, el tiempo va a correr mucho más rápido. No creo que tenga problemas en su gobernabilidad, pero sí creo que va a tener problemas con las expectativas, porque el rival más fuerte que tiene el oficialismo hoy es el tiempo. Cada día que pasa sin lograr una recuperación económica, el Gobierno va a empezar a pagar costos porque ya objetivamente no le va a poder echar la culpa al anterior”.

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Por su parte, Manuel Zunino cree que “Milei tiene dos desafíos: el primero, rediseñar su contrato electoral y, en consecuencia, su narrativa para evitar que se rompa su base social migrando hacia posturas opositoras. El Presidente pidió un esfuerzo y paciencia hasta que llegue la recuperación. Pasaron seis meses, el argumento de ser un outsider amateur ya no es tan potente y el Gobierno está cada vez más obligado a mostrar resultados. Si no puede hacerlo, al menos tiene que lograr darle un sentido plausible y verosímil para no perder la confianza de los propios”. Y agrega: “el segundo desafío que tiene es lograr hegemonizar el campo antiperonista; acá el problema es interno, necesita convertir su alianza electoral y parlamentaria con Juntos por el Cambio en algo perdurable y duradero, que no esté atado a la voluntad de Mauricio Macri”.

En tanto, Gonzalo De Janín y Manuel Terradez, están convencidos de que “una de las fortalezas de Milei es su condición de outsider, que le permite denunciar a los políticos profesionales (“la casta”) como responsables de la situación argentina. Iría en contra de su posicionamiento estratégico comportarse como un presidente que busca los consensos típicos de un presidencialismo de coalición. Sin embargo, en los últimos tiempos, hubo actores importantes del oficialismo mostrando voluntad de negociación y pragmatismo, para lograr consensos que permitan aprobar aquellas iniciativas legislativas que son importantes para el Gobierno nacional. Y quizás ese sea el juego de Milei: mostrarse como lo nuevo, el outsider, mientras actores de su propio gobierno especialmente ‘habilitados’ se dedican a las tareas propias de la política tradicional”.

Desde el punto de vista de la gobernabilidad, los consultores creen que para garantizarla es central “que no se agrave la situación económica y social; por ese motivo, la gestión en esa materia tiene una importancia decisiva”.

Y concluyen: “Con respecto a la oposición, lo primero que debemos decir es que no hay una sola oposición. Por un lado, tenemos al peronismo/kirchnerismo que naturalmente se ubica en las antípodas de Milei e intenta frenar las iniciativas del Gobierno con apoyo de su electorado. El camino está claro para esta oposición. Por otro lado, tenemos a la coalición de los partidos que integraban Juntos por el Cambio, cuyo electorado votó masivamente a Milei en la segunda vuelta electoral; ellos tienen una buena imagen del Presidente, apoya las medidas que toma el Gobierno nacional y expresan la voluntad de que se ayude al oficialismo. En este sentido, las fuerzas políticas que integraron la coalición Juntos por el Cambio (PRO, radicalismo, Coalición Cívica, peronistas disidentes) tienen el dilema de ser opositores, con un electorado propio que les demanda acompañar, ayudar, no obstruir al gobierno de Milei”.

En ese punto, los especialistas lo ilustran con el resultado de una encuesta que realizaron en el mes de junio y donde se preguntó a quién consideraban como el principal líder de la oposición: el 48% expresó “ninguno, la oposición no tiene líder”.

LA IMAGEN DE MILEI

Para muchas personas, el presidente Javier Milei está revestido de un potente e impenetrable traje antiflama que le permite atravesar los incendios que genera. Otros creen que algunas balas le entran. Pero lo que nadie discute es que este personaje estrambótico y fuera de molde ha sabido construir un liderazgo avasallante que viene a cuestionar todo, en medio de una montaña rusa que se sacude con los más variados sobresaltos y que dispara la adrenalina argentina. La pregunta que surge es hasta donde llega ese liderazgo y si el libertario está más fortalecido, menos o igual que cuando asumió la Presidencia hace medio año, el 10 de diciembre de 2023.

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Según Shila Vilker, “el presidente Milei parece de amianto, no hay ni una crítica de la oposición que penetre en su electorado. Si tuviésemos que evaluar si está más fuerte o más débil que cuando asumió, sin lugar a dudas está más fuerte. En materia institucional, porque hoy cuenta con el avance de la Ley Bases y también tiene vigente el DNU. Ha logrado llegar a acuerdos con los gobernadores y con un segmento importante de la clase política, en parte gracias a la gestión del jefe de Gabinete, Guillermo Francos. No ha perdido centralidad de agenda desde sus inicios”.

Vilker concluye: “Sigue habiendo una situación muy adversa en la oposición, de cierta fragilidad y dificultad para consolidar liderazgos y eso también lo beneficia. Al mismo tiempo ha logrado sostener la adhesión pública. A seis meses de gestión, gracias al conflicto permanente y la política de contraste, el Presidente sale fortalecido”.

Por su parte, Gustavo Córdoba sostiene: “Hubo una habilidad y una picardía muy importante del Gobierno en instalar la idea de que Milei estaba muy bien conceptuado o que tenía un alto nivel de imagen (en las encuestas), argumento que se cae cuando comparamos los 6 primeros meses de los tres presidentes anteriores. Cristina Fernández tenía cerca de 72 puntos de aprobación en mayo de 2012; Mauricio Macri tenía un 66% en mayo de 2016 y Alberto Fernández tenía 72 puntos en mayo del 2020. La última encuesta (de la consultora) nos da 46 puntos de aprobación de gestión, con lo cual Milei tiene en promedio 20 a 25 puntos menos que los tres presidentes anteriores a la misma altura del mandato. ¿Es un mal número actual el de Milei? No, no es un mal número, más allá que para nosotros tiene diferencial negativo; pero sí es cierto que comparativamente no está tan bien como los tres presidentes que lo precedieron”.

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En tanto, Mariel Fornoni, explica: “La oposición no existe; nadie sabe quién es la oposición. Este gobierno por un lado es débil porque no tiene experiencia, porque no tiene equipos; pero por otro lado es fuerte porque no existe nada enfrente. Eso también es lo que ancla las expectativas, porque no se ven otras opciones. Es esto o nada. Eso hace que la gente se aferre más a este Gobierno y le dé más tiempo, bancándolo para ver si puede solucionar las cosas”.

Por otro lado, Manuel Zunino describe que, comparado con el momento en que asumió Milei, “no se ven grandes diferencias, aunque sí algunos matices: sorteó los primeros meses y los pronósticos de que no iba a durar nada. En ese sentido está más fuerte. Pero también con el paso del tiempo pierde sorpresa su forma de actuar o reaccionar, se repite a sí mismo y el encanto con sus votantes empieza a presentar signos de desgaste”.

Gonzalo De Janín y Manuel Terradez, expresan que “el presidente Milei conserva un apoyo significativo de la mitad de la sociedad. Lleva seis meses al frente del Poder Ejecutivo Nacional, mostrando iniciativa política y con resultados positivos concretos en lo que fue la principal preocupación de los argentinos durante años: la inflación. Además, luego de seis meses de gobierno, logró un éxito importante con la Ley Bases y el paquete fiscal”.

Pero no todo es auspicioso. Según estos especialistas, “se mantiene la debilidad de origen del gobierno en ambas Cámaras del Congreso de la Nación y tiene dificultades en la gestión concreta de las distintas áreas del Estado. Podemos decir que el Gobierno tiene un poder igual al del día que asumió y que, en el contexto de precariedad institucional, económica y social que atraviesa la Argentina, los próximos meses serán claves para su futuro, dependiendo de la evolución de una serie de temas: el nivel de inflación, el nivel de actividad económica y la capacidad del Gobierno para gestionar profesionalmente las distintas áreas del Estado”.

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Por último, Gustavo Córdoba analiza que la aprobación en el Senado de la Ley Bases significó “el nacimiento del mileísmo como una corriente política; es el mileísmo original más los aliados que fue sumando; algunos estarán más cerca, otros estarán más lejos, pero creo que hay un oficialismo vigoroso, importante, con una presencia inocultable por otro lado”.

El consultor agrega: “La oposición ha perdido algunas figuras que han pasado al mileísmo; entonces, la definición más importante que tiene que tener la oposición hoy es identificar qué es lo que son, a qué parte de la sociedad defienden o qué intereses representan. Hasta acá eso está muy difuso, no es algo que se vea con mucha nitidez, y eventualmente la oposición (o lo que queda de ella) deberá replantearse y ver qué estrategia arma para las elecciones del año próximo, porque hasta aquí todo parece indicar que puede darse un escenario muy similar al que tuvo Mauricio Macri en el año 2017 con la famosa ‘ola amarilla’, cuando ganó de manera inobjetable en toda la Argentina”.

Frente a eso, Córdoba cree que “es probable que –si hoy fueran las elecciones- Milei tendría un triunfo comparable a ese 2017 de Macri”. Aunque aclara: “el tema es, como siempre, la disposición en el territorio de cada una de las provincias en las estrategias locales. Ahí es donde creo que la gran incógnita es ver si Milei puede lograr transformar su identidad nacional de votantes en identidades provinciales. Eso está por verse”.

El tiempo y los errores autoinflingidos –mucho más que la oposición-parecen ser los principales desafíos para el Gobierno libertario. Eso se constituye como la más fuerte amenaza porque podría conducir a la pérdida de la paciencia social, incluso entre quienes aún apoyan. Más si no llegan resultados prometidos y la crisis económica se profundiza potenciando la pobreza y el desempleo, tal como viene ocurriendo.

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De la pericia en cómo conducir este proceso vertiginoso depende la suerte del oficialismo. Y del país. Como un juego a todo o nada. En medio de una inercia sin igual, arrolladora, impuesta por el primer mandatario.

Con una aceleración nunca vista y donde Argentina viaja a una velocidad inusitada, entre subidas y bajadas abruptas, y curvas y contracurvas exageradas. Con un conductor al que le gustan los riesgos y la adrenalina. Esa adrenalina individual convertida en colectiva, que se ha disparado en la montaña rusa de Javier Milei. Así, a puro vértigo.

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