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La otra semana, por Darío Lopérfido: Alberto Fernández, Bergoglio y la mala costumbre argentina de empoderar miserables
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La otra semana, por Darío Lopérfido: Alberto Fernández, Bergoglio y la mala costumbre argentina de empoderar miserables

Este martes, Fabiola Yáñez, exesposa del expresidente Alberto Fernández, lo denunció formalmente por violencia de género en varias oportunidades a lo largo de su relación.

Durante la semana, había surgido el rumor de que el juzgado analizaba algunos chats comprometedores, además de fotos, en el marco de la investigación por presuntos hechos de corrupción y tráfico de influencias por parte del exmandatario en la “Causa Seguros”. Finalmente, Yáñez hizo oficial la acusación, pero Fernández desmintió ese señalamiento asegurando que demostrará su inocencia en los tribunales.

Por otra parte, Nicolás Maduro sigue negándose a publicar las actas de las últimas elecciones presidenciales, aunque el Consejo Nacional Electoral (CNE) decidió llevar las que asegura que son las verdaderas actas ante la Justicia venezolana. Mientras tanto, el Gobierno, sus fuerzas de choque y las fuerzas armadas siguen llevando adelante un fuerte operativo de represión y la persecución de sus opositores, quienes denuncian fraude. En ese contexto, el Papa Francisco hizo un llamamiento a las dos partes a “dialogar” y a “buscar la paz”.

Darío Lopérfido analiza y relaciona ambos hechos con su siempre aguda visión y la comparte en exclusiva con Newsweek Argentina.

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LOS MISERABLES

El análisis de Darío Lopérfido, desde España

Para el exsecretario de Cultura argentino y actual coordinador de la Cátedra Vargas Llosa, “una de las posibilidades para tratar de entender por qué a la Argentina le fue mal durante muchos años es que, siendo un país con tanta gente buena, gente trabajadora, gente emprendedora, muchas veces se encarama en lo más alto del poder a personas con las que no es que uno puede disentir o no, sino que tienen un carácter verdaderamente miserable”.

Pero, además, señala, “estos miserables cuentan con la complicidad de muchísima gente de todos los ámbitos, que contribuyen a que esas personas, que en cualquier lugar del mundo serían consideradas miserables, tengan siempre una pátina positiva, cuando todos sabemos que la vida de esa gente y sus expresiones no tienen nada de bueno y tienen todo de malo”. “Aún así, pueden avanzar tranquilamente en su carrera política con la complicidad de muchos que ocultan esa verdad de manera deliberada”, agrega.

En ese sentido, considera que “el primer caso para analizar en este sentido es el de Alberto Fernández”.

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“Ahora a Alberto Fernández le están descubriendo toda su red de corrupción, con la causa de los seguros y porque ayudaba a empresarios amigos; pero eso no es algo nuevo. En 2004 hubo un periodista que se llamaba Julio Nudler, del diario Página 12. Hizo una investigación, pero la sacaron del periódico y Julio Nudler quedó casi como proscripto. Y murió al tiempo. Estaba investigando la corrupción vinculada a Alberto Fernández y a la Superintendencia de Seguros, en la época del Gobierno de Menem. O sea: esto que está surgiendo ahora como acto de corrupción, ya había surgido en 2004.”, recordó el intelectual.

“La novedad”, continúa, “es que, en medio de estas nuevas investigaciones, aparece una presunta cuestión de maltrato contra su mujer (o su exmujer, no sé), Fabiola Yáñez, a quien había conocido en una entrevista cuando se preparaba para ser presidente”.

“Independientemente de la solidaridad que hay que tener con ella, hay que recordar que fue una de las personas que se burlaba de la gente que sufría, haciendo fiestas en Olivos en el medio de la pandemia, cuando todo el mundo estaba encerrado”, subrayó.

En este aspecto, Lopérfido señala la fuerte contradicción entre esta realidad y la imagen de Alberto Fernández que se había construido mediáticamente en el marco de la campaña de 2019 y de los primeros meses de gestión. “Cuando Cristina Kirchner nominó a Alberto Fernández a la presidencia, muchas personas que odiaban a Macri usaban a Alberto como contraejemplo: un profesor, un hombre feminista, una persona a la que le gustaba la música”, rememoró.

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Y también resalta que hubo “cómplices” de esta construcción, aunque no fueran malintencionados. “A algunas de las personas que dijeron eso, muchas del mundo del espectáculo, yo no les tengo ningún respeto intelectual. Sin embargo, debo decir que gente como Beatriz Sarlo o Jorge Fernández Díaz creían que Alberto Fernández era una versión moderada, y que se podía con él. Alberto Fernández no sólo hizo eso con Nudler, sino que además fue la persona que sacó de Radio Nacional a Pepe Eliaschev; y el que puso a una persona de su confianza, Pepe Albístur, para manejar la pauta oficial, de ese modo, construir con dinero su buena imagen en algunos medios”, afirmó.

Del mismo modo, agregó: “Alberto Fernández era el que le pegaba patadas a un anciano en un shopping. Alberto Fernández fue el que inventó una mentira tremenda en campaña electoral contra una de las mejores personas que dio la política argentina, como lo fue Enrique Oliveira. Le inventaron, junto con un radical nefasto llamado Daniel Bravo (ya fallecido), que tenía una cuenta en el exterior. No la tenía, pero llegaron las elecciones y Enrique no pudo terminar su campaña en condiciones normales”.

Fiesta en Olivos

Foto:NA

Y a todo esto, sumó: “Alberto Fernández también inventó, cuando era jefe de Gabinete de Kirchner, con una publicación de un amigo y con el mismo Daniel Bravo, toda una serie de mentiras contra De la Rúa. Había aparecido alguien que confesaba que los sobornos habían existido y, por supuesto, nada de lo que dijeron en esa publicación lo fueron a decir luego en el juicio, del que De la Rúa salió absuelto. Daniel Bravo era hijo de Alfredo Bravo, lo cual es la prueba de que puede haber padres ‘buena gente’ e hijos miserables”.

“Esa persona era Alberto Fernández. El mismo Alberto Fernández que creó el Ministerio de la Mujer cuando estaba en el Gobierno, pero ahora nos enteramos de que ejercía violencia contra su mujer. Toda esa gente que lo apoyaba, ¿por qué no sale a hablar ahora? Esa gente que decía que era un buen hombre, un profesor y el ejemplo contra Macri, ejemplo del bien”, ironizó.

Sobre este punto, fue terminante: “Alberto Fernández era un miserable, aún cuando hablaban bien de él. Cuando Sarlo y Fernández Díaz hablaban con él, ya era un miserable. Tengo mucho respeto por los dos. Pero en aquel momento Alberto Fernández ya había tenido actitudes miserables en la política y había estado envuelto en casos de corrupción. Su cursus honorum en la política tenía que ver con todas esas cosas malas”.

Y se preguntó: “¿Recién ahora se sabe la verdad? No, algunos lo sabemos desde hace muchísimos años. Yo lo sabía. Si condenó al ostracismo a Julio Nudler por investigar su corrupción, fue defendido por lo peor del periodismo -como Horacio Verbitzky-, echó a Eliaschev de Radio Nacional e invetó la operación contra Enrique Olivera, ¿por qué nos quisieron hacer creer que ese tipo infame era un hombre de bien?”.

“Después lo vimos en la pandemia, en la que su mujer hacía fiestas, en que esas mujeres del espectáculo -cuando todo el mundo estaba encerrado- iban a la noche a visitarlo. Él podía recibir a damas del espectáculo a la noche en su casa, mientras los argentinos no podían trabajar”, recordó también.

Para Lopérfido, la gestión de la pandemia fue utilizada como herramienta política y de “negocios”. “Estiró esa cuarentena todo lo que pudo. Una cuarentena medieval hubo en Argentina, con muertos por violencia policial. ¿Y por qué la estiró? ¿Por qué cuando todo el mundo ya andaba por la calle en distintos países en la Argentina todos seguían encerrados? La estiraba para poder hacer sus negocios nefastos, como siempre los hizo. Pero tal vez el peor de todos haya sido el de las vacunas, el negocio con las Sputnik y sus empresas farmacéuticas amigas, porque privaron de vacunas a los ciudadanos argentinos”, cuestionó.

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En efecto, Lopérfido cree que quienes lo han ayudado a mostrar esa faceta positiva son “blanqueadores de degenerados políticos”. “Es importante preguntarse por qué mucha gente decide todavía darle una pátina de bondad a personas miserables como Alberto Fernández. Realmente sería bueno que alguna vez se disculpen. Jorge Fontevecchia, al final de la presidencia de Alberto Fernández, dijo ‘terminó la presidencia un buen hombre’. ¡¿Un buen hombre?! Todas estas cosas que yo enumeré son públicas y Fontevecchia las sabía. Son blanqueadores de degenerados políticos: gente del espectáculo, periodistas…”.

Sin embargo, a estos “blanqueadores”, el intelectual argentino sumó otro nombre más que relevante. “Hay un caso más, y es impresionante: el de Jorge Bergoglio”.

“Argentina llevó a lo más alto a un obispo que terminó siendo Papa. Una persona que también siempre fue un miserable político. Digámoslo con todas las letras: a Bergoglio le gustaban Chávez, los Kirchner, Rafael Correa, Evo Morales, y en cambio no le gustaban Macri, Lacalle Pou, en fin, los gobernantes democráticos. Siempre defendió esa camarilla mafiosa de narcotraficantes políticos, que es lo peor que ha tenido Latinoamérica y que la mantiene hundida desde hace muchos años”, aseveró.

Y relacionó esto con la situación de Venezuela. “Luego del fraude de Maduro y de que todos nos enteráramos de que están persiguiendo gente, de que están torturándola en El Helicoide, de que están persiguiendo a quienes fueron fiscales de mesa en las elecciones, de que están amenazando a todo el mundo, Bergoglio se quedó una semana callado, y recién entonces dijo que habría que ‘intentar el diálogo para llegar a la verdad’ y que hay que ‘hacer cosas para la paz’”, contó.

“Bergoglio es un miserable político, siempre lo fue. Pero cada vez que pasa una cosa así se supera. ¡¿Cómo le va a ‘pedir’?! En ningún caso se puede ‘pedir’, porque no se puede poner en pie de igualdad a los torturadores con los torturados. No se puede poner en pie de igualdad a los que hacen fraude con los que no hacen fraude. Ni mucho menos a los asesinos con los que tienen asesinados”, exclamó.

Siguiendo esa línea, trazó una comparación para explicar su rechazo a las palabras del Pontífice: “Si Bergoglio hubiese vivido en la época del nazismo yo no tengo duda que hubiese hecho un llamamiento para que los nazis y los judíos puedan llegar a conversar… No se iba a poder, porque básicamente los nazis metían a los judíos en campos de concentración y luego los mataban. Y acá pasa lo mismo: se pide que ambas partes dialoguen, pero una de las partes mata, tortura y hace fraude para quedarse en el poder. Está claro que no tienen ninguna intención de dialogar con nadie”.

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Argumentó: “Lo que ellos quieren es justamente ganar tiempo y reprimir sin tregua para quedarse en el poder. ¿Por qué Bergoglio no insta a Maduro, como han hecho muchos gobiernos del mundo, a que termine con la tortura, con la persecución de ciudadanos y con el fraude. ¿Por qué no puede construir esa frase? Pretende que hay dos partes. Como dijo la también nefasta Cristina Kirchner: ‘En Venezuela no hay ángeles ni demonios’. Pero claro que en Venezuela hay demonios. Y también hay ciudadanos de bien. Los demonios están hace años asesinando a los ciudadanos de bien”.

“Bergoglio no lo hace porque el modelo para Latinoamérica y para el mundo que él defendió siempre fue mucho más el de Maduro que el de los sectores democráticos”, insistió.

Y finalizó asegurando que “es un gran problema que Argentina haya generado a Bergoglio, y que Bergoglio se las haya arreglado para ser Papa”. “Son incontables las cosas que se podrían haber evitado. Porque la palabra de un Papa, cuando quiere parar la violencia, vale mucho. Pero él no condena la violencia, y dice que los torturados tienen que hablar con los torturadores y ponerse de acuerdo”.

“Argentina genera esta clase de miserables, como Alberto Fernández y Bergoglio, y es una buena explicación de por qué el país tiene una historia tan tortuosa. Los malos siguen llegando al poder por sobre la gente buena”, concluyó.

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