Esta semana se conoció el caso de una mujer trans presa en la cárcel de Bouwer, en Córdoba, que violó a otra reclusa mujer y la dejó embarazada.
Se trata de Gabriela Nahir Fernández. Su nombre anterior como hombre era Gabriel Fernández y había sido detenido en 2016 por violencia de género contra pareja de aquel entonces. Durante el proceso judicial, en 2018, manifestó autopercibirse mujer.
Por orden de la Justicia, las autoridades del penal la trasladaron entonces al Establecimiento Penitenciario N° 3 para Mujeres, y desde inicios de 2019 comenzó a acumular denuncias por maltrato y violencia contra sus compañeras mujeres. Ahora, Gabriela Nahir Fernández es acusada de haber violado y dejar embarazada a otra reclusa del establecimiento. Las autoridades y la Justicia decidieron entonces trasladarla a un pabellón sin contacto con otros presos.
Darío Lopérfido analiza este insólito hecho en su habitual espacio de los miércoles en Newsweek Argentina, y responsabiliza por este caso a los políticos imbuidos en la agenda ‘woke’.
EL DESPRECIO POR LAS MUJERES DE LA AGENDA ‘WOKE’
El análisis de Darío Lopérfido, desde España
Para el exsecretario de Cultura y actual coordinador de la Cátedra Vargas Llosa, “la problemática legal respecto a los cambios de sexo, al amparo de la cultura ‘woke’ imperante en los últimos años, ha mostrado las mayores idioteces y las políticas más delirantes (con la mayor cantidad de gente involucrada)”. Y repasó: “Esta semana nos enteramos de que un hombre que se autopercibe mujer, que estaba preso por violencia de género y había sido llevado a una cárcel de mujeres, violó y embarazó a una mujer que estaba presa allí”.
Siguiendo esa línea, opinó: “Si uno hubiera contado esta realidad distópica hace algunos años la hubieran tomado como una película de ciencia ficción: un personaje, un hombre, es acusado de pegarle a la esposa, y en el momento de encarcelarlo dice que él es una mujer; como simplemente dijo eso, lo meten en una cárcel de mujeres; y una vez allí viola a otra reclusa y la deja embarazada”.
“Es una realidad distópica, primero que nada, porque todo el accionar es un insulto a la inteligencia humana. Pero, además, porque denota un profundo desprecio hacia las mujeres. Meter a un tipo acusado de violencia de género en una cárcel de mujeres es poner en peligro a todas las reclusas mujeres, porque efectivamente metiste allí a un hombre violador. Y nos enteramos de este caso porque una de ellas quedó embarazada, pero vaya uno a saber a cuántas más pudo haber violado ahí adentro”, señaló.
De acuerdo al intelectual argentino, “lo curioso es que para semejante disparate pueda ocurrir los países sancionaron leyes, hubo manifestaciones, se habló de derechos”. “Yo no sé cuál es verdaderamente el derecho que tiene un hombre que cuando cae en prisión tras haber sido condenado dice que es mujer. ¿Es un derecho estar encerrado con un montón de mujeres? Es como un niño en Disneylandia. Un violador rodeado de mujeres a las que puede violar y hacer lo que quiera”, planteó.
Pero para Lopérfido este fenómeno no tiene fronteras, y recordó un caso que generó polémica en el mundo entero: “A semejante dislate mucha gente lo llamó ‘derechos’ en el auge de la cultura ‘woke’. En Escocia hubo una primera ministra llamada Nicole Sturgeon, que hizo algo típico de los políticos de la cultura ‘woke’: había impulsado una ley para que la autodeterminación de género se pueda hacer a partir de los 16 años y sin diagnóstico médico. Entonces, a partir de los 16 años alguien podía decidir si era varón o mujer, sin ningún tipo de supervisión. La ley fue bloqueada por el Gobierno británico y se hicieron encuestas, las cuales mostraron que, naturalmente, la mayoría de los escoceses estaba en contra de la medida. Pero en el medio de todo esto pasó que un hombre que había sido condenado por violar a dos mujeres, se cambió de sexo en medio del juicio y se hizo mujer. Se puspo de nombre Isla Bryson (como hombre se llamaba Adam Graham). Incluso apareció en el juzgado con una peluca. Al ser condenado lo ingresan en una prisión femenina, siendo un violador condenado por dos casos de violación. Esto provocó tal escándalo que derivó en el bloqueo de la ley de Sturgeon, en una caída brutal en las encuestas y en la renuncia de la primera ministra. Realmente desconozco la labor de esta primera ministra, que llevaba ocho años en el cargo, pero si era capaz de desarrollar tal nivel de idiotez entonces estuvo bien que haya renunciado. Debe haber sido un alivio para los escoceses”.
De todos modos, aseguró que no se trata de un tema de posturas personales. “A mí me da absolutamente igual lo que cada uno haga con su sexo. No solo porque me considero respetuoso, sino porque me importa un pito lo que haga la gente en la intimidad. Si se quieren acostar hombre con mujeres, hombres con hombres, mujeres con mujeres, mujeres que se hicieron hombres con hombres que se hicieron mujeres, me da exactamente igual”, aclaró.
“Lo que me produce muchísima curiosidad es cómo de algo que debe ser estrictamente privado se pudo hacer un aparato legal que involucra a los poderes públicos, a jueces, a legisladores, y que todo eso se convierta en una cadena de estupidez tan grande, impulsada por los lobbies identitatrios, los lobbies LGBT, y viene produciendo estos acontecimientos que, si no fueran tan desgraciados, serían desopilantes”, señaló.
“Pero hablamos de violaciones y no causa gracia, porque lo que está pasando es que estamos dejando a las mujeres a merced de un violador que lo único que tuvo que hacer fue decir, cuando lo agarraron, ‘no soy más hombre, soy mujer’. Con eso basta para que te pongan en una cárcel femenina. La inteligencia humana es limitada, pero la estupidez humana no tiene límites”, añadió.
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Continuando con su argumentación, Lopérfido subrayó: “Me molesta enormemente de todo esto. Y lo mismo con lo que ocurre con los deportistas que biológicamente son hombres y un día se identifican como mujer y eso les da derecho a competir con mujeres. Vale la acotación, la mujer del violador escocés contó que su exmarido jamás en la vida había siquiera mencionado la posibilidad de sentirse mujer. Era obvio que se trataba de una maniobra”.
Y enfatizó: “Son hombres inescrupulosos que se las arreglan para ser violadores e ir a una cárcel de mujeres; hombres deportistas mediocres que compiten contra mujeres y ganan. ¿Quién termina siendo la víctima de todos estos casos? Las mujeres. ¿Qué es lo que se ha logrado con toda esta idiotez impulsada por políticos y convalidada por los jueces? ¿A quiénes han perjudicado en el ciento por ciento de los casos? A las mujeres”.
“Estos lobbies LGBT, estos políticos seguidores de esa ideología ‘woke’, estos jueces que aplican estas ridículas medidas y mandan a hombres a cárceles de mujeres, estas entidades deportivas que admiten a hombres que se hacen mujeres y los ponen a competir con mujeres, lo que tienen es un profundo desprecio por las mujeres. Porque las victimizan con su idiotez y su pensamiento”, consideró.
Finalmente, se mostró esperanzado con un posible cambio de paradigma. “Esperemos que los cambios políticos que se están dando en el mundo terminen con esta racha de idiotez tan grande que ha creado esta realidad distópica en la que las únicas que tienen todo para perder son las mujeres”, concluyó.