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La otra semana, por Darío Lopérfido: la indigencia intelectual de los actores K y su defensa del fascismo y el terrorismo
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La otra semana, por Darío Lopérfido: la indigencia intelectual de los actores K y su defensa del fascismo y el terrorismo

El lunes por la noche en la Usina del Arte de Buenos Aires se llevó a cabo la entrega de los premios Martín Fierro al Cine y las Series, organizada por APTRA, con la colaboración de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina.

Pero más allá de la premiación en sí y de los ganadores de la ceremonia, el evento trascendió por la gran cantidad de discursos políticos por parte de quienes subieron al estrado a agradecer sus reconocimientos, en medio del conflicto entre la industria audiovisual argentina y el Gobierno de Javier Milei por la quita de subsidios a través del INCAA.

Como todos los miércoles, Darío Lopérfido, exsecretrio de Cultura y actual coordinador de la Cátedra Vargas Llosa, dialogó con Newsweek Argentina para analizar hechos destacados de la realidad nacional e internacional a través de su aguda mirada. En ese marco, se refirió a esta entrega de premios y fue sumamente crítico respecto a la actitud del mundo del cine, plasmada en sus discursos.

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LA INDIGENCIA INTELECTUAL

En análisis de Darío Lopérfido, desde España

Para el intelectual argentino, “las entregas de premios al espectáculo – y quiero cuidar bien las palabras y no decir ‘cultura’, sino ‘espectáculo’ o tal vez ‘farándula’, a la gente que hace series y películas- se han convertido desde hace mucho tiempo en una cosa bizarra, patética”. Y señaló: “Reciben los premios y, en lugar de agradecerlo y dedicárselo a su esposa, o a su esposo, o a su amante, o a su perro, ponen cara solemne y hacen discursos de una vulgaridad intelectual fabulosa”.

Sin embargo, subrayó: “Es importante aclarar, como hizo Osvaldo Bazán, que los actores no son gente sofisticada: son profesionales que repiten lo que escribió otro. Desde luego, hay algunos que sí son sofisticados y se han dedicado a ser actores, pero son los menos”.

“La gran mayoría de los actores, a quienes los espectadores tenemos idealizado, son (y créanme porque conozco mucho ese mundo) son brutos y no tienen ninguna sofisticación intelectual. Trabajan básicamente de aprenderse la letra y decirla. Algunos pocos lo hacen ciertamente con un talento muy especial para hacerlo, pero son escasos”, opinó.

Desde luego, Lopérfido no considera que eso sea un problema en sí, pero sí lo es el contraste entre su capacidad y su actitud. “Lo que a mí me resulta curioso –y esto sucede en todo el mundo, pero en particular en Argentina- es que creen que dicen algo importante, cuando no dicen nada que merezca la pena escuchar. En segundo lugar, lo dicen mal. Tercero, hacen apelaciones históricas que son barbaridades. El otro día una actriz decía ‘nada se va a resolver individualmente’, ‘tienen que entender que todos no sé qué’. Un discurso casi fascista, colectivista, algo que podría haber dicho Mussolini”, consideró.

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Para explicar mejor su idea, apeló a un caso puntual sucedido durante la premiación del lunes. “El momento culminante fue el discurso de Norman Briski, un actor que toda la vida ha dicho idioteces. Es una persona que, en lugar de agradecerle a Dios que puede vivir de ser actor y de dar clases de teatro, cree que tiene cosas importantes para decir sobre el mundo”.

Y detalló: “Hizo un discurso hablando de Gaza y diciendo ‘Gaza nunca se rendirá’. Norman Briski no duraría un minuto en Gaza: lo matarían inmediatamente por ser judío y, además, la gente con la que se juntan Norman Briski y los demás actores, tampoco durarían un minuto vivos. En Gaza, por ejemplo, las mujeres no hacen lo que se les da la gana. No recuerdo ninguna declaración de Norman Briski cuando Hamás atacó a Israel, cuando los terroristas de Gaza pasaron a Israel y mataron, secuestraron y violaron mujeres. Si hubiese tenido un ápice de humanidad, podría haber dicho en su discurso que le preocupaban los judíos que siguen secuestrados en Gaza”.

“Son esa clase de gente presuntuosa que cree que está diciendo algo para la posteridad. En la posteridad nadie se va a acordar de Norman Briski, porque no ha hecho nada realmente importante ni trascendente en la vida”, enfatizó.

En tanto, agregó: “A los otros que reclaman por el cine, el presupuesto, el ataque a la cultura, es preciso decirles que no hay tal ataque a la cultura. El ataque a la cultura se hacía en la época de los Kirchner. Como bien lo recordó Luis Brandoni, había listas negras. El que criticaba al kirchnerismo no trabajaba. Y Luis Brandoni integraba esas listas negras. Yo recuerdo haberlo hablado con él en aquel momento: él sabía que si aparecía en una película no iban a tener el apoyo del INCAA”.

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Siguiendo con su argumento, recordó: “La Asociación Argentina de actores, una entidad kirchnerista, una de las organizaciones más degradadas que ha llegado al ridículo apoyando al Gobierno de Cristina Kirchner y luego al de Alberto Fernández en lugar de reclamar que todos los actores tuvieran lugar más allá de su pensamiento político. La asociación de actores kirchneristas no decía nada. Al contrario, se perseguía a los que pensaban distinto. Lo sufrió Brandoni, lo sufrió Casero y muchos otros”.

“Hablan desde ese banquito de superioridad moral los que han hecho silencio porque tenían trabajo y hoy forman parte de esa fiesta patética, porque no tiene ninguna relevancia. ¿A quién le importa el Martín Ferro del Cine? Sin embargo, se visten como si fuesen a recibir el Oscar para esos 15 minutos de sentirse que son gente que está por encima del resto de la sociedad, solo porque hacen películas y se pueden vestir para una fiesta”, aseveró.

Continuando con sus críticas, sostuvo que para entender esos discursos es preciso poner en la ecuación los recortes a los subsidios. “A esas películas, en su gran mayoría y hasta el recorte del INCAA, no las veía nadie. Recibían subsidios pero tenían 800, tal vez 1.000 espectadores. Se gastaban millones para hacer películas que nadie veía”, expresó.

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Y añadió: “Paradójicamente, lo que resultó un éxito son las producciones que fueron premiadas ayer (con Guillermo Francella y Luis Brandoni como protagonistas) que no tuvieron dinero público. Como bien dijo Brandoni, ‘cuando estábamos prohibidos, en una lista negra, nos eligió el público’. A los que hacían películas con 800 o 1.000 espectadores no los eligió el público, sino el instituto de cine, haciendo negocios en el medio y cobrando y repartiéndose la plata de los contribuyentes que pagan impuestos con sus entradas al cine. Gracias a eso esta gente pudo jugar a ser revolucionarios de plastilina”.

“También me resultó interesante que lo que eligió el público fue ‘El encargado’, protagonizada por Francella, alguien realmente importante, que representa todos los valores contrarios al kirchnerismo y se ha hecho con dinero privado y nadie le puede reclamar absolutamente nada. Y lo mismo Brandoni con su serie”, sentenció Lopérfido.

Finalmente, fue muy duro respecto a los actores y la industria audiovisual. “Quisiera resaltar que el embrutecimiento de los actores se evidencia en que no tienen nada para hablar de cine. Ni de novelas. Ni de nada. Pese a que trabajan de eso, solo pueden subirse y hablar de que les sacan la plata, hacer un acto opositor en contra de Milei, o a favor de Hamás en Gaza. No pueden intelectualizar nada. Son gente que trabaja en la industria audiovisual y no puede hablar de lo que está pasando en esa industria en el mundo, ni de cómo se hizo una película, ni de una novela que hayan leído. Hablan de cosas de las que no saben, siempre con un rostro solemne. Dan realmente muchísima vergüenza. Es vergonzoso quienes sean llamados por algunos ‘gente de la cultura’ tengan tan bajo nivel intelectual y que crean que a la población le importa algo lo que ellos dicen. Nadie se va a acordar a la mañana siguiente a la entrega del premio. No están hablando para la posteridad: se están hablando entre ellos. Y como todo grupo cerrado en el que se hablan entre ellos, sin poder contrastar o polemizar con los que están afuera y piensan distinto, terminan embrutecidos y parecidos a una secta”, concluyó.

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