Esta última semana, tanto el presidente Javier Milei como el expresidente Mauricio Macri habilitaron la posibilidad de unir fuerzas entre La Libertad Avanza y el PRO para las elecciones legislativas de este año.
Pero lo que sucedió a continuación no fue el trazado de un plan de trabajo o gestos de acercamiento, sino una serie de discursos rupturistas dentro del PRO, ataques encarnizados desde el Gobierno a sus aliados críticos y un éxodo de dirigentes en busca de espacios políticos en los que posicionarse mejor.
El caso más resonante fue el de Luis Juez, presidente del bloque del PRO en el Senado, quien renunció a ese espacio para sumarse a las filas del mileísmo, en busca de una candidatura a gobernador de Córdoba por el espacio libertario.
Con su siempre aguda mirada, Darío Lopérfido analiza este escenario en su habitual espacio de los miércoles en Newsweek Argentina.
EL ENEMIGO ES EL KIRCHNERISMO
El análisis de Darío Lopérfido, desde España
Para el exsecretario de Cultura argentino y actual coordinador de la Cátedra Vargas Llosa, “la política argentina empieza a dar señales penosas de peleas entre todos a partir de la actitud que deben tener el PRO y La Libertad Avanza en las próximas elecciones”. “Y no hay que confundir qué es lo que están discutiendo: no están discutiendo qué es mejor para el país, sino cómo acomodarse mejor en este nuevo escenario que nadie imaginaba hace poco más de un año”, señaló.
Como se indicaba, Lopérfido puso de relieve el caso de Juez. “El ejemplo más concreto es el de Luis Juez que es el presidente del bloque de Senadores del PRO y que ahora dice que va a dejar ese cargo para irse a LLA para ser candidato a gobernador de Córdoba”.
Y opinó: “Estos actos miserables de la política suceden siempre que empieza a verse una cierta estabilidad. No bien se estabiliza un poco la economía (porque la inflación paró y empiezan a verse algunas buenas señales), la política entra en ‘modo vacaciones’. Y como va a haber Milei para muchos años, piensan ‘discutamos mejor cómo nos acomodamos en torno a él’. Y nadie (o casi nadie) se plantea que las acciones políticas deben estar destinadas a mejorar la situación del país y no solo a la conveniencia política”.
Según su visión, los desafíos hoy siguen siendo muy importantes: “Por un lado, el presidente dijo ‘tenemos que ir con el PRO para terminar con el kirchnerismo’. Por otro, el PRO arma una comisión y nada pasa en el medio más que declaraciones en los diarios. Todo lo que se lee, alimentado por lo que los políticos les cuentan a los periodistas, es absolutamente intrascendente; a nadie le importa la declaración que haga uno u otro”.
“Esa sensación de que la política puede volver a jugar a la política porque el desastre ya pasó es falsa. El desastre en la Argentina siempre está a la vuelta de la esquina”, aseveró.
En ese sentido, insistió: “Por cierto que hay mejoras. La inflación es una, y es impresionante lo que hicieron después del desastre de Alberto Fernández y Sergio Massa. Pero lo que viene para adelante es mucho más complejo, porque se trata de buscar la reactivación, de recomponer el sistema jubilatorio que perjudica a los que aportaron por sobre los que no aportaron, de que la estabilidad se mantenga, de un montón de cosas difíciles”.
Pero advirtió: “Esta especie de ‘primaverita’ por la baja de la inflación hace que nadie discuta en serio. Todo el mundo está viendo qué le conviene más, como lo hace el señor Luis Juez y otros, en lugar de pensar qué le conviene más al país o al menos qué tipo de alianza o metodología es la más duradera para que no haya ninguna pesadilla electoral en la que el kirchnerismo pueda, por desidia de sectores democráticos, volver a recomponerse”.
Tal como lo viene señalando en columnas anteriores, Lopérfido explica que el Gobierno de Milei es dogmático y no acepta el diálogo constructivo en la interna con sus aliados. “El Gobierno tiene un serio problema que yo señalo siempre: dicen que hay que aceptarlo todo o rechazarlo todo. Y eso está mal, aquí y en todo el mundo. Me pueden gustar cosas de un gobierno y otras, no tanto. El tema es construir sobre una masa crítica que entienda que cuando alguien se queja de algo no es un enemigo. Es una persona, que puede ser un aliado dentro de un objetivo mayor, que es consolidar un polo de poder opuesto al desastre del kirchnerismo durante años”.
Sobre este punto, detalló: “A los que nos parece bien que haya bajado la inflación, que la seguridad haya mejorado, que se estén desregulando cosas que eran arreglos mafiosos de la política, no nos convierte en enemigos aunque digamos que lo de Lijo está mal y va en contra de lo que debería hacer un gobierno que está del lado de las buenas causas. Y lo mismo con la designación de Vázquez en la DGI, quien no solo tiene departamentos en Miami sin declarar y ascendió a su mujer, sino que ahora además no enteramos de que sus colaboradores más cercanos eran los mismos que estaban en la época de los Kirchner para cubrir a delincuentes como Lázaro Báez y Cristóbal López. Y los mismos que hacían operaciones usando la AFIP, enviando intimaciones a los que pensaban distinto”.
Esto, alertó el exdirector del teatro Colón, puede tener serias consecuencias en un futuro no muy lejano. “Somos muchos los que pensamos que este Gobierno hace muchas cosas que están bien y también otras que no lo están. Y eso no te convierte en un enemigo. Entonces, el Gobierno debería tener una mirada sobre esos sectores; y el PRO tendría que comportarse pensando en que la crisis puede volver. Estos pases de magia como el de Luis Juez, o defender una cosa u otra de acuerdo a una conveniencia personal por sobre la del país, son cosas que están intrínsecamente mal”, sostuvo.
“No son tiempos de jugar a la política, cuando en el horizonte se puede ver que el kirchnerismo puede ganar la elección en la Provincia de Buenos Aires con Cristina a la cabeza”, enfatizó.
Y propuso: “Es hora de que la política dé un salto de calidad y de que el Gobierno deje de poner en la lista de enemigos a quienes apoyan un proceso de cambio pero no cosas como las de Lijo o Vázquez. Justamente, como bien lo dijo el presidente, son la reivindicación de gente que ha hecho cosas espantosas durante el kirchnerismo”.
Para el intelectual argentino, el caso de Lijo es paradigmático. “Hoy Lijo está en las noticias. Acaba de sacar un fallo pidiendo que se resguarden los sitios de la Memoria, en el marco de la discusión sobre el financiamiento de la ex ESMA y la reestructuración que está llevando adelante el Gobierno. Algunos empleados kirchneristas presentaron un recurso de amparo y Lijo ya sacó un fallo contra el Gobierno. Esto es Lijo. Ahora está buscando los votos de los kirchneristas en el Senado. No es que le importen los sitios de la Memoria. A Lijo no le importa nada más que el rosqueo judicial. Si tiene que avalar fallos kirchneristas para que lo voten, lo va a hacer. Todavía no es juez de la Corte y ya hace estas jugarretas, como lo ha hecho toda su vida para congraciarse con un sector político y en contra de la voluntad del Gobierno”, vaticinó, y sumó: “Cuando estamos en contra de personajes como este, es porque los conocemos. Sabemos que gente como Lijo va a traicionar al Gobierno en la primera oportunidad en que lo necesite”.
Por último, pidió no olvidar qué es lo importante para la gente. “Finalmente, me gustaría señalar que hoy mataron a otro policía de la Ciudad en el Conurbano y que siguen las consecuencias de la estatización de YPF que llevó adelante Kicillof, con reclamos internacionales que le van a costar mucho dinero a la Argentina. Estos son los temas importantes, y no las peleas acomodaticias entre los políticos”, concluyó.