La semana pasada, luego de que la Justicia condenara al exgobernador tucumano Jorge Alperovich por abuso sexual y violación de su sobrina y exempleada, el periodista Alejandro Alfie, del diario Clarín, publicó en sus redes sociales una investigación en la que acusa a su colega Pedro Brieger (de C5N y Radio 10) de al menos cinco casos de acoso sexual entre 1994 y 2019.
Según Alfie, Brieger acosó a cuatro periodistas y a una secretaria de una universidad de la que era docente. Ninguna de ellas se atrevió a hacer la denuncia formal hasta ahora, pero Leticia Martínez y Laura Carpineta, decidieron romper el silencio también en sus redes y contar sus casos en el marco de esta investigación periodística. A continuación, comenzaron a aparecer cada vez más mujeres asegurando haber vivido episodios similares, y el tema hoy no parece tener fin.
En exclusiva para Newsweek Argentina, Darío Lopérfido analizó este tema y señaló una doble vara por parte de un cierto sector de la prensa al que calificó como “kirchnerista”, el cual expresó su repudio inmediato en casos similares en los que el acusado no era afín a sus ideas, mientras que ahora guardaban silencio y pedían respetar la presunción de inocencia.
Primer caso: la periodista Agustina Kämpfer contó en el año 2010 que sufrió situaciones de acoso por parte de Pedro Brieger cuando estudiaba en TEA (Taller Escuela Agencia), en la sede porteña de Lavalle y Junín (ella estudió allí entre los años 2000 y 2002). (Sigue ⬇️)
— Alejandro Alfie (@alejandroalfie) June 23, 2024
LOS «MISERABLES» Y EL NUEVO PODER DE LAS REDES
El análisis de Darío Lopérfido, desde España
Para el intelectual argentino, el tema es “fascinante”, en el sentido de que “tiene varias aristas interesantes” para analizar y desnudar una metodología que él atribuye a la izquierda y, específicamente en Argentina, al kirchnerismo.
“Alejandro es un periodista muy serio, que escribe en Clarín”, comenzó su evaluación, y afirmó: “Pero la denuncia la realiza públicamente en una red social: en X (ex Twitter). Así, una vez más vemos que hay informaciones que nacen y se convierten en noticia por las redes sociales y no por los medios de comunicación”.
Este fue el eje de su columna de la semana pasada en Newsweek Argentina: la caída de los medios de comunicación tradicionales a manos de las redes, por culpa de una ideologización del rol periodístico. En esta oportunidad, sostuvo: “Hay una frase que a mí me gusta usar: cuando no ocupás un lugar, lo va a ocupar otro. En este caso, cuando no ocupás el lugar de la información correcta, alguien lo va a ocupar. En este caso, Twitter. Y, en este caso, un periodista en Twitter. No existe más eso de que lo que no sale en los medios no se convierte en noticia”.
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Pero ese es solo un primer aspecto, de acuerdo a su visión. “La segunda particularidad de esta denuncia es que tiene mucha credibilidad, porque hay muchos testimonios de mujeres. Algunas dicen quiénes son; otras prefieren no decirlo. Corresponden a distintos momentos de la vida de este señor; y certifican y dan detalles de lo que este señor hacía. Y es interesante, porque algunos periodistas sostienen que en el medio todo el mundo lo sabía, pero nadie lo decía”, aseguró.
“Yo creo mucho en el principio de inocencia y lo defiendo. El grandísimo problema es que el principio de inocencia para estos temas ha desaparecido, y ahora genera contradicciones: toda esa gente que en Argentina acusó a un montón de gente por cuestiones similares antes de que hubiera un fallo judicial, ahora está paradójicamente callada”, matizó.
Para el exsecretario de Cultura y actual coordinador de la Cátedra Vargas Llosa, hay una palpable protección mediática: “No es la primera persona a la que se la acusa de esto. De hecho, contra algunas de ellas hubo manifestaciones, pronunciamientos claros. Sin embargo, ahora, sobre Pedro Brieger hay un completo silencio y muy poca repercusión del tema en los medios”.
“¿Por qué será?”, se pregunta. Y responde: “Porque es un periodista kirchnerista, y porque tiene poder”.
Lopérfido recordó: “Pedro Brieger había tenido conductas miserables en muchísimas oportunidades. Vale recordar que siguiendo una práctica nefasta de los periodistas kirchneristas. Él tenía un programa en la Televisión Pública, y cuando hubo un cambio de gobierno y le tocó irse (lo cual es una cuestión normal: termina el contrato y te vas, porque no estás ahí para toda la vida; estás puesto porque sos de ese partido político y ese partido político te puso ahí), le hizo juicio al medio, como lo hicieron también Barone y varios que estaban en Radio Nacional). Por su miserabilidad intelectual terminaron pagando todos los ciudadanos”.
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“En Argentina, cuando los jueces fallan -vaya a ver por qué- lo hacen siempre a favor de esta gente. Lo repito: Brieger, que tenía un programa malísimo en la Televisión Pública, en cuanto le dijeron que no seguía le hizo un juicio al canal público y fue beneficiado con una cifra millonaria”, subrayó.
Un tercer aspecto, de acuerdo al también exdirector del teatro Colón, tiene que ver con lo ideológico y con un honesto ejercicio de la profesión periodística. “Como todos los periodistas kirchneristas, se conmueven mucho todo el tiempo por la Dictadura argentina, pero no les importa nada las dictaduras en otros países. De hecho, las apoyan con absoluta tranquilidad”, indicó, y agregó: “Es conocida e histórica la posición de los kirchneristas en los casos de Venezuela, Cuba, Irán. Todas esas son dictaduras súper crueles, pero a esta clase de periodistas les parece que tienen siempre un motivo de justificación”.
En ese mismo sentido, añadió: “También es pública su posición totalmente anti-Israel, inscrita en la lógica de muchos que, en el fondo, creen que Israel no debería existir. Se olvidan de que los reclamos palestinos son impulsados por la organización terrorista Hamás y que Israel es atacado por Hamás y Hezbolá desde el Líbano. Creen que siempre Israel tiene la culpa de todo, inclusive cuando lo atacan”.
EL PODER Y EL SENTIMIENTO DE IMPUNIDAD
“Volviendo a la cuestión del abuso sexual”, continuó Lopérfido, “estoy dispuesto a dar siempre el beneficio de la duda -por el principio de inocencia- si el feminismo, el movimiento ‘Ni una menos’ y todas esas agrupaciones hubieran respetado antes el principio de inocencia en otros casos”. Y sentenció: “Si no se respeta para uno, no se respeta para nadie”.
Siguiendo esa línea, consideró: “Que Brieger se defienda en la Justicia, en los medios de comunicación en los que trabaja. Tiene derecho a defenderse. Pero lo que no puede pasar es que no se hable del tema, porque desgraciadamente la doctrina que organizaciones feministas en todo el mundo han impuesto es que ‘si una mujer lo dice, entonces es verdad’”.
“Pero me surge una reflexión más: cómo esta gente se maneja siempre con impunidad. Y no me quiero detener en una cuestión estadística por más que sea evidente que el kirchnerismo tiene un montón de abusadores sexuales y violadores. Lo llamativo es cómo ser de izquierda, el pensamiento de izquierda, pareciera dar impunidad. Pasa en todo el mundo, pero en Argentina es algo muy marcado”, resaltó.
Y prosiguió: “Estas personas se terminan creyendo esa impunidad y no se aggiornan. Ni siquiera se ponen a pensar que hoy estás a un tuit de perder esa impunidad. Si hiciste algo así, si cometiste algún acto de violencia contra mujeres o de abuso sexual, te puede explotar, y vos seguís con las mismas prácticas que tuviste durante años porque eras impune, eras de izquierda y eras periodista. Nada malo te podía pasar. Nadie te iba a acusar. , si alguien te acusaban de algo, esa persona era la que iba a tener el problema, porque iba a perder el trabajo y le podían pasar 200 cosas malas”.
Para Lopérfido, sobran ejemplos de esto mismo. “Esta izquierda periodística argentina es tan nefasta que durante años tuvieron ese sentimiento. Vale simplemente acordarse de Horacio Verbitzky diciendo que se había robado unas vacunas porque era amigo de Ginés (González García), cuando no había vacunas en la Argentina”, rememoró, y sumó: “Verbitzky ya no puede ocultar que él es impune y puede hacer cualquier cosa y decirlo, porque total nadie lo va a tocar nunca”.
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“De todos los grupos espantosos que hay en Argentina, el periodismo de izquierda debe ser de los peores”, enfatizó, pero aclaró: “Cuidado, no hablo del periodista que es de izquierda. Un periodista puede tener cualquier ideología, pero debe respetar su profesión. No, yo hablo de los propagandistas de la izquierda, los defensores de dictaduras o, mejor dicho, críticos de unas y defensores de otras. Me refiero al que trabaja como periodista para llevar siempre agua hacia la izquierda; no al periodista que es serio, investiga, tiene fuentes y puede ser de la ideología que quiera. Los que yo digo han sido nefastos para el pensamiento en la Argentina”.
Finalmente, el intelectual denunció también la “hipocresía” con la que suelen manejarse. “Pedro Brieger, por ejemplo, iba a las marchas del ‘Ni una menos’ aun cuando ya había tenido denuncias de acoso. Siendo docente en la Universidad de Belgrano se había tenido que ir por propasarse con una chica. Son de lo peor. Se creen que hablando del proletariado y de los pobres tienen chapa para convertirse en faros morales, pero en verdad se convierten en personas verdaderamente miserables. Miserables en todo sentido”, aseveró.
Sin embargo, como señalaba al principio, Lopérfido lee este y otros casos como la punta del hilo para desenredar una trama de impunidad. “Me parece muy interesante que esto esté pasando esto, ya que sirve también para explicarles a todos los ‘impunes’ que no tienen más protección. Hoy se critican mucho las redes sociales, pero esas redes sociales pueden poner sobre la mesa un tema de esta de esta gravedad. Porque cada vez que una mujer sufre abuso sexual es un problema grave; las víctimas sufren severos traumas y, además, es una cosa muy desagradable, espantosa”.
Y concluyó con una lapidaria advertencia: “Sépanlo: la cobertura de siempre ya no les sirve. Los abusadores con poder pueden tener protección mediática haciendo lobby con sus amigos en todos los medios, pero va a saltar alguien y lo va a poner en un tuit, como afortunadamente pasó en este caso. Por eso felicito al periodista Alejandro Alfie, que tuvo el coraje y la valentía de hacerlo, enfrentándose al lobby de su propia profesión”.