Este lunes, el presidente Javier Milei finalmente mandó al Senado los pliegos de Ariel Lijo y Manuel José García Mansilla para sumarse a la Corte Suprema de Justicia. Ambos documentos llevan las firmas del mandatario y de su ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona.
En el caso de Lijo, fue propuesto para ocupar el quinto asiento en el máximo tribunal, que quedó vacante tras el retiro de Elena Highton de Nolasco; y en cuanto a García Mansilla, se trata de un hecho inédito, ya que fue propuesto para reemplazar a Juan Carlos Maqueda, todavía en actividad, pero que a fin de año cumplirá 75 y alcanzará la edad jubilatoria (y por ahora no presentó ningún pedido para extender su mandato).
Pero las miradas giran desde hace meses en torno a la elección de Lijo, quien enfrenta una gran cantidad de denuncias y críticas y una cantidad récord de pedidos de impugnación.
Para analizar este tema, Newsweek Argentina consultó a Darío Lopérfido, quien ofreció su siempre aguda mirada y subrayó “el vergonzoso silencio” de la clase política ante lo que considera “la búsqueda de la impunidad de Cristina Kirchner”.
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RECHAZAR A LIJO ES IMPEDIR LA IMPUNIDAD DE CRISTINA
El análisis de Darío Lopérfido, desde España
El Gobierno formalizó la candidatura del juez Ariel Lijo a la Corte Suprema. Esta es una maniobra más propia de un país bananero; esto podría suceder en Haití, por ejemplo.
Justamente, es un juez que representa los valores contrarios a la Justicia; un juez que está investigado en el Consejo de la Magistratura; un juez especialista en dormir causas que involucran al poder; un juez con la responsabilidad que tiene sobre el tema de las acciones de YPF que ahora hace que el país tenga que pagar US$ 16.000 millones, siendo que si él hubiera actuado antes eso probablemente no hubiera sucedido; un juez que le dio impunidad a Amado Boudou. Son incontables las barbaridades que ha hecho Lijo, además de haber serias sospechas sobre su situación patrimonial, porque entre él y el hermano tienen propiedades y una vida que con el sueldo de un juez no podría tener.
Y esto se suma a la barbaridad de que el hermano sea considerado un “operador judicial”, un tipo que va y ayuda en causas, siendo el hermano de un juez federal. Esto pasa en países a los que no aspiramos que Argentina pertenezca, sino a aquellos que se denominan “el tercer mundo”.
Lo curioso es que esto sucede en un Gobierno que habla todo el tiempo en contra de la casta, y Lijo representa la casta más que nadie. No hay ningún juez que represente más claramente a la casta judicial y política, porque él tiene relaciones con los políticos a los que, según lo que haga, puede beneficiar o ayudar cuando están en una situación comprometida.
Lijo representa la impunidad de Cristina Kirchner. Y va a tener la capacidad de que cuando sus causas lleguen a la Corte Suprema él pueda dormirlas o hacer lo que habitualmente hace.
Pero me quisiera detener en lo que para mí es el punto más importante: es impresionante el silencio de la clase política frente al caso de Lijo. Dicen que tiene los votos en el Senado y nadie se expresa acerca de lo inconveniente de Lijo.
Los kirchneristas lo van a apoyar, lo van a votar todos, y esa es la mejor pauta para darse cuenta de lo que pasa con Lijo. Porque los kirchneristas lo van a votar porque él puede garantizar la impunidad de Cristina Kirchner con varias causas que van a llegar a la Corte Suprema.
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Todos los que hayan llegado al Senado por Juntos por el Cambio deberían estar ya diciendo que no van a votar a Lijo: los radicales, los del PRO, todos tendrían que estar diciendo eso y haciendo campaña en contra de esto y tratando de bloquear esa candidatura, que necesita dos tercios en el Senado.
En cambio, hay un silencio muy grande. Un escucha que los políticos hablan de temas, pero la posición de quienes formaron parte de Juntos por el cambio debería ser: “Nosotros apoyamos al Gobierno en la Ley Bases, pero no en la nominación de Lijo”. ¿Por qué no dicen nada? Es muy impactante.
Asimismo, esto debería responder a la lógica republicana de que se apoya lo que está bien y no lo que está mal. Lo de Lijo es absolutamente claro que está mal y que es una maniobra de un sector de la Justicia, donde está Lorenzetti, que es un ministro de la Corte que seguramente le prometió cosas al Gobierno de Milei. Cosas que cuando Lijo esté en la Corte van a cumplir.
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Y ese es el otro tema: que cuando Milei tenga una ley que le puedan declarar inconstitucional, o un problema personal porque lo acusen de algo, Lijo lo va a traicionar. Porque Lijo responde a lo que opina la corporación judicial y a lo que le conviene a él.
Me parece absolutamente escandaloso que el PRO, la UCR y los que integran el viejo Juntos por el Cambio no se estén expresando con claridad frente a lo que es un tema de una gravedad institucional muy grande.
Insisto: hay que apoyar al Gobierno en la Ley Bases y lo que tiene que ver con el achicamiento del Estado, con la baja de impuestos, con la reforma laboral, y hay que apoyarlo con todas las fuerzas. Pero en esto no hay que apoyarlo, y es extraño que partidos que se supone que expresan el sentido republicano (y que tienen senadores) estén en un silencio tan vergonzoso. Esperemos que, cuando llegue la hora de votar, se rectifiquen y voten en contra, porque el electorado que representan tiene un sentido republicano.
Apoyar al Gobierno en todas las reformas que quiere hacer y todo lo que sume para sacar a la Argentina de la pobreza es una obligación política de todos. Pero marcar las cuestiones críticas, y sobre todo cuando es un tema delicado en cuestiones críticas, como la institucionalidad y la Corte Suprema de Justicia, es más que una obligación, y no implica ponerse en contra del Gobierno. Es simplemente decir que se va a acompañar la Ley Bases y todos los cambios importantes, pero que no se va a apoyar a un juez que instala una duda muy fuerte respecto a la búsqueda de la impunidad, especialmente de Cristina Kirchner.