Este martes 2 de abril se cumple un nuevo aniversario del desembarco de las tropas argentinas en las Islas Malvinas en 1982, puntapié inicial a uno de los capítulos más trágicos de la historia del país. La fecha no solo permite recordar a los caídos y honrar a los excombatientes, sino que también ha funcionado históricamente como una oportunidad para ratificar el reclamo argentino por la soberanía sobre esos territorios ocupados por el Reino Unido.
Sin embargo, el escenario en 2024 parece mucho más complejo. El presidente Javier Milei y su canciller, Diana Mondino, han relativizado durante su campaña la llamada “Cuestión Malvinas”, e incluso el mandatario exaltó la figura de Margaret Tatcher, a quien incluso defendió en el último debate presidencial antes de la segunda vuelta de 2023.
La opinión pública no tomó de la mejor manera esos comentarios y ambos candidatos debieron recular, al punto que, al asumir, la Cancillería emitió un comunicado en el que ratificaba el reclamo argentino y su tradicional postura diplomática, pero al tiempo que avanzaba en una nueva era de “simpatía” ideológica con el Gobierno británico.
Entonces, ¿es prioridad hoy para el Gobierno la Cuestión Malvinas? Guillermo Carmona, exsecretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur durante el Gobierno de Alberto Fernández, sostiene que no, y que ese es uno de los mayores peligros para la posición argentina en su reclamo internacional.
En una entrevista exclusiva con Newsweek Argentina, el exfuncionario aseguró que tanto Milei como la vicepresidenta, Victoria Villarruel; y la canciller, Diana Mondino, tienen un proyecto «desmalvinizador», pero también subrayó que la opinión pública está generando una “resistencia malvinera” que puede poner freno a esa política que favorece al Reino Unido, cuya diplomacia “no descansa”.
¿En qué estado se encuentra actualmente la “Cuestión Malvinas”?
– Hay diferencias sustanciales entre el activismo diplomático que sostuvo la Argentina durante el Gobierno anterior y la posición de pasividad frente a los actos unilaterales y las provocaciones que realiza el Reino Unido, a partir del posicionamiento del actual Gobierno. Nosotros sostuvimos que la cuestión Malvinas debía ser llevada adelante como una política de Estado, como una prioridad de la política exterior, y que esto debía hacerse en el contexto de una causa nacional. Entiendo que el Gobierno actual ha relativizado el carácter de “causa nacional” de la Cuestión Malvinas y no ha encuadrado sus acciones de política exterior en el marco de la política de Estado que establecen la Constitución y nuestra tradición diplomática, ni tampoco ha sido considerada una prioridad.
Se evidencia que el foco está puesto en el alineamiento con los EEUU y otras potencias aliadas de EEUU. Y esto ha implicado una relativización de la posición de fortaleza que nosotros propusimos y sostuvimos. A partir del 10 de diciembre del años pasado, el Gobierno de Javier Milei ha dejado de realizar protestas respecto a actos unilaterales británicos, como han sido las visitas de importantes funcionarios, entre ellos el canciller, David Cameron, y el actual vicecanciller, David Rutley.
No ha protestado tampoco al avance en la construcción de un puerto de aguas profundas en Malvinas; a los ejercicios militares realizados en lo que va del año; al ampliación de un área pesquera de veda en Georgias, sin ningún tipo de respeto a las resoluciones de las Naciones Unidas, ni a las disposición de la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Antárticos, en el marco del Tratado Antártico. Son un número importante de actos que han realizado los británicos y por los que el Gobierno argentino no ha protestado formalmente, o lo ha hecho extemporáneamente a raíz de la presión social que surgió. Nuestra postura se fundamente en la Constitución Nacional, en la disposición transitoria primera. Nuestras críticas se basan en ella, a partir de que actualmente no se está cumpliendo con la política de Estado que surge de ella.
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¿Esta pasividad que señala puede favorecer, en cambio, a los argumentos del Reino Unido?
– Cuando Argentina relativiza la Cuestión Malvinas, o disminuye su activismo diplomático internacional, o deja de exigirle al Reino Unido el cumplimiento del derecho internacional, la consecuencia es que el Reino Unido aprovecha ese contexto y avanza en la consolidación del régimen colonial en Malvinas. Esto ya lo vimos en la época del menemismo, en la época de Macri y hoy lamentablemente se está reproduciendo durante el Gobierno de Milei.
En campaña, Milei y sus candidatos desafiaron muchos consensos en general y respecto a Malvinas en particular. Pero de cara a la segunda vuelta debieron dejar de hablar abiertamente del tema. Incluso al asumir la Cancillería fijó una postura bastante similar a la tradición diplomática. ¿Cómo cree que juega la opinión pública hoy en la Cuestión Malvinas?
– Los hechos demuestran que el presidente, la vicepresidenta y la canciller, así como tienden a transgredir ciertos consensos consolidados en la política argentina, como lo es el consenso respecto a Malvinas como causa nacional, cuando aparecen las críticas, los señalamientos sobre la ilegalidad o inconstitucionalidad de su incorrección política al hacer ese tipo de planteos, buscan minimizar el impacto negativo de esas expresiones. Esto ocurrió durante la campaña, como bien señala, con la ponderación de Margaret Tatcher por parte de Milei; cuando Milei y Mondino expresaron su predisposición al reconocimiento del pretendido derecho de autodeterminación de los isleños; y también con el rol que juega la vicepresidenta Villarruel para intentar darle un toque de malvinización al Gobierno, cuando en realidad ella en general hace una exaltación de la guerra, sin poner tanto el énfasis en la actual acción diplomática argentina.
Creo que evidentemente Milei, Villarruel y Mondino han ido tanteando las reacciones y, en función de eso, ante fuertes críticas de la oposición, de las asociaciones de los veteranos de guerra, de los familiares de los caídos, de organizaciones académicas y otros especialistas, de algún modo han tenido que retroceder, por ejemplo, en el intento de un diálogo con el Gobierno británico que pueda generar polémica.
Así que, sí, creo que la opinión pública y las reacciones sociales llevan a que el proyecto “desmalvinizador” que lleva adelante el Gobierno -principalmente Milei y Mondino- pueda encontrar límites y restricciones, en lo que yo calificaría como “una resistencia malvinera” de un amplio espectro político, académico y social en torno a la Cuestión Malvinas.
¿Cree que el Gobierno de Milei aborda la Cuestión Malvinas con una mirada ideológica? Porque usted señalaba que no ha reclamado por las prácticas pesqueras en el área, pero sí lo hace casi a diario respecto a los pesqueros chinos en el Mar Argentino, e incluso lo publicita con videos del Ministerio de Defensa.
– Considero que el presidente y la canciller tienen una visión anacrónica del mundo y de las relaciones internacionales. Es una visión ideologizada que es más propia de la Guerra Fría que de los tiempos que estamos viviendo en el siglo XXI. Esa visión anacrónica e ideologizada los lleva a tener una posición extremadamente dogmática en relación al posicionamiento internacional y al manejo de las relaciones internacionales. El factor clave parece ser el alineamiento con lo que Milei llama “el mundo libre”. Esto hace que en la relación con el Reino Unido se ponga la prioridad en la visualización de un aliado internacional y se minimice la disputa de soberanía en el marco del derecho internacional y del contexto de 191 años de reclamo por parte de la Argentina. Esta visión dogmática también hace que el Gobierno tenga una actitud selectiva respecto a lo que considera contrario al interés de la Argentina, y que se asuman como propias prioridades de política exterior de otras potencias. El ejemplo de la pesca es muy significativo.
La mayor y más grave situación de pesca ilegal que sufre la Argentina es la que lleva adelante Gran Bretaña desde Malvinas, autorizando ilegalmente -tanto desde el derecho argentino como desde le derecho internacional- la pesca en aguas argentinas de buques españoles, taiwaneses, coreanos y de algunas otras nacionalidades.
Milei ha minimizado este problema, no ha protestado, no ha habido acciones tendientes a evidenciar el gravísimo costo económico que tiene esta acción depredadora por parte del Reino Unido y, al mismo tiempo, busca exaltar la participación en la pesca más allá de la milla 200, es decir, en aguas internacionales, de otras potencias, como es China, minimizando que también allí hay pesca de buques de varias banderas. Yo me inclino por calificar, como ya lo hacen varios expertos internacionales, a la posición del Gobierno como dogmática y de alineamiento con los intereses de los EEUU y otras potencias aliadas, como el Reino Unido.
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¿El avance de las derechas en la región y en el mundo entero pueden afectar el apoyo de la comunidad internacional a la Argentina en su reclamo por Malvinas?
– La mayor amenaza que tiene la Argentina o está marcada por el clivaje de izquierda o derecha respecto a la Cuestión Malvinas, sino con algo mucho más evidente y sencillo de entender. La Argentina ha contado con un apoyo internacional categórico en la Cuestión Malvinas. No hay países que abiertamente apoyen a Reino Unido en sus pretensiones colonialistas en Malvinas. Y eso ha sido porque ha habido en distintos momentos un fuerte activismo diplomático en esta cuestión. Por lo tanto, podemos ver que hubo gobiernos de derecha, de izquierda y de centro que han apoyado a la Argentina, gobiernos de países muy distintos. Y esto se evidencia particularmente en la región. La mayor amenaza que tiene la Argentina es que, ante la pasividad de la diplomacia de nuestro país, los países que nos apoyan vean una falta de compromiso y de seguimiento de una línea coherente, por los zinzagueos de la política nacional, reconsideren su posición de apoyo a la causa argentina. Los países de la región que fuertemente nos han acompañado manifestaron durante la era del macrismo una baja en el nivel de compromiso con la posición argentina, a partir de la baja del compromiso por parte del Gobierno de Macri. Hoy creo que se puede producir un hecho similar: que ante la falta de compromiso en el reclamo de soberanía sobre Malvinas por parte del actual Gobierno, el resto de los países de la región y el mundo relativicen su apoyo. Hay que tener en cuenta que la diplomacia británica es muy activa, no descansa. Cuando la diplomacia argentina cede, la británica avanza. Y ese avance de la diplomacia británica generalmente apunta a debilitar el posicionamiento de la Argentina en el escenario mundial y a instalar su argumento que opera como “caballito de batalla”, que es el de la pretendida libre determinación de los isleños. Creo que ahí está el riesgo, más allá de los posicionamientos ideológicos de los distintos gobiernos.