Cristina Kirchner peleará por la presidencia del Partido Justicialista (PJ) contra el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela. Ayer, en el Día de La Lealtad, la expresidenta apareció de sorpresa en la Universidad de Avellaneda y le dio una charla a los estudiantes. Por su parte, el líder bonaerense, Axel Kicillof, encabezó un acto con motivo del 17 de octubre.
Con un peronismo en movimiento, Newsweek Argentina conversó con el analista político, Federico González a fin de saber cómo analiza al partido en la actualidad y cómo evalúa a sus principales figuras.
El mensaje de Kicillof al peronismo en el Día de la Lealtad: «No me interesa ninguna interna»
Fue el Día de la Lealtad. Cristina Kirchner se va a presentar para presidir el Partido Justicialista (PJ) y va a pelear ese lugar con Ricardo Quintela, ¿Cómo analiza usted al peronismo hoy?
– Veo al peronismo en un proceso de reorganización. Lo más claro y positivo para ese espacio es que hay una voluntad de que tienen que hacer algo. Tuvieron un período de cierto aletargamiento, como dice Jorge Asís, ‘la oposición no sabe cómo entrarle a Milei’ y creo que ahora se han animado. Obviamente también se asoman, como es lógico y esperable, disputas por el poder, por el liderazgo, pero lo veo en movimiento. Más allá de eso, lo que sí está emergiendo, es que Cristina Kirchner es la dirigente que aparece con más chance de ser, por lo menos, la ordenadora del espacio. Independientemente de la resistencia que pueda tener, me parece que no hay ninguna otra figura que en este momento pueda disputarle ese rol.
En este contexto, ¿cómo observa al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof?
-No quiero ser despectivo con esto, pero a fin de ser gráfico y didáctico, yo lo veo como un buen alumno de Cristina, un chico voluntarioso, que quiere y tiene ímpetu. Pero sinceramente, lo que no veo es que pueda plantarse contra la voluntad de Cristina. Además si quisiera hacerlo y ser él el protagonista principal, no estar supeditado a una voluntad ajena, ya debería haberse plantado. Yo creo que no lo va a hacer porque me parece que Cristina tiene un ascendente sobre él. Por más que quiera, hoy no estaría pudiendo.
O sea que usted hoy ve a Cristina como la única figura del peronismo.
-No digo que la figura de Cristina sea excluyente, que si ella no está no pueda haber otra. Pero si está ella, es ella. Además en el 2022 cuando ella le dijo a toda la militancia que tomara el bastón de mariscales, ninguno lo tomó. Bueno, el único que intentó hacerlo con resultados no positivos fue Sergio Massa. Lo que pasa es que Massa no es kirchnerista. Massa sí demostró que tenía voluntad de poder. En este momento, lo veo como que está esperando su timing, creo que no ve que sea positivo aparecer. Ese es un problema que tiene Massa porque él a veces es un estratega, a veces es un tiempista y a veces simplemente ejerce el arte de la postergación, y cuando se decide, ya pasó, el baile ya empezó. Por lo que se dice Massa sigue estando con muchas ganas de participar, pero no se traduce en los hechos y ahí el tiempo juega en contra. Uno de los grandes problemas de los políticos es subestimar el paso del tiempo y no hay tiempo para perder.
Entre el pasado y el presente: una breve historia del actual peronismo
Ante este panorama, ¿Cómo observa a Máximo Kirchner?
-Lo veo siempre igual: si uno analiza su discurso tiene su potencia, pero no sé si por historia, por portación de apellido, por ser hijo de.., él es alguien que habla dentro de la galaxia Cristina. No veo que se haya ganado realmente un rol de protagonista en el sentido de ahora soy yo. Además es una figura que nunca terminó de llegarle a la sociedad, es una figura, como se dice en la jerga de la militancia, un cuadro político, pero no un líder político.
La CGT publicó un comunicado en el que aseguró que «con los personalismos y los nombres propios no alcanza para lograr la recuperación», un claro mensaje a Cristina. ¿Cómo evalúa el rol de los sindicatos hoy?
-Los sindicatos no encuentran su lugar. Primero, el sindicalismo es una fuerza de la sociedad que no tiene el peso simbólico y político real que supo tener en otros tiempos. Después lo que veo es como una gran paradoja gran en el sentido de que el discurso peronista es hablar de la necesidad de unión al mismo tiempo que se está diciendo que los otros son los culpables y por eso, no tenemos unión. Así no va a haber unión, si cada uno que habla dice que los otros son egoístas y por eso, no se va a conseguir la unión. Creo que la solución es que se callen todos y hablen en voz baja entre ellos, se pongan de acuerdo en que haya un pacto de no agresión.
El país no come vidrio y no está a la expectativa de lo que dicen los dirigentes del peronismo, pero sí lo que trasciende es que el leitmotiv de la mayoría, por ahí Cristina menos porque la carta fue un poco más constructiva que reprochadora. Pero donde está muy claro, por ejemplo, es en Máximo Kirchner, que dice una positiva y otra negativa, y la negativa respecto del espacio, es el reproche en el sentido de son egoístas y así no vamos a conseguir la unidad. La CGT hace lo mismo.
Es lo que la lista Rosendo Fraga llamaba ‘política gestual’: parece ser que uno habla para una cierta tribuna que no deja de ser imaginaria, por elevación le habla al otro y todos escuchan. Creo que eso es inconducente, que no pasa por ahí la salida de un espacio que está bastante lastimado.
¿Tiene números respecto de cómo está percibiendo hoy la sociedad a Cristina, al peronismo? ¿Cuál es la recepción a nivel de la ciudadanía?
-Si tuviera que bajar un número diría que están más o menos en su pico histórico alrededor del 35%, 37% . Hay una parte de la sociedad, cerca de un 30%, compuesta por los más entusiastas que de entrada, como diría Milei, no la vieron o que vieron como un peligro el Gobierno de Milei. Después se fueron plegando otros, que tuvieron una ilusión mayor al principio y ahora están un poco desencantados con Milei. Desde ese perspectiva, la suerte del peronismo como oposición que tiene más envergadura y posibilidades electorales, es dependiente de cómo le vaya a Milei. Si Milei mejora un poco no tienen chance porque la mayoría de la gente los piensa como parte del fracaso. Ahora si Milei se transforma en una nueva cara del fracaso, ahí la gente va a empezar a mirar al peronismo. Además, el fracaso de Milei no es que es un fracaso en una misma línea, por ejemplo, reivindicatoria del Estado, no, es el fracaso de las antípodas. Entonces ante eso, surge la idea de al final los peronistas tenían razón o el pensar entre todos los males, me quedo con el mal anterior que por lo menos no la sufría tanto. En síntesis, es un espacio que si Milei mejora no tiene chance. La chance que tiene depende más del fracaso de Milei que de sus cualidades intrínsecas y menos de su capacidad de autorganizarse que le está costando bastante y que creo que le va a costar.