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“Libertilandia”: cómo es el nuevo país libertario que Milei construye sobre la Argentina
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“Libertilandia”: cómo es el nuevo país libertario que Milei construye sobre la Argentina

Por Gabriel Michi

“Libertilandia” podría ser un país imaginario. Con sus propias reglas, valores y geografía. Un país con un paradigma singular, ajeno a todos los demás. Y hasta con una idiosincrasia única. Pero “Libertilandia” podría también ser una construcción no territorial sino de época. Y es allí donde puede ser que se aleje de lo imaginario y se corporice en algo más terrenal. Algo por lo que podría estar atravesando actualmente la Argentina.

Porque hoy “Libertilandia” es una realidad en estos vapuleados territorios. En esta nación donde un gobierno como el de Javier Milei parece dispuesto a patear el tablero, a romper con gran parte de lo establecido y hasta a intentar forzar un nuevo paradigma: el paradigma libertario. Es decir, el ADN de “Libertilandia”.

¿Y cuáles son las características centrales de este nuevo territorio temporal? En primer lugar la incomprensible realidad de un gobierno que enfrenta –y potencia- un compendio de situaciones críticas pero que, aun así, sigue gozando del apoyo de un amplio espectro de la sociedad. Un espectro que, según algunas encuestas, abarca a más de la mitad de los argentinos. Parece que no importara que más del 60% de la población esté por debajo de la línea de pobreza (algo que subió desde que asumió Milei en diciembre), ni que cada vez más personas se queden sin trabajo (público o privado), como tampoco que la inflación acumulada sólo en los primeros cuatro meses del gobierno haya superado el 70% (con cierta desaceleración en el último tiempo), o que el sistema productivo esté prácticamente parado y que todo el mundo coincida que está mucho peor que antes del desembarco de La Libertad Avanza.

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Aun así, con todo eso en contra, Milei parece blindado. Y todavía, contra todos los pronósticos y a contramano de los más agoreros, conserva un nivel de apoyo muy alto frente a semejante coyuntura.

Ni los tarifazos en los servicios públicos (que subieron como nunca antes en tan poco tiempo), ni el aumento descomunal en el transporte, ni la suba desmedida de los combustibles, ni la explosión en los precios de los alimentos, entre tantas otras cuestiones que enflaquecieron los bolsillos, parecen hacerle mella al presidente libertario. Ese presidente que parece dispuesto a pelearse con todo y con todos. Y quizás en ese pluriantagonismo pueda estar una de las claves del apoyo ciudadano que aún recibe. Al menos hasta el momento.

En “Libertilandia” esa es una de las características centrales. Como también el venir a cuestionar todos los paradigmas ya establecidos en materia de Derechos Humanos, de género, de Libertad de Expresión y protesta y muchos más; y hasta poner bajo la lupa o borrar de un plumazo instituciones que parecían indiscutibles o que al menos estaban sólidamente instaladas. A los libertarios no les importa lo que digan de ellos ni quedar bien ante lo –hasta ahora- “políticamente correcto”. Quieren generar su propia agenda, su propio paradigma, donde las redes sociales son su principal instrumento de comunicación y construcción política. Un paradigma en el que los agravios, insultos y descalificaciones son apenas otra forma de relacionarse con los demás. Y donde el Estado sí es mala palabra. De eso se trata “Libertilandia”.

EL APOYO A MILEI

Ahora bien, una de las preguntas que surge en este contexto es ¿cómo se explica que en la situación actual el gobierno de Javier Milei siga teniendo tanto apoyo? Para tratar de descifrarlo, Newsweek Argentina consultó personalidades relevantes de la comunicación y del análisis político.

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El periodista y escritor Reynaldo Sietecase, conductor del programa “La inmensa minoría” (Radio Con Vos), señala que “a pesar de estar llevando adelante un fuerte ajuste con licuación de jubilaciones y pérdida del poder adquisitivo, Milei mantiene altos índices de aceptación».

«El rechazo a las gestiones anteriores que dejaron altísima inflación y pobreza, sumados al rechazo a la dirigencia política tradicional, obran este milagro laico. Hay que sumar que muchos perjudicados por sus primeras decisiones no vislumbran alternativa y se aferran a la esperanza de que acierte con sus propuestas. De todas maneras, el aumento de la medicina prepaga y el desfinanciamiento de las universidades aparecen como las primeras medidas con alto rechazo, incluso de sus votantes”.

Para el periodista de TN y Canal 13 Edgardo Alfano, “hay un sector que comparte la ideología y la forma de ejercer el gobierno de Javier Milei y está dispuesto a acompañarlo sin importar el costo del ajuste. Cree que no hay otro camino. Y hay otro sector que prefiere seguir confiando un tiempo más porque no cree que la oposición tenga una salida mejor para la crisis”.

En tanto, el periodista y escritor Jorge Fernández Díaz –uno de los agredidos en forma directa por Milei- opina que fue tal la “devastación producida por el gobierno anterior”, y no sólo en la administración de Alberto Fernández, sino también por otras que compartieron “un modo de quebrar el Estado, un modo paradójico de gente que se dice estatista y que quiebra el Estado, una situación de decadencia muy grande, un modelo que implosiona, una especie de caída de Muro de Berlín de un modelo, que hizo que la gente eligiera a Milei para encarnar una salida, aunque sabía que iba a ser costosa». Y todavía le adjudica al modelo anterior los padeceres de este tiempo”.

Según el autor de la recientemente publicada novela “Cora”, “Milei ha sido muy habilidoso en ir denunciando determinadas barbaridades que ocurrían en el Estado y conectarlas con la gente. Mucha gente de a pie dice, ‘yo no llego a fin de mes por culpa de estas mafias que se habían enquistado en el Estado’”.

Fernández Díaz está convencido que “funcionó muy bien la narrativa de Milei” y que “no sólo es el repudio a una decadencia que lleva muchos años de la Argentina y que -para determinada gente- tocó fondo, sino la conexión entre lo que se va descubriendo del Estado, que habilidosamente el Gobierno va tirando, y que de alguna manera significa una especie de anestésico para la sociedad que está sufriendo el aumento de tarifas, la licuación del salario, de la jubilación, etcétera, etcétera, pero que todavía adjudican al gobierno anterior”.

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Por su parte, el periodista Juan Luis González, biógrafo de Milei a través de su exitoso libro “El loco”, se siente sorprendido por lo que está pasando. “No sólo Milei tiene tanto apoyo, sino que en la última encuesta de Proyección subió 3 puntos su imagen positiva de febrero a marzo”.

Para González puede ser parte de la denominada “luna de miel” que siempre se le concede a cada gobierno que recién inicia. Pero también señala que esa performance del Presidente se apoya en “la falta de un proyecto alternativo».

«Mucha gente dice ‘Vamos a bancar a Milei porque del otro lado no hay nada prometedor’”. Y subraya que las personas miden que “hubo dos gobiernos de signos políticos distintos, que vienen de fracasar”.

Por eso, “Milei logra mantener esa imagen –que fue central para su triunfo- de ser un tipo común mientras el resto son políticos. Así empatizó con la gente por la ‘pelea’ contra la ‘casta’”. Igualmente, González cree que eso “se va a terminar en algún momento porque la realidad se impone por su propio peso. No imagino que la economía pueda seguir mal mucho tiempo y Milei pueda seguir bien. Pero es un fenómeno muy llamativo”.

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Mariel Fornoni, directora de la consultora Management & Fit, sostiene que “todavía el nivel de aprobación es demasiado alto frente a lo que está pasando la gente. No obstante, evidentemente también hay segmentos, donde eso cambia. Si mirás, entre empleos públicos y trabajadores por cuenta propia o trabajadores en empresas, el nivel de aprobación varía muchísimo; los empleados estatales obviamente no lo quieren y el nivel de desaprobación es bastante alto”.

Según Manuel Zunino, director de la consultora Proyección, “el apoyo que conserva Milei en el último registro de opinión pública se ubica en 49 puntos de positividad. Son varios los factores que lo explican, en parte porque no lo consideran como el responsable de la situación económica actual y eso le da margen dentro de sus votantes. Por otra parte, su base electoral percibió que tuvo éxito en cuánto al control de la inflación y que los recortes en el sector público son un gesto que marca que por primera vez se cumple su promesa electoral de que el ajuste lo paga la política y no la gente”.

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Gustavo Córdoba, cotitular de la consultora Zuban Córdoba, señala que “todavía Milei cuenta con un apoyo importante porque, entre otras cuestiones, es un emergente” de la distancia que se potenció en los últimos años entre la política y la sociedad argentina. “No hay que irnos muy atrás para buscar un comparativo. Yo lo fijo en el 2001 porque fue un crack económico, financiero, político, institucional, emocional, psicológico. Fue un quiebre completo, total, de la sociedad argentina, una fractura expuesta”. Y agrega: “La salida del 2001 nos dio una gran militancia social, transversal, antimercado, antimenem, antiindulto, antimilitares, que se tradujo finalmente en un clima de época que fue incorporado muy hábilmente por el kirchnerismo inicial a su praxis política”.

En ese punto, Gustavo Córdoba habla de lo que dejó la postpandemia donde se generó “un clima de opinión anti lo público, anti Estado, que muy inteligentemente lo captó Milei en su discurso antipolítica. Ganó las elecciones, es presidente y hoy gobierna la Argentina. Así que creo que la ausencia de rivales en el corto plazo tiene que ver con este apoyo en un contexto de un clima de opinión dominante que es ser anti-Estado. Aunque la gente sigue demandando políticas públicas de calidad, hay una velada crítica a quienes condujeron el Estado en los gobiernos previos a Milei”.

LUCES Y SOMBRAS DE “LIBERTILANDIA”

Newsweek Argentina también indagó con los consultados sobre cuáles son las principales luces y sombras de la Argentina libertaria.

Según Reynaldo Sietecase, “las luces están por el lado de la macroeconomía. Superávit fiscal en el primer trimestre (a pesar del alto costo social), acumulación de reservas, baja del riesgo país, dólar quieto, entre otras cuestiones. Las sombras son la caída del poder adquisitivo de los salarios, la recesión y la caída de la actividad industrial, entre otras señales”. Y continúa: “El presidente dice algo así como ‘estamos mal, pero vamos bien’. Resta saber hasta cuando dura la paciencia de la población castigada por el ajuste si la recuperación se sigue postergando”.

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Para Edgardo Alfano, “la baja de la inflación y una reducción muy importante del gasto público aparecen como los resultados más importantes de la gestión libertaria. Pero la otra cara de la moneda es el costo social del ajuste producto de una liberalización total de los precios, la recesión y el aumento de la pobreza y la desocupación”.

Jorge Fernández Díaz sostiene que entre las luces figura “que la mayoría de la sociedad creía que tenía que apartarse del modelo anterior. A tal punto que en el propio peronismo el único que era competitivo era un peronista neoliberal como Sergio Massa”. Lo mismo pasó con otros espacios políticos, pero para Fernández Díaz se fue muy rápido a otro extremo: “La idea era que había que irse de la estación Retiro de manera urgente. El problema es que el tren llegó a Tigre y no se detuvo en estaciones intermedias. Entonces, eso lo veo como una sombra. Es decir, pasamos de un dogma a otro. Dogma del Estado total, que además fue un Estado quebrado y falsamente presente, al mercado total. Eso me parece que es un nuevo dogma que tampoco funciona y se está empezando a ver ahora, donde Milei empieza a tomar algunas decisiones pragmáticas y no dogmáticas, cuando en realidad sabemos que en Occidente las naciones que han crecido han crecido con economías mixtas, bien administradas”.

El periodista y escritor lo analiza así: “Al argentino le gusta mucho el péndulo. Creo que no hay una buena caracterización todavía sobre Milei y sobre lo que significa los libertarios. Los libertarios nacen odiando al liberalismo tradicional, al liberalismo de centro, al liberalismo político, al liberalismo de izquierda. Se inscribe en la nueva derecha, que es un populismo de derecha muy claramente armado desde Murray Rothbard hasta Steve Bannon, al que adhiere Donald Trump. Una serie de personajes que dicen que no es suficiente ser ni siquiera conservador, hay que ser populistas de derecha. Y los principales enemigos siempre están en el liberalismo, en el centro republicano, en la centroizquierda, porque ametrallan simbólicamente en esos sectores que consideran que son culpables de haber sido arrastrados o tener convivencia con el progresismo o la izquierda”.

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Según Fernández Díaz “eso es tremendo porque estamos en manos de una secta ideológica. Con el correr de la realidad, quizás esa secta se tenga que reconvertir, porque ya lo vemos (con las prepagas y los impuestos), que esa secta no puede mantenerse en el dogma y que tiene que ir negociando con la realidad. Menos mal que, por lo menos, negocia algo con la realidad”.

Juan González apunta que le cuesta encontrarle “cosas positivas a este gobierno». «Una tiene que ver con el triunfo de Milei se democratiza la política argentina, en el sentido que un tipo común, sin plata, puede llegar a presidente. Su campaña fue muy austera y su crecimiento fue más por las redes sociales, que también democratizaron un poco esa situación, y por los medios, pero no tuvo un gran apoyo del ‘círculo rojo’. Eso quizás es positivo”.

En cuanto a las sombras, González señala: “el gran drama argentino es el rumbo de la inflación y la economía está realmente en un momento preocupante”. Pero no sólo eso, para el periodista de la revista Noticias, es también grave “cómo la máxima autoridad argentina genera violencia cada vez que habla. Hay una idea similar al fascismo, no en el sentido idéntico a lo que fue el fascismo del siglo pasado, pero sí en la idea de elegir a una minoría y echarle la culpa de todos los males de Argentina, a los que Milei llama ‘casta’”.

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González subraya que en esa descripción el presidente cada vez mete a más sectores: “todos los periodistas, todos los artistas, todos los gobernadores… Creo que genera un caldo de cultivo de violencia, a la que se suma la violencia por la situación económica”. Y concluye: “Me preocupa dónde va eso porque veo una tormenta perfecta. Porque hay una crisis fenomenal, mientras el presidente hace esta distinción de ‘argentinos de bien’ y ‘argentinos de mal’, y parecería cuestión de tiempo hasta que esto explote. Lo que es muy preocupante”.

Por su parte, Mariel Fornoni, cree que “la principal luz es haber tomado medidas que todos querían y que nadie pensaba que se iban a animar a tomar, porque Mauricio Macri también había dicho que lo iba a hacer y finalmente no lo hizo. Me parece que esa podría ser la luz”. Sin embargo, para Fornoni uno de los principales interrogantes que se genera –que todavía hay que observar con paciencia porque “conocemos la película completa”- “es si esto no va atado a un plan de reactivación, después para salir de semejante nivel de recesión, nos puede encontrar pobres y en recesión”.

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Según la politóloga “eso todavía no se ve”. Además, sostiene que en el gobierno no hay muchos representantes visibles “más allá de la figura de Javier Milei (o Luis Caputo)”, que den la cara o salgan a explicar. “El resto de los ministerios prácticamente no existen y figuras libertarias tampoco hay. De hecho, hasta algunas con las que los libertarios se habían encontrado haciendo fuerte campaña, ahora ya no están”.

Para Manuel Zunino, “la necesidad de ordenar la macroeconomía es un tema que genera consenso, pero las diferencias tienen que ver con el cómo». «Creo que en este proceso se están empezando a ver signos de acumulación de sectores concentrados de la economía producto de decisiones y omisiones del gobierno y, como contrapartida, pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores”.

Y continúa: “Creo que la principal potencia de verdad que tiene el discurso de Milei es que ‘las castas’ existen, en el ámbito político, sindical, pero también empresarial y eso quizás se deja de lado y se ocultan ciertos privilegios. Sin duda, la falta de diálogo y el autoritarismo son sombras y, por otra parte, el desfinanciamiento del sistema educativo, científico y tecnológico es grave y sus efectos perjudiciales en el futuro cercano”.

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Por su parte, Gustavo Córdoba expresa que entre los datos positivos que se pueden destacar del gobierno de Javier Milei está “la iniciativa política”. “Es un gobierno que a pesar de tener formas de discursos de odio, incluso de intolerancia hacia quien no opina como ellos, tiene acción política dinámica, cubren los espacios, sobre todo a partir de la iniciativa digital; se concentran en una suerte de comunicación uno a uno entre ellos y la sociedad sin la intermediación de los medios de comunicación”. Sin embargo, Córdoba también analiza las sombras de este proceso. Y enumera: “desde el poco apego democrático, el cruce de fronteras formales e informales democráticas y la ausencia de límites que el sistema democrático debería ponerle a este presidente”.

EL PARADIGMA LIBERTARIO

Ahora, esto que está ocurriendo en Argentina, ¿significa que hay un nuevo país libertario, con un nuevo paradigma de valores? ¿Estamos frente a una suerte de “Libertilandia”?

Reynaldo Sietecase expresa: “Veo un cambio de paradigma y un reseteo de la política. Argentina está ante un inédito experimento sociopolítico. Un Jefe de Estado que se plantea destruir el Estado. No veo un nuevo país. Sí creo que la dirigencia tradicional debe hacer una profunda autocrítica. Milei es la expresión del hartazgo generalizado por la falta de respuestas a necesidades concretas. Con más de lo mismo (dirigentes repudiados y políticas denostadas) no podrán enfrentar los desafíos que les presenta un outsider que va por todo. A Milei también lo explican las limitaciones de sus rivales”.

En tanto, Edgardo Alfano de TN, explica: “Hay una nación que está en un proceso de cambio, pero no está claro hacia dónde, producto del hartazgo que generó los 16 años de gobierno kirchnerista y la decepción por la gestión de Mauricio Macri. Esto derivó en la llegada impensada de Milei a la Presidencia. Pero esto no significa, por ahora, que la Argentina vaya a convertirse en un país libertario”.

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Jorge Fernández Díaz, por su parte, señala: “Yo no creo que haya un país libertario, ni mucho menos, que sea una cuestión ideológica. Sí, me parece que siempre que se establece un relato oficial, se establece un contrarrelato. Y ese contrarrelato siempre viene imbuido de la rebeldía. Si durante 20 años el relato oficial fue estatista, tuvo un sesgo de izquierda, aunque sea en la retórica, y bueno, la rebeldía es todo lo contrario. Entonces hoy la palabra derecha no es tan mala”.

Y agrega: “la palabra ‘derecha’ -que estuvo estigmatizada durante muchos años- no es tan mala para un montón de gente que ahora se atreve a decir ‘zurdos de mierda’. Yo no escuchaba esa fraseología desde la dictadura militar. Decirle ‘zurdos de mierda’ o ’socialista’ a un desarrollista o a un alfonsinista es increíble, realmente increíble. Pero bueno, eso tiene que ver con un halo de rebeldía contra el statu quo. Y no está ocurriendo sólo en la Argentina, sino en el mundo en general”.

Para Juan Luis González, “Milei es consecuencia de un cambio, no una causa. Creo que el fenómeno de fondo es la individualización o la muerte de lo comunitario en varias partes del mundo que llegó incluso a la Argentina. Se genera ese ‘sálvese quien pueda’ que potencia la individualización, empujada también por las redes, por el celular, por la muerte de las religiones y de la política tradicional”. González sostiene que Milei incentiva ese individualismo extremo. “La idea libertaria anarcocapitalista es el individuo y nada más, y si tenés que vender a tu hijo, cortar tu brazo, está perfecto, porque el Estado tiene que desaparecer y sólo importa el individuo”.

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En tanto, Mariel Fornoni, de Management & Fit, analiza que es demasiado pronto –a 4 meses del gobierno- para hablar de un nuevo paradigma.

“Creo que un nuevo paradigma de valores implica un cambio cultural y eso lleva años; sí puede ser que haya algunas cuestiones, como en algún momento la inclusión social fue uno de los ejes sobre los cuales se basaba la política, probablemente hoy la libertad sea otra”.

Pero aclara: “La verdad es que hoy todavía no se ve un plan concreto, más allá de las medidas drásticas para eliminar el déficit fiscal y bajar un poco la inflación; no se ven acciones de gestión productiva, de cómo se va a salir, ni tampoco de contención social”. Y agrega: “es muy pronto para hablar de un nuevo paradigma libertario. Aunque evidentemente todos subestimamos el nivel de hartazgo de la gente frente a la política tradicional y ese sí me parece que es un paradigma que se instaló. Un fin de ciclo”.

Por su parte, Manuel Zunino, de Proyección, explica: “el cambio es más profundo en las formas y los formatos de la comunicación que en los valores. Hay una emocionalidad descarnada del discurso político y vínculos más efímeros con la opinión pública”.

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Y Gustavo Córdoba, de Zuban Córdoba, sostiene: “No veo un país libertario. Hay un esquema de gobierno libertario que está tratando de hacer pie, de ganarle al tiempo, que ha tenido iniciativa política y éxito en traer elementos marginales del debate político e instalarlos en el centro de la escena”. Pero no lo hizo solo: “ha tenido la enorme contribución de la oposición que se ha enganchado en esa técnica para desviar la atención, en lugar de discutir los impactos microeconómicos en la sociedad argentina. Estamos discutiendo desde el principio el cierre del INADI y cuestiones ideológicas que no dejan de ser relevantes, pero son una ayuda muy fuerte a consolidar el núcleo duro de apoyo que tiene este gobierno”.

Hartazgo de todo lo establecido. Ruptura de valores instalados. Descarte de lo “políticamente correcto”. Discursos violentos y disruptivos. Cierto terraplanismo todoterreno contra conceptos demostrados y demostrables. Instalaciones de nuevas pseudo verdades (muchas veces incomprobables). Comunicación directa y virulenta a través de las redes sociales. Ataque a la “casta” en un sentido amplio y abarcativo. Desconfianza hacia las instituciones y hacia la institucionalidad hegemónica. Y un raro halo de apoyo incondicional –por el momento- en medio de un escenario adverso por donde se lo mire.

Un nuevo paradigma intenta instalarse en la Argentina. El paradigma libertario. El paradigma que hoy gobierna “Libertilandia”.

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