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Manuel Zunino: “Milei le está pidiendo a la sociedad un esfuerzo muy grande y no le ofrece nada a cambio”
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Manuel Zunino: “Milei le está pidiendo a la sociedad un esfuerzo muy grande y no le ofrece nada a cambio”

El director de Proyección Consultores y del Observatorio Social de la Universidad de La Matanza, Manuel Zunino, dialogó con Newsweek Argentina para analizar este primer mes de Javier Milei en el Gobierno y, sobre todo, el impacto que sus medidas están generando en la opinión pública.

Aunque asegura que hasta ahora el presidente ha logrado que el partido se juegue en su cancha y bajo sus condiciones y le ha marcado los tiempos y la agenda a todo el arco político, también advirtió que la paciencia de la sociedad necesita ser alimentada por certezas que la narrativa oficial no está proporcionando.

Mes uno: el tiempo en la era Milei

En su última columna en Newsweek Argentina hacía referencia a Milei y el manejo del tiempo político y social. ¿El presidente ha logrado marcar la agenda del país? Porque al inicio todos parecían sentenciar un rechazo al DNU y a la Ley Ómnibus, pero hoy eso ya no está tan claro.
– Sí. Creo que Milei, usando el tiempo de manera bastante audaz, le marcó el tiempo a todo el resto del arco político. A los demás actores no les quedó más remedio que jugar el juego que él proponía. Es cierto que al principio parecía que la Justicia iba a detener de alguna manera el avance de la propuesta del Gobierno, frenando el DNU a través de amparos. Pero se terminó jugando el partido en la cancha en la que se tenía que jugar, de acuerdo a lo que corresponde según nuestras reglas democráticas e institucionales. Pero también se terminó jugado en las condiciones en las que Milei intentó plantear el partido, así que, hasta este momento, me parece que fue el que tuvo más ganancias en lo que va del partido. Pero el partido recién empieza, así que no sabemos cómo va a ir desenvolviéndose la cosa, ni cómo va a terminar.

¿Ve a los sectores “aliados” dándole un cheque en blanco a Milei? ¿O van a querer negociar cambios más importantes que los que él quisiera entregar?
– Creo que él va a seguir con su narrativa de no negociar, de no torcer el brazo, y va a seguir planteando ese discurso, porque es lo que lo trajo hasta acá, y va a tratar de mantener el tiempo que pueda. Pero por abajo uno ve a distintos actores el Gobierno negociando. Es que sin ninguna duda va atener que hacer concesiones. Creo que también esta estrategia de avanzar con 300 o 600 frentes a la vez siempre implica tener que retroceder en alguno. Su objetivo es tratar de avanzar en la mayor cantidad de espacios que el juego político le permita. No es un cheque en blanco, no hay dudas, pero tampoco es el rechazo a Milei en extremo. Tienen que negociar entre los distintos sectores, y también ahí está la percepción de la gente, de la opinión pública, cómo el humor de la ciudadanía va induciendo a los dirigentes a hacer ciertas cosas.

Manuel Zunino

En aquella columna señalaba que había dos tiempos diferentes: el de los dirigentes y el de la gente. ¿Qué pasa con el tiempo de la calle?
– Yo la veo bastante impaciente. Con expectativas, pero impaciente porque está clarísimo que la situación socioeconómica ya era mala (es cierto que Milei hereda una situación complicada), pero se sigue agravando. Y no veo a un Gobierno, y eso me llama mucho la atención, que le cuente a la sociedad cómo va a ser el camino que espera ir recorriendo.

Si bien dice que “hay que resolver esto ya para evitar una crisis”, pero también que los efectos positivos del programa que plantea se van a ver dentro de 15 años. ¿Y en el medio qué pasa? ¿Cómo va a ser la vida? ¿Cómo va a ser la Argentina? Creo que ahí hay tal vez una falla en la narrativa; no sé si será estrategia o improvisación.

Eso lo vamos a ir viendo. Milei le está pidiendo a la sociedad un esfuerzo muy grande y no le ofrece nada a cambio. No hay una narrativa que cuente el rumbo, plazos o metas, cosas que creo que pueden llegar a ordenar el humor social, que hoy está cargado de incertidumbre.

Milei ganó con el 56% de los votos en el ballotage, y asegura que la gente pidió este cambio. ¿La sociedad (los que lo votaron y los que no) le tendrá paciencia?
– Habrá que ver qué es lo que pueda pasar con la paciencia de la gente respecto a Milei. Hasta ahora hay cierta paciencia, más allá de la situación apremiante. Y hay paciencia porque una parte importante de la sociedad no lo considera el responsable de la crisis económica actual, de haber llegado hasta acá.

Conforme empiecen a pasar los meses y las decisiones de Milei impacten en la vida cotidiana, todos vamos a ver cómo poco a poco se va a ir desenvolviendo el humor social en términos de paciencia, es decir, cuánto lo va a aguantar o cuánto esfuerzo está dispuesta a hacer la sociedad para seguir por el camino que Milei está planteando. Sobre todo en este marco en el que no se entiende bien hacia dónde vamos.

Se sabe que el ajuste empezó ahora, pero no se sabe cuándo termina, ni cuáles van a ser los frutos de este esfuerzo. Tal vez esa sea la gran diferencia con el gobierno de Mauricio Macri, que sí planteaba ciertos plazos, lo cual finalmente le jugó en contra. Quizás Milei está evitando ponerse en ese lugar, o el error de Massa al prometer que en marzo la inflación iba a ser menor a dos dígitos. Aunque te metas en tu propia trampa, si no le contás a la sociedad hacia dónde vas, corrés el riesgo de que las expectativas las definan otros. Y eso puede ser más incontrolable todavía.

El fenómeno Milei se pone a prueba

¿Quién canaliza y capitaliza hoy esa impaciencia de la gente? El peronismo hoy parece ausente y a los movimientos sociales temerosos de dar un paso en falso durante las protestas…
– Capitalizándolo, creo que muy pocos. Son escasos los dirigentes que están tomando la voz de los que no están a favor de las medidas que está tomando Milei. Coincido en que hay una ausencia muy grande de representación de ese malestar o de esa impaciencia, y probablemente tengan que ver con una mala lectura de los dirigentes opositores. Para mí, Milei es el producto de esta falta de alternativas políticas. Y si el peronismo, el radicalismo e incluso algunos sectores de Juntos por el Cambio no leen eso, van a perder la oportunidad de representar el descontento que genera el Gobierno de Milei. Al radicalismo uno lo ve dividido entre los que acuerdan con el contenido del DNU y la Ley Ómnibus y los que rechazan las formas. Ahí está la tensión. Y el peronismo muestra una ausencia muy grande esperando el desgaste del Gobierno. Por lo que uno habla con dirigentes y lo que uno percibe, está claro que lo que están haciendo es esperar a que el Gobierno de Milei choque, que se desgaste. Pero no creo tampoco que esa situación les garantice automáticamente que la gente vuelva a pedirle perdón al peronismo por no haberlo escuchado cuando contaba cómo iba a ser el desenlace de una gestión de Milei. Ante esta falta de alternativas, si no se construye algo nuevo desde la oposición, eso va a hacer que la paciencia respecto a Milei sea mayor.

Oficialismo y oposición en la Era Milei: ¿Hacia una nueva cartografía?

Cuando uno mira hoy los medios y las redes sociales, los dirigentes peronistas que aparecen de alguna manera representando a los descontentos son también “outsiders”: Juan Grabois, Guillermo Moreno…
– Hoy no se ve a las figuras de renombre, de más alta talla, tomando esa voz ni representando a ese malestar, que está en un sector importante de la sociedad. De hecho, el 44% no lo votó a Milei. Y si uno ve los datos de opinión pública, una encuesta reciente que tenemos dice que del 56% que sí lo votó, el 41% hoy está optimista; el 7%, pesimista; y el 8% con incertidumbre. O sea, no hay un humor social muy favorable al Gobierno. Pero también es cierto que, en la vereda de en frente, los dirigentes opositores tampoco tienen buena imagen. Sería una pelea entre espacios y dirigentes bastante desgastados, como lo venía siendo durante la campaña. No veo otros dirigentes, más allá de los que mencionás: no hay ninguno de los más relevantes y conocidos de los últimos años que esté plantándosele a Milei. Sí le queda a Axel Kicillof la responsabilidad de ser, por el rol institucional que tiene, una especie de contraespejo de Milei y tratar de demostrar una alternativa, una forma distinta de gestionar el Estado, lo público. Creo que ahí sí se lo puede ver como una figura que está surgiendo, pero en el medio tiene que gestionar la Provincia de Buenos Aires, con las complicaciones que eso conlleva.

Algunos gobernadores sí están saliendo a hablar, como es el caso del riojano Quintela, pero en general se refieren a sus propios fondos. ¿Esto alimenta también la narrativa de Milei y le juega en contra a la propia oposición?
– Lo de Quintela efectivamente tiene que ver con la preocupación sobre cómo se van a repartir los recursos. Todos van a tratar de quedarse con la mayor cantidad posible para tratar de gestionar sociedades provinciales muy complejas, con dificultades socioeconómicas a las que van a tener que dar respuesta. Ahora, en términos simbólicos, durante su discurso de asunción Kicillof enfrentó en varios momentos los modelos de país y gestión, el suyo y el de Milei. El resto de los gobernadores están mucho más preocupados por la urgencia de tener que sostener a su provincia pero con menos recursos.

Más allá de la batalla económica y de la batalla política, ¿hay una batalla simbólica?
– Milei está jugando a dividir a la sociedad. Está haciendo lo que hizo en otro momento el kirchnerismo, por ejemplo. A mí me llamó mucho la atención que no cambió su lógica de comunicación una vez que pasó a ser presidente, sino que mantuvo la lógica de campaña. No buscó en ningún momento generar consensos, ampliar su discurso para llegar a otros sectores que no lo habían votado en el ballotage. Eso hace que la sociedad se divida en dos. De todos modos, no está muy bien definido el marco conceptual, ni de un lado ni del otro.

No veo al peronismo o al kirchnerismo marcando con claridad cuál sería el modelo alternativo a este Gobierno; ni tampoco queda muy claro cuál es el modelo de Gobierno de Milei, hacia dónde vamos más allá de la urgencia, del apuro, de este juego que hace con el tiempo, apurando para que salgan sus reformas. No queda claro en su relato un modelo de país que se pueda anteponer. Está claro que uno puede analizar históricamente el modelo de cada uno, pero hoy no están claramente expresados en los discursos de los principales actores.

En ese sentido, uno de los símbolos que queda abierto es el de «la casta”.
– Bueno, Milei siguió con esa idea de «la casta», que al mismo tiempo es su talón de Aquiles. Le sirvió para ganar, fue su fortaleza, lo sigue siendo, pero también es un problema, porque lo que él denominó “la casta” iba a ser quien pagara el ajuste e hicieran el esfuerzo para que el país siga adelante; y hoy es la gente en su conjunto la que está haciendo el esfuerzo.

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