Tras ser consagrado sacerdote en España, Tomás Llorente Martínez tenía la meta de venir a América a cumplir con su misión religiosa. Era 1982, tiempos tumultuosos: la guerra de las Malvinas ponía al sur del continente en la mira mundial, y él quería instalarse en Chile, en ese entonces bajo el control de Augusto Pinochet.
Pero justo en ese momento falleció en Buenos Aires el párroco de Nuestra Señora de Fátima, en Tortuguitas, y se le asignó este destino por tres años.
Es probable que en ese momento no haya siquiera soñado que en 2023 sería uno de los sacerdotes más ricos de la Argentina, un empresario multimillonario, socio de una destacada inmobiliaria y un hombre poderoso que vive y se codea con poderosos.
Llorente Martínez pertenece a la congregación de los Misioneros de la Sagrada Familia, institución fundada en los Países Bajos en 1895 por el francés Juan Berthier. En su web, la congregación afirma: “Nos consagramos a Dios a través de los votos públicos de pobreza, castidad y obediencia”. Eso implica, por ejemplo, que tampoco pueden heredar bienes, y ni mucho menos venderlos.
Llegó entonces en 1982 para hacerse cargo de una parroquia en la que podría resultar difícil comunicar esos principios a sus feligreses: era nada menos que la iglesia del Tortugas Country Club, el primer country de la Argentina, fundado hace 88 años, donde se concentra parte importante de la aristocracia nacional. Se instaló en una residencia de la localidad de Manuel Alberti, justo en frente del barrio, muy cerca también del Highland Park Country Club.
Allí comenzó a tejer redes con la comunidad y también amistades. Esas vinculaciones le permitieron crecer también dentro de la diócesis de Zárate-Campana, al punto que llegó a ser el vicario plenipotenciario para la gestión de todos los establecimientos educativos religiosos bajo control del obispo Rafael Rey.
Pero Rey falleció y fue sucedido por Oscar Sarlinga, quien se encontró con un panorama oscuro, números poco claros en el manejo de los colegios y, al mismo tiempo, un secreto a voces en la diócesis y en Tortugas: Llorente Martínez se estaba haciendo rico a pesar de su voto de pobreza, y estaba desconociendo la autoridad de Sarlinga, a pesar del voto de obediencia.
En 2009, el cura español fue removido del cargo por el presunto mal manejo de fondos de las escuelas.
Como prueba de que no es fácil cumplir allí con los votos de pobreza, vale señalar que Sarlinga también debió renunciar al obispado en 2015, también acusado de malversación en los colegios, lavado de dinero en el seminario, abuso de poder y comportamientos inapropiados, que incluyen el despido sin causa de la titular de Cáritas en la zona y un presunto acuerdo extrajudicial para encubrir un caso de abuso por parte de un sacerdote.
Pero la carrera empresarial de Llorente Martínez recién estaba en su bautismo.
PARAÍSOS TERRENALES
En 2011, Llorente Martínez, que seguía siendo el cura de Tortugas (también lo es hoy), decidió potenciar su ayuda a la comunidad aprovechando el contexto adinerado y caritativo, y creó una fundación. Se llama “Ayudar a Soñar” y tiene como práctica organizar colectas para recaudar fondos y asistir a niños y niñas carenciados, incluyendo un centro de apoyo escolar, un centro cultural en el que se dicta catequesis y un hogar de ancianos.
Fuentes de Pilar, sostienen que la mayor parte de los fondos nunca llegan a su destino y que, en cambio, serian derivados a cuentas en el exterior, a nombre del cura. Desde luego, es muy complejo verificar el origen de la fortuna del religioso, dado que sus vínculos con el poder son muy sólidos.
De lo que no hay duda es de que las cuentas existen. Llorente Martínez declaró ante la AFIP tener cuentas en el exterior por $28 millones (en dólares y euros, entendidos al cambio oficial del momento de la declaración, en 2018); cuentas en el país por $3 millones; y US$ 35.000 en efectivo.
Pero eso no es todo: el párroco no declaró una cuenta en Suiza. La AFIP detectó esta omisión y le envió una intimación, advirtiéndole que podría estar sujeto a sanciones, pero el cura respondió que no la declaró porque la cuenta estaba en cero, es decir, que no tenía dinero. El órgano recaudador cruzó algunos datos con el banco y determinó que eso no era cierto. Tenía en ese entonces el equivalente a $49.900.615, al cambio de 2018, que se le ordenaban declarar para el pago de Ganancias.
Con este capital y sus vínculos políticos y económicos, Llorente Martínez se convirtió en un poderoso empresario local. En 2019 se asoció con el ex polista y verdadero zar del Tortugas, Francisco Emilio Dorignac, quien falleció en 2021 tras haber presidido el Club Tortugas desde 1980, tras haber sido tres veces titular de la Asociación Argentina de Polo y consejero del Comité Olímpico Argentino.
Desde 2019, el párroco que había hecho votos de pobreza se convirtió en gerente de Bordelongue y Cía SRL, una importante inmobiliaria en el exclusivo barrio bonaerense, incrementando sus contactos y sus negocios.
Por caso, un ilustre vecino de la zona murió sin dejar descendencia y le legó a él todos sus bienes, incluyendo una destacada propiedad que rápidamente logró vender, en momentos en los que no es sencillo hacerlo.
Según la escritura del acuerdo, a la que pudo acceder Newsweek Argentina, la venta se acordó en US$ 1,8 millones, a pagar en cuatro cuotas: US$ 100.000 como reserva; US$ 500.000 al momento de la escritura; US$ 600.000 al año de la escritura; y los restantes US$ 600.000 al año y medio.
Vale recordar que, como se contaba al principio, los miembros de su congregación (al igual que los de otras) tienen prohibido heredar propiedades.
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Como muchos aseguran, pese a que siempre se muestra austero y para nada ostentoso, la vida de Llorente Martínez está lejos de la humildad predicada por Jesús o de la que su jefe y compatriota, el Papa Francisco, les está exigiendo a los miembros de la Iglesia como parte de su “revolución”, de esa “Iglesia pobre para los pobres” que promueve.
A los 79 años, Tomás Llorente Martínez tiene una fortuna tan importante que hasta se acogió al blanqueo de capitales impulsado por Mauricio Macri. “Es, sin dudas, el único religioso que se acogió al blanqueo”, sostienen fuentes de la Iglesia argentina, quienes no dejan de sorprenderse por la cantidad de dinero acumulada en más de 40 años de apostolado este país que, sin dudas, es una tierra de negocios divinos.
Texto: Rolando Klempert
Investigación: Equipo de Newsweek Argentina