Por Gabriel Michi
“Oxímoron: Retórica. Combinación, en una misma estructura sintáctica, de dos palabras o expresiones de significado opuesto que originan un nuevo sentido”. Esa es la definición para una palabra de moda. Por lo menos, en cuanto a los ejemplos de la vida política argentina. Porque un “Pacto de facto” como el que propone –o mejor dicho, busca imponer- el presidente Javier Milei es una paradoja en sí misma.
En todo acuerdo, se supone, debe haber voluntad de negociar y ceder. Algo que en el diccionario mileísta parece un insulto. Un “Pacto” significa eso. El resultado de un toma y daca. De un intercambio.
Sin embargo, el inquilino de la Casa Rosada “propuso” de manera unilateral, un supuesto acuerdo -con 10 puntos ya definidos como eje- a gobernadores, ex presidentes y a otros dirigentes, que denominó -con una pretendida grandilocuencia- como “Pacto de Mayo”, con la idea de ser firmado en la provincia de Córdoba el próximo 25 de Mayo, fecha emblemática para la República Argentina.
Pero otro dato muy controversial fue que la “invitación” de Milei fue realizada al finalizar su discurso ante la Asamblea Legislativa del 1 de marzo, después de haber atacado y agraviado a casi toda la dirigencia política presente y ausente. Incluso diciendo que no creía en sus palabras ni en sus actitudes. Pero aun así y tras semanas de enfrentamientos con legisladores y gobernadores los “invitó” a sumarse a ese “Pacto”.
Un “Pacto de facto”. Unidireccional. Sin mucha opción de negociar. Una propuesta que –como en la película “El Padrino”- no se puede rechazar. En definitiva, un oxímoron. El oxímoron mileísta.
Milei plantea ese “Pacto de Mayo” como un hecho fundacional de la Historia argentina. Así lo dice en el propio texto, incluso con mística religiosa: «Al primero del mes de marzo del año de Nuestro Señor 2024, con los representantes del pueblo reunidos en el Congreso de la Nación, ante la mirada del Eterno, declaramos la necesidad de un nuevo pacto fundacional para la República Argentina», antes de convocar a las 23 provincias y a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a firmar el acuerdo de diez puntos que, según él, «reconstituye las Bases de la Argentina». Pero claro, imposición mediante, encima condiciona su firma a que antes le aprueben la llamada “Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos” –aquella cuyo texto original fue rechazado por la Cámara de Diputados- y un nuevo pacto fiscal.
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Luego de esa presentación en la Asamblea Legislativa y ante hechos que jaquearon su voluntad –en especial el rechazo al mega DNU por parte del Senado- Milei volvió a advertir al resto de la dirigencia que el pretendido “Pacto” no se daría si seguían dándole la espalda a sus iniciativas. Otra vez, alimentando el oxímoron de un acuerdo sin acuerdos. Con una lógica de una oferta que no se puede rechazar. Por todo eso su “pacto para sobrevivir” políticamente hoy pende de un hilo y así se lo hicieron saber varios gobernadores, tras una nueva andanada de ataques del líder libertario que minan cualquier campo de negociación.
Cuáles son los 10 puntos del tan mentado “Pacto de Mayo”. Textualmente dice:
1- La inviolabilidad de la propiedad privada.
2- El equilibrio fiscal innegociable.
3- La reducción del gasto público a niveles históricos, en torno al 25% del Producto Bruto Interno.
4- Una reforma tributaria que reduzca la presión impositiva, simplifique la vida de los argentinos y promueva el comercio.
5- La rediscusión de la coparticipación federal de impuestos para terminar para siempre con el modelo extorsivo actual.
6- Un compromiso de las provincias de avanzar en la explotación de los recursos naturales del país.
7- Una reforma laboral moderna que promueva el trabajo formal.
8- Una reforma previsional que le dé sustentabilidad al sistema, respete a quienes aportaron y permita, a quienes prefieran, suscribirse a un sistema privado de jubilación.
9- Una reforma política estructural que modifique el sistema actual y vuelva a alinear los intereses de los representantes y los representados.
10- La apertura al comercio internacional, de manera que la Argentina vuelva a ser una protagonista del mercado global.
En algunos de esos puntos, que son muy generales, hay acuerdo mayoritario de gran parte de la política argentina. Hay otros que, incluso en su formulación, ya generan mucho ruido. Y existen algunos postulados en los que lo más importante es la letra chica o el cómo se va a llegar al pretendido objetivo.
Pero, más allá de eso, lo que muchos se preguntan es si realmente Javier Milei tiene voluntad de ir hacia ese Pacto o en realidad es una bomba de humo para ganar tiempo. O una estrategia para que el virtual fracaso de su propuesta sirva para acusar a la “casta” de frenar cualquier avance. Un “pacto para sobrevivir” políticamente, por acción u omisión.
El contexto no es el mejor: además de la pelea con los gobernadores y casi toda la oposición, Milei viene con muchas idas y vueltas con su vicepresidenta, Victoria Villarruel, a quien no le perdonan la convocatoria a la sesión del Senado que volteó el mega DNU, aunque ya no le quedaba mucho margen para seguir dilatando el tema.
Hubo un par de gestos públicos para distender, pero es sabido que el vínculo entre ambos no es el mejor, algo que quedó en evidencia en una entrevista donde la vice se diferenció en varios temas y hasta llamó “jamoncito” al libertario por estar en medio de dos mujeres fuertes como ella y su hermana Karina Milei, la secretaria general de la Presidencia.
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Si a eso se suma la grave crisis económica y social, el contexto inflacionario, los tarifazos, la conflictividad por los despidos, y muchas otras cosas más, el escenario en el que Milei plantea el “Pacto de Mayo” lo vuelve, al menos, inverosímil.
Lo cierto es que la movida le sirvió al presidente para ganar algo de tiempo en semejante clima adverso e incluso lograr apoyo de un sector –varios gobernadores- con el que hasta cinco minutos antes se había peleado a muerte. Tras el aval de lo Mauricio Macri vía Twitter, siguió una cadena de mensajes en el mismo sentido de referentes de Juntos por el Cambio (o lo que era ese espacio) y de otros sectores.
Hoy nadie sabe cuántos dirigentes participarán –si es que se hace- de la convocatoria en Córdoba ni de qué manera. La sospecha de que el Gobierno nacional tirará tanto de la cuerda hasta romperla, está allí latente. Y el “Pacto de facto” puede morir antes de nacer.
UN POCO DE HISTORIA
Cuando Javier Milei hizo el anuncio a la convocatoria al Pacto de Mayo intentó imprimirle una épica que lo dimensionara como un mojón en la Historia argentina. Incluso muchos vieron que esa pretendida diatriba fundacional del presidente libertario intentaba emular otros acuerdos institucionales precedentes que marcaron para siempre el devenir nacional. Sin embargo, quienes conocen de la materia, ponen sus reservas en cualquier tipo de comparación con esos hitos de la vida argentina.
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Para citar un ejemplo moderno, el periodista Carlos Pagni -quien en 1993 dio la primicia del “Pacto de Olivos” entre Carlos Menem y Raúl Alfonsín- contó que en ese acuerdo -que llevó a la nueva Constitución Nacional de 1994- hubo un contexto de dos grandes líderes que entendieron sus propias aspiraciones y limitaciones para llegar a ese punto de encuentro, sabiendo que se jugaban un partido clave para la Historia grande de la República Argentina.
Según el historiador Felipe Pigna, la convocatoria de Milei “es muy curiosa porque hace una referencia histórica que llama mucho la atención: él le puso como título ‘Pacto de Mayo’ y eso remite a una situación prebélica entre Argentina y Chile en el año 1902 donde estaban por ir a la guerra ambos países y terminaron firmando estos acuerdos que establecían, por ejemplo, el arbitraje británico para los límites entre ambos países”.
Pigna le señaló a Newsweek Argentina también la diferencia con “los otros pactos que fueron fundacionales. Por ejemplo, los famosos ‘Pactos Preexistentes’ que están en la base de nuestra Constitución, que se los nombra en el Preámbulo y que son los que permiten llegar a una Carta Magna de consenso; es decir, cuando se pusieron de acuerdo unitarios y federales, cuando se firmó el Pacto Federal o cuando se firmó el Pacto San José de Flores, entre otros, fueron acuerdos entre aquellos que se estaban enfrentando con las armas y que lograron la paz para la construcción de un país. Nada de esto parece ser que tenga nada que ver con lo que está proponiendo Milei”.
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Pero no es lo única reserva que pone Pigna. Sino que también le genera reparos la forma paradójica en la que Milei “invita” a los otros sectores a participar: “Parece ser más bien una invitación a avalar lo que dice el Presidente; pero los pactos suelen ser consensuados, se suele reunir dos partes y ponerse de acuerdo, qué acepta cada uno, qué cede el otro. Acá el Presidente parece no estar dispuesto a ceder absolutamente nada y que simplemente lo acompañen en este acto más bien cinematográfico y ‘pour la galerie’. Pretende que firmen sin protestar lo que él propone. Encima, lo que propone -por supuesto- es nefasto para el futuro del país”.
Por su parte, el periodista e historiador Daniel Balmaceda aclara que si bien su especialidad no es la actualidad, “cualquier conciliación, conversación, reunión e intercambio parecen muy válidos. Eso puede ser visto como una buena noticia: que se sienten a conversar y a buscar un acuerdo las mayores autoridades del país. ¿Si es una bomba de humo? Mi impresión -vaga- es que la fecha del 25 de mayo es simbólica pero que evidencia una posición muy optimista porque el convocante -que es Javier Milei- está considerando que hacia esa fecha el escenario va a ser mejor, más auspicioso que el actual”.
Y continúa Balmaceda: “Nosotros tenemos en la Constitución los mentados ‘Pactos Preexistentes’ que fueron todo ese conjunto de acuerdos, pactos, tratados, en donde se buscaba encauzar institucionalmente a la Nación. Habría que empezar por marcar una diferencia entre los términos: pacto es una expresión un poco bastardeada en la Historia argentina porque en general un pacto es de un peso más grave que el de un tratado o un acuerdo. Desde ya que siempre hay que acordar y el concepto del acuerdo tiene que estar; hay que formalizar, algo que es una característica muy clara de un tratado; pero el Pacto internacionalmente es de mayor peso institucional. Por lo tanto, el término está bien empleado si es que ese pacto termina derivando en un cambio institucional notable. El deseo que se genere un gran cambio es algo característico de Milei, por eso creo que la utilización de la palabra ‘pacto’ está de acuerdo con su forma de ver el gobierno”.
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Aun así, Balmaceda plantea a Newsweek Argentina ciertas diferencias importantes con otras experiencias del pasado: “En el siglo XX el llamado ‘Pacto de Olivos’ tomó otra entidad. Ese pacto deriva en una transformación de la Constitución, en un cambio que avanza en un sentido institucional muy fuerte. En ese caso, el ‘Pacto de Olivos’ sí marcó la Historia institucional de la República Argentina de una manera determinante”.
“A partir del conocimiento de la Historia, de esos mentados ‘Pactos Preexistentes’ de la Constitución, es muy importante la legitimidad de los participantes. Dos ejemplos: el Pacto de Cañuelas, firmado por Juan Manuel de Rosas y Juan Lavalle, en un contexto de enfrentamientos entre federales y unitarios donde éstos últimos necesitaban encontrar una salida, no fue bien visto por los compañeros de Lavalle. Por lo tanto, perdió entidad. Y después, con mucha más importancia, está el Acuerdo de San Nicolás: en ese acuerdo lo que terminó ocurriendo es que cuando volvió el representante de Buenos Aires, Vicente López, fue desautorizado por la Legislatura y por la mayoría de los políticos porteños. Entonces, es muy importante que las personas que se sientan a acordar tienen que estar muy legitimadas por los pueblos a los que representan porque sino ese pacto va perder legitimidad”, concluye Balmaceda.
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En tanto, la historiadora Beatriz Bragoni –coautora del reciente libro “La dirigencia política argentina”, junto a Eduardo Miguez y Gustavo L. Paz (Ed. Edhasa)- señala a Newsweek Argentina: “el presidente anuncio en el discurso del 1 de marzo la convocatoria a un Pacto con los gobernadores y la oposición conciliadora después del fracaso del tratamiento legislativo de la Ley Ómnibus. Aspira a sostener el liderazgo de un tema sobre el cual hay consenso, más allá de La Libertad Avanza: el equilibrio fiscal como paso necesario para domesticar la inflación; estimular el clima de inversiones y la creación de empleo… La alusión al ‘Pacto de Mayo’ remite a la cuestión fundacional de la Nación. Y la elección de Córdoba refiere al peso de su electorado en el interior frente a la Provincia de Buenos Aires, territorio electoral y político adverso”.
Bragoni continúa: “La negociación forma parte del arte de la política, y en el sistema federal supone acuerdos, consensos o confrontaciones con los gobiernos provinciales. Las provincias no tienen idénticas posiciones para hacerlo y su comportamiento ante el gobierno federal puede variar en virtud del juego de adhesiones o de intercambios. Milei necesita apoyos en el parlamento para sancionar leyes importantes en medio de los ajustes o suspensiones de subsidios o transferencias ya realizadas. Las dirigencias provinciales ya han mantenido reuniones. Es difícil pensar que pasará en mayo pero los procesos de negociación recuerdan mecanismos o pasos equivalentes a los que terminaron en la reforma fiscal de 1934”.
MIRADA POLÍTICO
Hernán Iglesias Illa, editor general de la revista digital Seúl y ex subsecretario de Comunicación Estratégica de Jefatura de Gabinete en el gobierno de Mauricio Macri, explica a Newsweek Argentina que, según su mirada, la convocatoria al “Pacto de Mayo” realizada por Javier Milei “tiene una dimensión de corto plazo (cambiar la conversación del momento, que era negativa para el gobierno) y una de largo plazo, que es establecer un piso de consensos económicos para el futuro. Habrá que ver si cumplido el objetivo de corto plazo (porque tuvo éxito en eso, al menos hasta el rechazo al DNU en el Senado), se compromete con llevarlo adelante de verdad. Los contenidos me parecen bien, aunque algo generales. Los gobernadores saben que lo importante está en la negociación de lo fiscal. Arreglado eso, firman cualquier cosa. Ya lo han hecho en el pasado”.
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Para Iglesias Illa, “los puntos del acuerdo son de sentido común (en general) para todos los dirigentes políticos no kirchneristas. Por eso, no veo imposible que lo firmen, sabiendo que no habrá después otras obligaciones (¿cómo se verifica que alguien está cumpliendo o no el «respeto irrestricto a la propiedad privada»?). La dirigencia política debería enfocarse en los contenidos sobre los que están de acuerdo y meterle para adelante. Lo que creo que va a pasar es que será todo parte de una negociación, sobre todo de federalismo fiscal: cuánto se queda Nación, cuánto se quedan las provincias. El ‘Pacto de Mayo’ sería un moño simbólico a ese acuerdo, que sería el real”. Aunque, Iglesias Illa se muestra escéptico sobre el resultado final: “No recuerdo pactos de este tipo exitosos, honestamente”.
La politóloga Ana Paola Zuban, co-titular de la Consultora Zuban Córdoba, cree que “El ‘Pacto de Mayo’ podría ser una buena iniciativa si hubiera voluntad de consenso. Históricamente en Argentina, los/las presidentes que llamaron a pactos de todas las fuerzas políticas lo hicieron en un contexto de debilidad institucional y política hacia el final de sus mandatos. En esta ocasión es al comienzo de un mandato con gran debilidad política de un presidente que abre focos de conflicto como en una suerte de guerrilla semántica/política en una pelea desenfrenada por la agenda pública”.
Según Zuban, la convocatoria de Milei “es una forma, por un lado, de presionar a los gobernadores (hasta ahora los únicos que articularon algunos ejes de oposición) para aprobar el DNU y la ‘Ley Bases’ y, por el otro lado, de ganar tiempo, ahora hasta mayo, intentando poner en ellos la responsabilidad si las medidas no avanzan”. En ese sentido, la politóloga sostiene que “es una trampa doble: los gobernadores tienen apoyo de sus provincias para defender los intereses en sus territorios, pero ese mismo electorado aún conserva expectativas con el gobierno de Milei. El contexto es complejo. Los gobernadores no responden a ningún liderazgo nacional y, salvo los patagónicos, parece que cada uno juega su propia posición de liderazgo, algunos concentrados en sus provincias y otros con proyección nacional, pero todos muy solos. No hay aun articulación política, aunque puede que se arme a futuro”.
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En tanto, Federico Aurelio, director de la consultora ARESCO, si bien está convencido que hay que ir viendo paso a paso lo que vaya ocurriendo porque todo puede cambiar, también cree que el “Pacto de Mayo” es “una decisión del Gobierno de mostrarle a la dirigencia -y a la sociedad en su conjunto- que esta posición de no tener el diálogo suficiente y tomar decisiones inconsultas, va a ser modificado a partir de la búsqueda de este acuerdo. Esto es desde la óptica institucional. Desde la óptica política, el ‘Pacto de Mayo’ lo que pretende es -teniendo en cuenta que se viene un trimestre muy complicado en lo económico- una búsqueda del Gobierno de intentar calmar los ánimos en el diálogo con la dirigencia, sobre todo con los gobernadores en este trimestre”.
Aurelio asegura a Newsweek Argentina que “es una búsqueda de poner paños fríos a la discusión y las diferencias que está teniendo con el conjunto de la dirigencia. Pero está puesto en tela de juicio por los permanentes enfrentamientos. Aunque el ‘Pacto de Mayo’ avanzara, son postulados aspiracionales en los que casi todos los argentinos y la dirigencia van a estar de acuerdo, pero que no resuelven nada y no tiene el nivel de especificidad de lo que requiere el plan de gobierno».
«Justamente esas medidas de los temas específicos, como la decisión si se va a dolarizar o no, si se van a quitar los subsidios o no, si se va a eliminar el Banco Central o no, si se va a privatizar o no tal empresa pública, todas esas decisiones de gobierno -que no están en el ‘Pacto de Mayo’- son las que realmente van a exigir un diálogo entre el gobierno y el conjunto de la dirigencia para que puedan ser aprobados por medio de las leyes”.
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Manuel Zunino, sociólogo y director de la consultora Proyección, explica a Newsweek Argentina que, según su mirada, Milei “percibió acertadamente que había unido en su contra a un sujeto político que estaba separado y disperso, los gobernadores, y con el Pacto busca ante todo dividirlos, obligándolos a ponerse a favor o en contra y generando diferencias y tensiones entre ellos”. Y continúa: “Es un llamado al diálogo ‘modo Milei’, más una imposición que la construcción de un acuerdo. Busca sacarse un poco el mote de autoritario con el que lo percibe una buena parte de la opinión pública, dirigentes y formadores de opinión, pero sin dejar de ser auténtico. Y, sin dudas, trata de ganar tiempo y patear la pelota hacia adelante, en un contexto en el que la paciencia social se acorta, predomina la incertidumbre sobre el futuro y se le empieza a exigir resultados al gobierno”.
Zunino analiza que “el marco en el que va a dar el ‘Pacto de Mayo’ es muy distinto a otras etapas de la Argentina, porque estamos ante una dirigencia desgastada sobre la que recae cierta desconfianza y la sociedad hace tiempo que le exige a la política que deje de hablar entre sí y empiece a atender y solucionar sus demandas. Por eso, queda la duda de la efectividad y el impacto en la opinión pública que puede tener dentro de unos meses ese evento, pensando además en que la situación socio-económica va a empeorar (dicho por el propio presidente)”.
CUESTIÓN DE NÚMEROS
La convocatoria al “Pacto de Mayo” llegó en un momento muy particular. Con un gobierno cumpliendo 100 días en el poder, en medio de una crisis económica fenomenal y con recortes por todos lados. Según la Consultora Zuban Córdoba, el 55,4% de los argentinos desaprueba la gestión de Milei. Contra un 42,4% que la aprueba. Además, el propio Milei tiene un 57,3% de imagen negativa contra 42,3% de positiva, un diferencial negativo de 15 puntos porcentuales. Según el sondeo de esta consultora, desde diciembre su imagen negativa creció 7,2 puntos y su positiva bajó 6 puntos.
Es más, contra lo que dice el Presidente, el 88% de los consultados están convencidos de que “el ajuste lo estamos pagando todas”, y el 75% no sabe qué más recortar para llegar a fin de mes. Es decir, la motosierra actuó mucho más sobre la gente que sobre la “casta política”.
En ese sentido, la consultora Proyección encontró que sólo el 27% de la gente asegura poder llegar a fin de mes y hasta ahorrar. Pero que el 73% restante o tienen que achicarse cada mes (43,8%) o ya directamente no tiene forma de llegar a fin de mes (28,6%). Y la enorme mayoría (58,8%) cree que en seis meses la situación económica será aún peor, contra un 29,8% cree que mejorará.
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En ese sentido, también la consultora brasileña Atlas Intel realizó una compulsa acerca de la mirada de la sociedad en los 100 primeros días de gestión de Javier Milei y allí se dio un virtual empate entre quienes avalan y quienes rechazan su gestión: 47,7% a favor contra 47,6% en contra. Así de polarizado está todo en ese sondeo. Si bien en su estudio el líder libertario aparece como el político mejor valorado, tiene un 47% de imagen positiva contra el 51% de negativa. Lo que es un golpe duro para el oficialismo pero mucho más para la oposición.
En ese contexto es que se da esta pretensión de Milei de un nuevo acuerdo fundacional. Y, así como cualquier búsqueda de encuentros es bien recibida por todos, aparecen ciertas dudas por cómo, cuándo y quién la hizo. La consultora Zuban Córdoba midió las expectativas generadas por el “Pacto de Mayo”. Mientras que el 24,9% de los encuestados dijo estar “totalmente de acuerdo”, un 15,2% “algo de acuerdo”, un 18,1% “poco de acuerdo” y un 34,7% “nada de acuerdo”. Por su parte, en un sondeo de la Universidad de San Andrés surge que el 54% de los encuestados está convencido que los líderes políticos deben discutir y negociar el “Pacto de Mayo”.
El tema es si finalmente se llegará a ese puerto. Si no es una bomba de humo. O si esta iniciativa morirá antes de nacer. Porque un “Pacto de facto” es un oxímoron desde su génesis. Un oxímoron mileísta.