Por Gabriel Michi
Una encuesta exclusiva hecha para Newsweek Argentina por la consultora MIDE muestra que la gente no ve líderes que logren enfrentar a Milei. Cuáles son los nombres que más suenan y qué les falta.
Y enfrente, la nada. Un desierto. Así aparece el escenario político de la Argentina por fuera de la vorágine y el ecosistema centrípeto creado por Javier Milei. Todo gira en torno a él. Y su fuerza de gravedad parece abducir cualquier otro liderazgo en este presente disruptivo y alocado. Al menos eso es lo que se ve en la discusión pública, en los medios, en las redes y en las encuestas. La centralidad libertaria desdibujó a todo el resto. Los sacó de foco. Y, en algunos casos, hasta fagocitó al que piensa distinto, sometiéndolo, y si eso no fuese posible, castigándolo o cancelándolo.
La oposición, tan necesaria e imprescindible en cualquier democracia, hoy brilla por su ausencia. Está falta de iniciativa. Y de protagonismo. Parece amilanada, acovachada, humillada. Y Milei se regodea de eso. Y se fortalece por eso. Una encuesta realizada especialmente para Newsweek por la consultora MIDE -2.310 casos en todo el país durante el mes de julio- así lo demuestra: ante la pregunta “¿Quién es el líder de la oposición?”, casi la mitad de las personas (un 48%) respondió “nadie, la oposición no tiene un líder”. Y eso es un dato en sí mismo: pareciera que se impone un “reset opositor” para buscar nuevos liderazgos si se quiere hacer frente a un presidente que irrumpe dispuesto a todo.
Esa búsqueda de liderazgos opositores hoy se muestra sin brújula, casi huérfana. Porque si bien la segunda respuesta más repetida haya sido que la principal líder opositora es Cristina Fernández de Kirchner (con el 21%), que se la vea en ese lugar no es sinónimo de que se la apoye. Porque el nivel de rechazo contra la dos veces presidenta de la Nación es tan elevado, que jaquea cualquier posibilidad de ser elegida por una mayoría. La siguiente opción que emerge ante esa pregunta, con el 18%, es Axel Kicillof, el gobernador de la provincia de Buenos Aires. Pero, para convertirse en el líder de la oposición, primero debe solucionar una serie de enfrentamientos internos de ese espacio que lo ha llevado a chocar con varios sectores, en especial con La Cámpora. Y el otro referente más nombrado es el dirigente social Juan Grabois, con un 4%, para cerrar ese top tres en el que sólo los peronistas son los primeros mencionados cuando se habla de pensar en la oposición.
El “reset opositor” se impone frente a un escenario en el que el Gobierno nacional logra mantener –aunque en lento declive- un apoyo de casi de la mitad de la población pese a una enorme crisis económica y social; el oficialismo sigue manejando la impronta de la agenda pública y política, blandiendo un mega DNU que le otorgó poderes especiales y que sus enemigos no lograron voltear y con la aprobación de una “Ley Bases” -con múltiples modificaciones- que significó un fenomenal triunfo de La Libertad Avanza sabiendo que apenas cuenta con 37 diputados y 7 senadores propios.
Todo eso encima estuvo coronado con la firma de “Pacto de Mayo” –el 9 de julio en la histórica Casa de Tucumán- con casi todos los gobernadores (18 de 24), aún varios que se habían enfrentado violentamente con el propio Milei, pero que le vienen garantizando la gobernabilidad. Con los votos obtenidos para las iniciativas legislativas, como con las voluntades conquistadas para aquella firma, el libertario mostró no sólo su fortaleza actual sino la debilidad que reina enfrente. Ese desierto opositor que necesita, implora, un “reset”.
En la encuesta realizada por MIDE en exclusiva para Newsweek Argentina –dirigida por Gonzalo Marcos de Janin, Manuel Terrádez, Pedro Antenucci y Carla Piccolomini- también se indagó sobre la imagen de distintas figuras de la oposición. Y hay un dato que sobresale: No hay ningún referente político que tenga mayor imagen positiva que negativa. Todos y todas están en rojo; tienen más debe que haber. Partiendo de esa base, el peso específico de cada virtual liderazgo se esfuma si se quiere pensar en mayorías.
Despejando esa cuestión, hay dos figuras que empatan como los referentes opositores con mejor cualificación de la sociedad: son el gobernador bonaerense Axel Kicillof (claramente enfrentado con la Casa Rosada) y el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Jorge Macri, al que se lo nota –como muchos otros del PRO- bastante más cerca del presidente. Ambos reúnen un 40% de aceptación. Muy de cerca les siguen la ex presidenta CFK (con el 39%) y los ex gobernadores María Eugenia Vidal y Juan Schiaretti (con el 38%).
En el siguiente escalón se ubica el ex mandatario Mauricio Macri (con el 35%) y a continuación el ex jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, empatando con el ex ministro de Economía Sergio Massa, con el 31%. El top ten lo cierran el actual gobernador de Entre Ríos, Rogelio Frigerio, igualado con el diputado radical Facundo Manes, con el 27%.
En ese concierto de nombres también figura en el puesto 11 el senador radical Martín Lousteau con un 20% de imagen positiva empardando con el gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro. Y a continuación aparece el diputado radical Rodrigo de Loredo (16%), el gobernador de La Rioja Ricardo Quintela (13%) y el de Corrientes, Gustavo Valdés (12%), este último muy golpeado por la dramática historia del niño desaparecido Loan Peña.
Vale aclarar que en el caso de los gobernadores y los dirigentes provinciales en general, tienen un alto nivel de desconocimiento por parte de los ciudadanos de otras provincias, por lo que no es tanto la imagen negativa lo que disminuye la positiva, sino que el “no lo conozco” emerge como la respuesta dominante fuera de sus territorios. Esa ecuación se da tanto en los gobernadores que aparecen en esta encuesta como en otros, indistintamente de su afiliación partidaria: pasa lo mismo con el chubutense Ignacio Torres (PRO), con el jujeño Carlos Sadir (UCR), o con aquellos que han formado coaliciones nuevas como el neuquino Rolando Figueroa (ex MPN, hoy Comunidad).
Como se ve, los virtuales líderes mejores posicionados dentro de la oposición no logran acercarse aún a la aceptación que hoy capitaliza Javier Milei, según distintas mediciones. Pese a que, la encuesta de MIDE encontró que el 55% de las personas considera que la dirección en la que va el Gobierno es “equivocada” frente a un 45% que cree que es “correcta”. Aun así, la ausencia de otros liderazgos sigue favoreciendo al libertario. A tal punto que ya sueña –y así lo verbaliza- con un gran triunfo en las lejanas elecciones legislativas de 2025.
Frente a ese horizonte, dentro de La Libertad Avanza proyectan unirse -o mejor dicho absorber- al PRO. Y así construir un frente de derecha que terminaría de enterrar en forma definitiva lo que fue Juntos Por el Cambio. Es más, hoy las dos caras más visibles del PRO son Mauricio Macri y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, pero ambos tienen posiciones distintas y enfrentadas al respecto. Y ni hablar con el radicalismo en el que, aún en sus versiones más moderadas y negociadoras, ya prácticamente descartaron algún tipo de alianza con sus ex socios políticos.
El tema de la UCR es un enigma en sí mismo. Porque en su interior conviven la línea “blanda” –como la que representa el jefe del bloque de Diputados Rodrigo de Loredo-, que legislativamente es mayoritaria, con la “dura”, sintetizada en el pensamiento del propio presidente del partido, el senador Martín Lousteau. En la votación de la “Ley Bases” quedó demostrada que esta última posición es minoritaria y que el mileísmo también ha logrado provocar un bombazo interno en el centenario partido, tal como lo hizo con el PRO. Es decir, los dos socios del frente que gobernó la Argentina entre 2015 y 2019 hoy están dinamitadas por un tal Javier Milei. Y por las mezquindades y egoísmos de cada uno de ellos.
Algo similar parece ocurrir en el denominado “peronismo federal”, que hasta el momento funcionó como una especie de engranaje más de la mecánica fabricada por el oficialismo o, como señalan irónicamente, como un “dador de gobernabilidad”.
Por su parte, Unión por la Patria, el espacio que fuera gobierno hasta el 10 de diciembre, parece adormecido o hasta avergonzado, haciendo un mea culpa hacia adentro o llamándose al silencio porque se sienten responsables –por acción u omisión, o por un internismo febril- de que Milei hoy esté en la Casa Rosada. Si bien UP logró mantenerse relativamente unida en su función como principal fuerza opositora con sus 33 soldados en el Senado y sus casi 100 en Diputados, hubo casos de algunos legisladores que ingresaron al Congreso con ese sello y que luego le allanaron el camino al oficialismo para que sus cuestionadas leyes se conviertan en realidad.
En definitiva su fortaleza radica no sólo en el hartazgo general frente a lo establecido sino en la debilidad ajena. El liderazgo de Javier Milei hoy tiene su contracara en la falta de referentes que le puedan hacer frente. Su rol etnocéntrico hace desaparecer al resto. Y lo que se ve es la nada misma. Casi un desierto. Un desierto en una democracia que necesita –e implora- un “reset opositor”.