El excanciller argentino y ex jefe del libertario en AA2000 asegura que aquella persona que él conoció “dejó de existir”. En esta entrevista con Newsweek Argentina, también brindó su mirada sobre cómo cambió el Presidente, su responsabilidad en el escándalo de la cripto $Libra, la gestión de Werthein, las elecciones legislativas, el peronismo, CFK, entre muchos otros temas.
Por Gabriel Michi
Fotos: Daniel Vides
En su currículum Rafael Bielsa transita varios perfiles: abogado constitucionalista, político, escritor, poeta, diplomático y directivo de empresas. En estas dos performances hay cuestiones que hacen que su opinión cobre una trascendencia especial en este presente disruptivo de la Argentina de Javier Milei. Primero porque al haber sido canciller entre 2003 y 2005 (durante la Presidencia de Néstor Kirchner) puede aportar una mirada experimentada sobre la política exterior del actual gobierno. Y, segundo, porque conoció a Milei en otro contexto, siendo su jefe en la empresa AA2000 (de Eduardo Eurnekián) y hoy está sorprendido de cómo ese hombre de perfil totalmente solitario, que se encerraba tímidamente en su pequeño box y no tenía contacto prácticamente con nadie, se convirtió en el Presidente que todos los días ve la Argentina, con características tan especiales y explosivas.
Rafael Bielsa habló con Newsweek en una entrevista donde no se calló nada: las diferencias entre el Milei qué el conoció y el actual, la gestión de Gerardo Werthein, el escándalo de la cripto $Libra, la Argentina libertaria, el tecnofeudalismo y el tecnoptimismo, el peronismo, su vínculo con Cristina Fernández de Kirchner y La Cámpora, el rol de la oposición, las elecciones de este año, entre muchos otros temas. “Es extraño que el gobierno de Javier Gerardo Milei diga o haga algo, que no me ofenda, no me lastime o no me espante”, asegura el rosarino.

(Foto: Daniel Vides / NA)
¿Qué cosas ve reflejada en este Javier Milei presidente de lo que usted conoció de él en AA2000?
– Con el correr de los días, el presidente exhibe cosas, y las concreta en el ejercicio de sus potestades, que yo no conocía. Usted puede decírseme que conocí mal, o que me faltó empatía. Es muy posible, ambas. Pero como las cosas que no veo reflejadas son muchas, y las que veo reflejadas son muy pocas y las peores, comprenderá por qué la respuesta es ínfima e irrelevante.
¿Cómo fue su experiencia en la Corporación América con Javier Milei? ¿Recuerda alguna anécdota?
– Desde luego, recuerdo muchísimas. Pero las protagonizó una persona que ha dejado de existir. Razón por la cual no encuentro el sentido de hacerlas públicas. Estoy convencido de que no hay que olvidarse de lo que éramos frente a la brusca embestida de aquello en lo que nos hemos convertido. Cuando me vienen a la memoria, son como secuencias de teatro experimental, con ruptura de la cuarta pared. (Milei) no era un prócer, pero fue querible. No será ni una cosa, ni la otra. No será un asceta, ni un mártir, ni un convaleciente después de un intento de suicidio. Hay que estar muy maduro cuando se sueña con eso y se concretan esos sueños.
¿Qué piensa de todo el escándalo de la cripto moneda $Libra?
– ¿Qué quiere que piense? Se trata de un hecho vergonzoso, que debiera ser vergonzante. Todo lo sucedido tiene, desde luego, un sentido, aunque yo no pueda descifrarlo como quisiera.
¿Para usted, Milei sabía lo que estaba haciendo o lo engañaron?
– Entre “lo sabía” y “lo engañaron” hay unas cuantas paradas intermedias. Entre ellas, pasarse de vivo, creérsela. Un presidente puede no serlo, quiero decir, puede no ser vivo, pero no puede fingir que lo es si no lo es. Nunca hay que imaginar más de la cuenta. Adicionalmente, la honestidad o su falta no es exclusivamente una vinculación entre la conducta y el lujo. También se trata de decir la verdad, de ser sincero y de actuar con integridad en toda situación. Una persona honesta no engaña ni se aprovecha de los demás, y siempre intenta hacer lo correcto, incluso cuando nadie la está mirando. Lo que las leyes no prohíben, dijo Séneca, puede llegar a prohibirlo la honestidad. Por el rumbo del episodio de la moneda digital $Libra, sólo nos encaminamos a recordar a la honestidad como la mejor de las artes perdidas, dueña de la misteriosa certeza que da la muerte.
¿Qué consecuencias puede traer este escándalo?
– Lo que es seguro es que, le guste al Gobierno o no, las cosas no serán las mismas que eran antes del último San Valentín. Sus logros serán más tácticos, y sus triunfos menos estratégicos.
¿Cómo evalúa en general el gobierno de Javier Milei?
– Es extraño que el gobierno de Javier Gerardo Milei diga o haga algo, que no me ofenda, no me lastime o no me espante. Enarbola una versión poco radiante de entusiasmo tecnológico y rechazo por las lecturas sistemáticas, de modernismo reaccionario y nostalgia restaurativa. Una mezcla de citas de los Papiros de Herculano sin mencionar la fuente, con adiciones de cultura del comic, como los perfiles de Stan Lee y Jack Kirby. Todo eso está vigente en otras partes del orbe. La versión doméstica tiene poca imaginación institucional, hallazgos limitados, torpes derroches, óperas de consumo tardío y una grosería performativa incomprensible; nadie le había pedido tanto exceso.
El ex canciller argentino está convencido de que el actual gobierno “propone el egoísmo como guía de las políticas, lo que es inhumano porque nuestra condición no es singular, sino plural. Me refiero a la nuestra como miembros de una especie. Arremete contra la desigualdad, y el nuevo keynesianismo como respuesta a la crisis financiera global. Usa preceptos contra la estabilidad de los sistemas democráticos como un cigüeñal en sus programas de gobierno. La pobreza para ellos embiste contra la riqueza por medio de los débiles, los vividores y los oportunistas”.
Y agrega el exdiputado: “Su armazón consiste en pedir paciencia ajena, en usar el cartel de ‘Estamos Mejorando Para Usted’, y en multiplicar los enfrentamientos parroquiales. En esa guerra de todos contra todos, los carenciados son los recursos y los acomodados son los que los extraen. La falta de medias tintas y la contundencia fueron ofrecidas bajo el título de sinceridad y ejecutividad, la narrativa es la versión interina de la verdad, y la concentración de poder se ondea como innovación. Más acusando culpables que persuadiendo con los hallazgos propios”.
Asimismo, señala quien también fuera embajador en Chile: “El arte de esta respuesta reside en hacerla parecer una alternativa antisistema, cuando es una continuación acelerada de ese mismo sistema: densificación del individualismo, desaparición de la responsabilidad mutua, búsqueda del éxito inmediato, normalización de la desigualdad y alabanza de la riqueza como valor social. Así, los vehículos financieros pensados para estafar a gente común, a minoristas, y transferir la riqueza hacia la cima, no son un porrazo sino un fundamento, una regla. La combinación urgente y argentina de todos esos elementos, para mi forma de apreciar la tarea pública, es mezquina. Acaso, un tecnofeudalismo, con elementos más feudales que tecnológicos. Mucha copia, poco aporte, nulo resultado positivo para las grandes mayorías”.
Usted fue canciller de la República Argentina… ¿cómo califica la política exterior llevada adelante por el Gobierno y el relacionamiento internacional de Milei?
– Deplorable. Respecto de lo que yo considero que debe ser una política exterior. Gore Vidal, un escritor norteamericano cáustico, escribió hace tiempo: «¿No había dicho alguna vez George Washington: ‘Quien controle Afganistán, dominará Nueva Jersey’?». Bueno, recuerdo esa burla cada vez que el Gobierno habla de política exterior. Cree que ser obsecuente con (Donald) Trump le otorga la subordinación de los mercados. Hace falta algo más. Y distinto.
¿Y qué evaluación hace de la gestión del canciller Gerardo Werthein? ¿Cómo ve su papel frente a problemas muy importantes que enfrenta la Argentina en su relacionamiento con otros países?
– Mire, un canciller no es otra cosa que un secretario más del presidente de la República, para el ramo específico. Serían magníficos Werthein, sus predecesores y sus sucesores, si hubieran potenciado buenas ideas. Y deplorables, si las hubieran empeorado. Pero no hubo buenas ideas. Ni una sola que yo comparta, dentro de las esenciales. Ni tampoco existieron ganas de escuchar a los que hubieran podido proveerlas, como, por ejemplo, el personal permanente de Cancillería. ¡Como si abundaran las buenas ideas en nuestra Patria! A nosotros como colectivo, a los argentinos, se nos da con mayor facilidad encontrar culpables que aceptar diferentes. Así es como nos va.
¿Qué cree que puede pasar en las próximas elecciones legislativas?
– Dependerá en gran medida de la situación frente a los votantes que tenga el actual oficialismo. Votantes que llegarán a la votación, en su gran mayoría, con muchas carencias y variados achaques. Y, por consecuencia, independizados de cuestiones que sólo para una minoría dentro de la que me incluyo son el pan nuestro de cada día. Pocas cuestiones son pan, y menos todavía de ellos. Hoy, el vértigo y la magnitud producen una gran internacionalización, y una fama y legitimación pública inesperadas. Pero también hoy, se sube de repente y se cae de golpe. Es un fenómeno digital, como las criptomonedas.
En ese punto, Rafael Bielsa coincide con el planteo de muchos analistas: “Hay que ver si descubrir que el rey está desnudo, es un show lo suficientemente relevante como para que los votantes se desacoplen de su preferencia por la venganza simbólica a la política tradicional, y si la política hace una oferta menos tradicional que la de siempre”.
¿Cómo ve al peronismo hoy? ¿Quién debería asumir el liderazgo con vistas a las elecciones de 2025 y de 2027?
– Las elecciones de 2025 están todavía lejos, de acuerdo con la concepción argentina del transcurso del tiempo. Hablar hoy del 2027 y decir algo, supondría una falta de respeto, frente al interlocutor, que no me gusta. El peronismo es la oposición, pero no es la única oposición. La oposición como tal, desde mi punto de vista, no cumple con las condiciones elementales, las que yo considero indispensables. En la oposición hay dos grandes escuelas: la de los opositores “pour la galerie”, o para decirlo mejor, la de los oportunistas de la desesperanza. Los de “Los Abuelos de la Nada”, los que “mientras más les das menos les alcanza”, y la de los que tienen una función esencial dentro del equilibrio democrático, aquellos con ideas realmente diferentes. Estos últimos son los atractivos, los otros apestan. A su respecto, hay que señalar que están muy golpeados y se nota, como se me notará a mí. A su vez, estos se dividen entre los que trabajan, y disparan sin cesar estadísticas y encuestas que los ratifican en su juicio contra el oficialismo. Están los que tratan de encontrar senderos transitables para asegurar el sistema. Y están los incendiarios de la Hoguera de las Vanidades, admirables pero malhumorados contra todos los que se opusieron y se oponen a sus postulados de claridad ideológica meridiana.
¿Y qué hay del otro lado?
– Enfrente tienen al tecnoptimismo, una construcción que pasó de una opción extemporánea, fuera de los lindes, un istmo, a una alternativa de sistema. Acumuló apoyos provenientes de todos los sectores sociales y todas las edades, con la promesa de darle una vuelta de campana al sistema, acabando con una casta política ineficaz y pervertida, que era juzgada como incapaz de mejorarles la vida. Dentro de esa casta, el tecnoptimismo incluye a los opositores genuinos, ¡cómo no habríamos de estar golpeados! ¿Cómo no habríamos de estarlo? Pero el tiempo humano es una forma del desenfreno corporal, un modo de la pérdida de los escrúpulos. Hay que evitar esas impaciencias.
¿Cuál es su relación con Cristina Fernández de Krichner? ¿Habla con ella? ¿Y con La Cámpora?
– No tengo relación de ninguna naturaleza con CFK. Evidentemente no soy alguien que a ella le interese. Por mi parte, no me gusta jeringuear a la gente importante a la que no le intereso. Tampoco con “La Cámpora” como un conjunto. Sí con varios de sus integrantes o exintegrantes. No soy un consumidor de revistas partidarias del corazón, y de allí viene mi incertidumbre respecto de con quién han firmado los últimos fichajes. Puedo, así, considerarlos de La Cámpora, y ellos no serlo. Siento afecto y respeto por (Andrés) “El Cuervo” Larroque, por Juan Cabandié, Florencia Carignano, Mariano Recalde, Wado de Pedro, entre otros. De La Cámpora o de esa generación de políticos. Eran el futuro cuando fui el Canciller de Néstor Kirchner, y los juzgo sobre la base de aquel sentimiento. ¿Está mal? Sucede que la necesidad de belleza es una remota certeza que ignoró el alquitrán del tiempo.