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Sergio Berensztein: “No creo que Milei haya construido un imperio político”
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Sergio Berensztein: “No creo que Milei haya construido un imperio político”

El politólogo analiza ante Newsweek Argentina la construcción de poder del Gobierno y las perspectivas de lo que pueda ocurrir en los próximos comicios de medio término. Las diferencias en lo que pueda pasar a nivel nacional y lo que se puede dar en las provincias.

Por Gabriel Michi

¿Cómo se explica el poder que logró construir Javier Milei habiendo asumido con pocos diputados y senadores y sin vínculos conocidos con la Justicia ni con otros sectores influyentes?
– Teniendo en cuenta la situación institucional de la Argentina y el hecho de que nuestra Constitución le otorga al Presidente una enorme cantidad de facultades, el híper presidencialismo fue el vehículo, el instrumento más importante a partir del cual Javier Milei logró ir navegando este primer año y a pesar de su debilidad -desde el punto de vista del balance de poder tradicional- en la práctica la legitimidad de origen le permitió avanzar con los recursos del híper presidencialismo y con el segundo elemento, una agenda de política pública que era muy parecida a la campaña electoral. No totalmente, pero sí muy parecida. Recordemos la campaña electoral, él había prometido la dolarización y destruir el Banco Central… eso por supuesto no lo ha hecho, pero sí la promesa esencial de bajar la inflación, de reducir el déficit, de ajustar el tamaño del Estado. En ese sentido, él mantuvo esa promesa y logró una rápida legitimidad de ejercicio que fue abonando de a poco el terreno para que la economía, que tuvo una caída muy significativa en la primera mitad del año, hasta que a partir de agosto o septiembre ya diera señales de que habían hecho “lo correcto”. Esa combinación entre la habilidad para utilizar los recursos del presidencialismo con legitimidad de origen al cumplir una parte fundamental de su promesa electoral explica por qué Milei logró construir poder este primer año.

Pero el análisis de Berensztein sobre cómo Milei logró construir semejante poder no queda allí. El politólogo agrega: “También es cierto que el sistema político argentino tiene un sesgo pro-gobernabilidad. Y que en todos los espacios políticos (el peronismo, el PRO y el radicalismo), hay sectores que, por diferentes razones, tienen a cooperar con el Ejecutivo ya sea porque coinciden con la agenda del presidente desde el punto de vista ideológico, o porque pensaban que alguien tenía que arreglar el desorden (macroeconómico, político, de gestión que predominaba antes) o porque sus votantes apoyan al presidente”.

Es allí donde el analista ejemplifica: “Está la famosa frase -sobre todo en el peronismo- de que hay una tendencia a correr en ayuda del ganador. Y esto también pasó. Pero más allá de eso, del pragmatismo o de algunas ventajas, desde el punto de vista de establecer vínculos con el Poder Ejecutivo en un contexto de achicamiento del gasto (sobre todo algunos gobernadores, intendentes) acá hay un sesgo pro-gobernabilidad que surge de una especie de aprendizaje por experiencias conmocionantes y disruptivas, traumáticas, sobre todo la del 2001 y también la 1989”.

En ese sentido, Berensztein asegura que esas dramáticas experiencias históricas “han generado una especie de anticuerpo muy fuerte en el sistema político que es reacio a las crisis de gobernabilidad (porque las consecuencias han sido desastrosas para el propio sistema político y esto incluye, curiosamente, al kirchnerismo). Frente a la especie de ‘ruleta rusa’ que aparece con el vacío del poder, hay un sesgo para evitar esas crisis y esto explica por qué sobrevivió Mauricio Macri los cuatro años y porqué ahora Milei logra en esta primera etapa construir poder”.

Por eso, el autor del libro “¿Somos todos peronistas?” (Ed. El Ateneo) recuerda que en la época de Macri se agitaba la idea de que era el primer gobierno no peronista que había logrado terminar su mandato (citando los ejemplos de las despedidas anticipadas de Raúl, Fernando De la Rúa, entre otros). Eso claramente se logró y en ese momento se le dio más mérito a Macri; yo creo que hay que darle mérito al sistema político, a esta especie de aprendizaje colectivo respecto de las consecuencias de la crisis de gobernabilidad”, dice Berensztein.

Y agrega: “por eso incluso aguantó Alberto Fernández en una situación de fragilidad absoluta; también porque había esta especie de sentido común o sesgo pro-gobernabilidad que atempera y modera conductas de los distintos actores. Siempre tenés algún personaje que apela a las viejas narrativas o que quiere incentivar la crisis. El último fue Juan Grabois con esta idea que a ‘estos hijos de puta los vamos a hacer correr’. Bueno, me parece que son más bien voces marginales. De ninguna manera representan al sistema en su conjunto”.

¿Qué se puede esperar de las próximas elecciones? ¿Saldrá un Milei aún más fortalecido? ¿En qué proporción?
– La base del pacto de gobernabilidad y de la legitimidad de ejercicio del Presidente pasa por la economía. Suponiendo que la economía efectivamente se recupera este año y que, por ejemplo, la sequía no afecta la cosecha demasiado, creo que el Presidente se encamina a hacer una buena elección. ¿Qué es una buena elección? Aumentar entre un 15 a un 30% el volumen electoral de la primera vuelta (de las elecciones de 2023). Entonces, sacando entre un 35 y un 40 y pico por ciento, eso es un éxito muy significativo. No se puede pretender que el presidente repita la performance de la segunda vuelta, pero sí que supere los umbrales de la primera. Ese es el escenario base. Esto implica que la oposición no logra articular una respuesta coordinada”.

 

Sergio Berensztein traza algunos paralelos con el panorama internacional: “Muchos creen que hacia la próxima elección presidencial, Argentina va a replicar lo que vimos en Brasil con Lula o en Estados Unidos con Biden: van a ser construcciones electorales abarcativas, amplias, plurales, diversas, con el objetivo de evitar la reelección de estos líderes transformacionales tan singulares de la nueva derecha. Para eso falta mucho. Esta elección, en todo caso, va a ser una especie de oportunidad para el presidente de legitimar un plebiscito sobre su gestión y la parada de oposición para saber quién es quién”. En ese panorama, el analista señala que el resultado de los comicios legislativos de este año puede “ordenar un poco la perspectiva de cara a la elección presidencial de 2027”. Aunque eso “no quiere decir que haya un candidato de unidad; quiere decir que en todo caso eso va a permitir entender cuáles son las voces más legitimadas o los actores que tienen más capacidad de acción colectiva para construir esa alternativa”.

Sin embargo el politólogo aclara: “una cosa va a ser la elección a nivel nacional y otra muy diferente a nivel distrital. Hay que empezar a entender que la heterogeneidad es la característica central de la Argentina en lo económico y en lo político. Hay una heterogeneidad en términos de la recuperación económica, una heterogeneidad en términos de los motores de crecimiento versus sectores que están rezagados o que están más afectados por la apertura comercial”.

A eso hay que agregar lo que ocurre en materia política: “También hay una heterogeneidad política entre las tendencias nacionales y las construcciones provinciales porque para La Libertad Avanza una cosa es tener buena imagen y otra cosa es tener una territorialidad política que le permita influir en las políticas locales o de las provincias. Tal vez el caso más sintomático es el de Santa Fe donde hay un gobernador que es popular (Maximiliano Pullaro, UCR), que tiene un porcentaje de sus votantes que en general tiene muy buena imagen del presidente.

 

Pero la construcción de La Libertad Avanza a nivel provincial todavía es emergente, embrionaria. Y LLA corre el riesgo no solamente de no ganar, sino de experimentar, en todo caso, digamos, un resultado que no refleja la imagen del presidente pero que puede ser leído como una derrota política significativa”.

Según Berensztein, “todavía falta pero de eso hay mucho y cada provincia es un mundo aparte. En algunas de ellas el presidente va a poder construir fuerzas competitivas (por ejemplo, la Ciudad de Buenos Aires)” y traza sus diferencias sobre el escenario bonaerense, antes de concluir: “hay provincias donde la red de la Libertad Avanza todavía es bastante tenue, a pesar del esfuerzo de Karina Milei y de Martín Menem; si bien formalmente podrían competir, la práctica de eso les va a costar bastante”.

¿Cuáles son las características principales de esta suerte “imperio” político que logró erigir Milei? ¿Cuáles son sus fortalezas y debilidades?
– Yo no creo que Milei esté construyendo un imperio político, ni que lo haya hecho. Más bien veo que es un gobierno que, sobre todo por la capacidad de forzar la desinflación, tiene una fuerte legitimidad de origen, pero “imperio” es otra cosa. No veo que haya ni territorialidad, ni liderazgos versátiles amplios, ni equipo de gobierno lo suficientemente amplios, ni capacidad para responder a las demandas de la sociedad más allá de la desinflación. Hay logros indudables en materia de política social, por ejemplo, pero al mismo tiempo, limitaciones. Así que yo creo que es muy prematuro para llamarlo “imperio”. En todo caso, se llenó un vacío de poder, eso es cierto, porque el gobierno de Alberto Fernández había licuado la legitimidad presidencial. Ahora esto se había reconstruido, pero de ahí a hablar de “imperio” hay un trecho enorme. Es un gobierno que terminó bien su primer año, que tiene chance de fortalecerse en este turno electoral, pero veremos si logra consolidarse, establecerse de manera territorial de forma tal de dejar una huella relevante en la política, más allá de la gestión del presidente. Sigue siendo un gobierno del presidente, sigue siendo Milei el que domina la agenda mediática, política, pero no ha construido un “imperio”.

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