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Titanes en el Ring: la política argentina en un verdadero todos contra todos
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Titanes en el Ring: la política argentina en un verdadero todos contra todos

Por Gabriel Michi

Todos contra todos. Como si fuera una de esas peleas finales de “Titanes en el Ring” en la que ya no hay sólo dos contendientes sino que se suman más y todos pegan. Y ya no se sabe quién lucha contra quién. Así está la política argentina hoy. Una guerra de todos contra todos. Pero donde los que más se enfrentan no son de un espacio político contra otro distinto. Las peleas más encarnizadas se dan hacia adentro de cada sector. Son guerras intestinas, que si no se supiese quién es quién, podrían ser vistas como disputas de candidatos que pertenecen a espectros políticos totalmente diferentes. Antagónicos. Pero no. Se están tirando misiles desde y hacia adentro.

Y en ese escenario los que se pelean no son “segundas líneas” ni personajes menores. Son protagonistas centrales de la escena. Muchos de ellos con aspiraciones presidenciales, que se suben al ring. Son los (y las) “titanes”. “Titanes en el Ring”.

“Los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera. Tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos se pelean, los devoran los de afuera”, rezaba uno de los párrafos más famosos del Martín Fierro. Bueno, más de 150 años después de que José Hernández escribió su obra maestra (1872), pareciera que los políticos argentinos se olvidaron de eso. Hoy, en todos y cada uno de los espacios las pujas, las discusiones y hasta los insultos son tan comunes que nadie imagina cómo luego de las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) de agosto, lograrán unir criterios y pulir esas diferencias que hoy parecen un abismo. Y, mucho menos, cómo harán para transitar juntos el sendero hacia las presidenciales de octubre (y noviembre, si hay ballotage).

Pero, como ha enseñado la política argentina, todo puede ocurrir: los otrora adversarios caminarán de la mano cuando se definan las internas de cada partido, como si nada de lo que se dijo antes tuviera algún valor. Una amnesia colectiva (y necesaria) atacará a todos los referentes y el “enemigo”, entonces, será el que se postule por otro espacio.

Lo concreto es que, a poco más de medio año de las PASO, todos los espacios políticos están atravesando su propia guerra interna: el Frente de Todos y Juntos por el Cambio son los más notables. Pero incluso en el tercero en discordia, “La Libertad Avanza”, con Javier Milei a la cabeza, la cosa no es muy distinta. Las grietas dentro de cada lado de la grieta son tan profundas que a veces cuesta entender cómo esos referentes siguen estando juntos.

En el oficialista Frente de Todos esas diferencias son evidentes. A grandes rasgos se la podría sintetizar en dos figuras: nada más y nada menos que el Presidente y la Vicepresidenta de la Nación. Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner no solamente no se hablan sino que debieron pasar seis meses hasta que se los volvió a ver juntos en un acto: la apertura de las Sesiones Ordinarias del Congreso. Claro que fue por el rol institucional que cada uno de ellos representa.

Ese acto sirvió para que Alberto Fernández endureciera mucho más su discurso, tal como viene pidiendo el kirchnerismo más fervoroso. En más de una ocasión le exigieron que se mostrara más aguerrido frente a la “tibieza” que le asignan sus detractores dentro y fuera de su espacio. “Con mi moderación, fui el que se empeñó en que la democracia se expanda por toda la región, el que estuvo al lado de Lula cuando injustamente lo apresaron, el que estuvo al lado de Evo Morales cuando un Golpe le arrebató el poder… y el que está al lado de Cristina cuando es perseguida injustamente”, les respondió elípticamente en el discurso ante la Asamblea Legislativa.

Sin embargo, no pronunció la palabra mágica que esperaba el ultrakirchnerismo: “Proscripción”. Aunque sí hizo referencia a un ataque contra Cristina de ciertos sectores de la Justicia que “simularon un juicio en el que no se cuidaron las formas mínimas del debido proceso y se formularon imputaciones que rayan con el absurdo jurídico buscando su inhabilitación política”.

Es decir, el titular del Poder Ejecutivo, con CFK sentada al lado –como Presidenta del Senado- intentó hacer las paces con quien lo eligió para que la acompañe en la fórmula en 2019 y que hoy parece en la vereda de enfrente. Más allá de que también tuvo otros gestos hacia Cristina –como la exigencia a la Justicia de que profundice la investigación sobre el atentado que sufrió en 2022- y algunos elogios a su época como Presidenta, la posibilidad de congraciarse con ese sector parece bastante lejana.

Foto: NA

En los últimos meses los ataques del kirchnerismo duro hacia Alberto Fernández fueron muchos. Por ejemplo, el camporista Andrés Larroque, ministro de Desarrollo de la provincia de Buenos Aires, señaló que durante su mandato «no se honró al peronismo». Y fue más allá: “Alberto Fernández no llegó a la Presidencia por votos exclusivamente propios. Sería un error grave pensar que llegó a ese lugar por lo que era su filosofía; llegó ahí como parte de un acuerdo con Cristina Kirchner y un sector mayoritario en el peronismo”.

Desde “La Cámpora”, el movimiento referenciado en Máximo Kirchner –que estuvo ausente durante el discurso del Presidente ante la Asamblea Legislativa- están convencidos de que Alberto Fernández no cumplió con los compromisos asumidos con ellos y con los votantes. Y es desde ese sector donde públicamente más azotan al Primer Mandatario dentro del Frente de Todos.

El “albertismo”, por su parte, cree que el kirchnerismo duro no hace más que poner palos en la rueda del Gobierno y que apela a un operativo “desgaste” que atenta contra la gobernabilidad. Algo que, al final del camino, le allanaría el camino a la oposición en las elecciones. El propio Alberto Fernández reconoció que tiene diferencias con Cristina y hasta llegó a decir: “Yo sé con quién puedo gobernar y con quién no. Gobierno con los que puedo gobernar «, en referencia a la tensión con su ministro de Interior, Wado de Pedro, hombre de “La Cámpora” y uno de los nombres que suena dentro de ese espacio como precandidato presidencial. El kirchnerismo en realidad sueña con que Cristina Fernández de Kirchner desista de su negativa a ser candidata –tras el fallo judicial por el caso “Vialidad”- y ya puso en marcha un “operativo clamor” –con afiches y todo- para convencerla. Pero si CFK no se postula, este sector aspira a que su candidato sea Wado de Pedro. O Axel Kicillof (que en realidad buscaría la reelección como gobernador en la Provincia de Buenos Aires). O, incluso, Máximo Kirchner.

Eduardo Wado De Pedro (Foto: Daniel Vides – NA)

Mientras, Alberto Fernández intenta aguantar los trapos sabiendo que el rechazo a su gobierno es mayoritario en la sociedad. Aún así, insiste en que será candidato a la reelección. Pero todas las encuestas lo muestran muy atrás. En la Casa Rosada se dice que en realidad esta idea de mantener su candidatura es para ahuyentar el fantasma del “pato rengo”, es decir, el debilitamiento aún mayor que sufriría el Presidente sobre el final de su mandato si desde ahora se mostrara fuera de carrera.

Pero si ese panorama parece complejo para el Presidente, mucho más lo es si se tiene en cuenta quiénes son los otros nombres que suenan para la candidatura presidencial dentro del Frente de Todos. Por un lado está el ministro de Economía, Sergio Massa, que tiene el paradójico desafío de que si le va bien en su función no sólo se favorece su imagen sino la del gobierno en general, incluyendo al Primer Mandatario. Pero su tarea, en particular por la inflación imparable, parece una odisea muy difícil de cumplir.

Foto: Mariano Sánchez/NA

A ese panorama hay que sumar a otros dos postulantes sorpresa que se sumaron a la carrera en las últimas semanas: por un lado el actual embajador en Brasil, Daniel Scioli (quien perdió por poco margen el ballotage con Mauricio Macri en 2015) y Juan Grabois, el referente social que viene criticando muy duro al gobierno y, en particular, al Presidente: “No quiero tener a otro mediocre, otro tibio, a otro cobarde que no haga los cambios que tiene que hacer. No lo acepto”, dijo Grabois hace un tiempo.

Así está de caliente la interna del oficialismo, donde el “Frente de Todos” pasó a ser en realidad el “Frente de Todos contra Todos”. Pese a los esfuerzos por calmar las aguas con la reunión de la denominada “Mesa política” donde participaron todos los sectores y se llegó a un documento consensuado en el que se criticó la “proscripción” contra Cristina y se decidió crear una Comisión cuya única misión es convencerla de que sea candidata.

Del otro lado de la grieta, las cosas no están mucho más tranquilas. En Juntos por el Cambio no sólo la convivencia entre los dos socios mayoritarios (el PRO y la UCR) está muy difícil sino que también hay bombazos internos en cada partido. Es decir, son las internas de las internas. En el PRO, por ejemplo, los ataques permanentes de la ex ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, contra el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, se convirtieron en un clásico. Ambos precandidatos presidenciales ya han blanqueado sus aspiraciones y Bullrich no deja de cuestionar por “blando” y dialoguista a su principal contrincante. Rodríguez Larreta, por su parte, cuestiona a los “halcones” del PRO que “sólo buscan la confrontación”. De hecho, el eje del lanzamiento de su campaña es un discurso “anti-grieta”, aunque hace un tiempo reconoció que nunca se sentaría a hablar, por ejemplo, con CFK.

Foto:NA

Mientras estos dos candidatos se tiran con todo, miran con expectativa que hace otro actor importante del PRO: Mauricio Macri. El ex presidente todavía no definió si será candidato o no. Intenta mostrarse por arriba de la puja interna de su partido y se saca fotos con todos. Pero esa indefinición pone los pelos de punta a los otros aspirantes porque quieren saber si va a jugar o no y, en base a eso, armar sus estrategias proselitistas. Una que también espera que Macri se defina es la ex gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal quien ya reconoció que quiere competir por la Casa Rosada pero que sólo lo hará si su jefe político da un paso al costado.

Como si todo esto fuera poco, el otro sector de Juntos por el Cambio, el radicalismo, también tiene sus propios focos de tensión. El gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, fue el primero en anunciar que aspiraba a ser candidato a Presidente por la UCR y dentro de JxC. Lo hizo con un discurso muy duro hacia el “fracaso del gobierno de Macri” y exigiendo que a futuro el PRO sea más generoso con su socio político, si es que alcanzan el poder. En eso coincide también otro postulante del radicalismo, el neurólogo y diputado Facundo Manes, quien se viene quejando hace tiempo del poco espacio que le brindan los medios. Para agregar más picante a la interna, en los últimos tiempos un nuevo nombre se sumó al listado radical: Martín Lousteau. Sin embargo, lo más probable es que el diputado porteño finalmente compita en la interna de JxC para la Jefatura de Gobierno porteña.

A esa ruleta de nombres de potenciales aspirantes a la Presidencia por Juntos por el Cambio y a esa indomable puja por el poder se agregó en los últimos tiempos Elisa Carrió, quien supuestamente se había retirado –una vez más- de la política. “En la Coalición Cívica va a haber candidata y voy a ser yo”, señaló Carrió. Y siguió: “Pretendo que haya una gran oferta electoral en materia presidencial y de gobernadores, y unidad para las listas de legisladores”. Hay quienes señalan que la supuesta postulación de la chaqueña busca en realidad tener un lugar más cómodo para negociar lugares para la CC en las listas de JxC.

Pero no sólo las dos coaliciones más importantes tienen internas y problemas. Quien aparece en tercer lugar en todas las encuestas, Javier Milei, también atraviesa las suyas. En los últimos tiempos Carlos Maslatón viene denunciando que dentro del espacio “La Libertad Avanza” se persigue a quien piensa distinto y cada vez se cierran más en un grupo de personas que rodean a Milei, entre ellos su hermana. Además Maslatón denuncia una suerte de “venta” de candidaturas dentro de ese espacio político. “Instalaron el fascismo interno en La Libertad Avanza. Privilegiaron la venta de candidaturas por plata por sobre el armado político real. ¿Por qué cobran las visitas de Milei? ¿Por qué se corrompieron?”, sostuvo.

Foto NA: JOSE SCALZO

Pero no es el único dolor de cabeza para Milei: también aparecieron denuncias de chicas que militaban en la juventud de ese espacio sobre presuntas exigencias de “favores sexuales”. Incluso renunció la presidenta de la “Juventud Libertaria” Mila Zurbriggen, diciendo que “Milei tiene muchos vicios de la vieja política”. Desde el entorno del ultraderechista, autopercibido como “anarco-libertario”, salieron al cruce de esas acusaciones.

Así los partidos políticos se desgranan por dentro. Con peleas intestinas en su seno. Peleas por ideología. Y, por supuesto, por lugares en las listas y, en especial, por las candidaturas. En esos combates en los que los “hermanos se pelean” y “los devoran los de afuera”. Aunque “los de afuera” también están entretenidos golpeándose entre sí. Es una guerra de todos contra todos. Como “Titanes en el ring”.

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