En Irak, la situación en relación a la COVID-19 se ha complicado muchísimo en los últimos meses. Desde mediados de agosto, el país reporta una media de 4.500 casos confirmados por día y alrededor de 500 muertes por semana. En apenas un mes, en el periodo que va desde el 5 de septiembre al 4 de octubre, se confirmaron más de 123.000 casos, y el pasado 23 de septiembre se alcanzó el que hasta ahora es el pico de casos desde que se inició la epidemia, con 5.055 nuevos casos de COVID-19 en tan solo 24 horas. Bagdad, la capital de Irak, es la ciudad más afectada, con casi el 30% de los casos reportados en todo el país.
Para responder a la creciente emergencia y apoyar a las autoridades sanitarias locales, Médicos Sin Fronteras trabaja en el hospital Al-Kindy en Bagdad, que está recibiendo un gran número de pacientes COVID-19 graves y críticos. Durante los últimos dos meses, han estado colaborando en la unidad de cuidados respiratorios (UCR) donde llevan a cabo asesoramiento práctico a los trabajadores sanitarios del hospital mientras estos tratan a los pacientes.
El enfoque principal de estas formaciones se ha centrado en ayudarlos a hacer un correcto uso de ventilación, de los medicamentos y de las técnicas específicas para el tratamiento de la COVID-19.
A pesar de los esfuerzos para combatir el virus, el número creciente de casos graves y críticos ha saturado la capacidad de al Kindy y de otras instalaciones médicas que tratan a pacientes con COVID-19. La UCR del hospital al Kindy está formada por 52 camas y todas ellas están actualmente ocupadas.
«Cada hora, cada día, vemos llegar más y más casos graves de COVID-19 a los hospitales de Bagdad”, explica el doctor Pedro Serrano Guajardo, especialista de cuidados intensivos de MSF que acaba de terminar su misión en Bagdad. “Muchos pacientes permanecen en la UCR entre 15 y 20 días para recibir tratamiento, lo que significa que muchas personas tienen que esperar durante dos, a veces tres días, hasta que se libera una cama donde poder recibir el tratamiento especializado que necesitan. Cuando por fin se queda una cama libre, muchos ya están en muy mal estado. Es realmente angustioso ver el deterioro que sufre su salud mientras esperan a que se libere esa cama”.
Las largas listas de espera y la falta de camas no son los únicos problemas en Bagdad. “Algunas personas en la ciudad no parecen conscientes de la gravedad de la situación y no están tomando las medidas de prevención necesarias. Además, muchos alargan el momento de acudir al hospital y a veces llegan en un estado tan grave que apenas podemos hacer nada por ayudarlos. Recibimos muchos pacientes que presentan dificultades respiratorias agudas y cuando llegan a ese punto resulta muy difícil sacarlos adelante”, explica el Dr. Guajardo.
Los trabajadores sanitarios iraquíes también se han visto muy afectados, con alrededor de 15.000 casos confirmados desde el inicio de la epidemia en el país.
Los trabajadores sanitarios iraquíes también se han visto muy afectados, con alrededor de 15.000 casos confirmados desde el inicio de la epidemia en el país. Las bajas de estos trabajadores, unidas a la escasez de recursos humanos de muchos de los hospitales de Bagdad, complica aún más una situación que ya era de por sí crítica desde hace meses.
“Estamos tratando de hacer todo lo posible para apoyar los esfuerzos de las autoridades sanitarias iraquíes para combatir el virus en Bagdad, pero nuestra capacidad es limitada. Lo único que tenemos claro es que la situación actual en el país es extremadamente preocupante«, afirma Gwenola Francois, la coordinadora general de MSF en Irak. «En estos momentos, junto con las autoridades sanitarias del país, estamos preparando medios adicionales de apoyo para aliviar el sufrimiento de la población de Bagdad».
“Para mí, lo más difícil es ver a un paciente a punto de morir y saber que no tengo un ventilador disponible para él”, explica el Dr. Guajardo. “Cuando ves cómo sus vidas se van apagando con cada minuto que pasa, resulta muy frustrante. Si todo el mundo estuviera tomando las medidas necesarias para protegerse y para proteger a los demás, haciendo cosas tan básicas como usar un barbijo cuando salen y lavarse las manos, quizás las cosas no estarían tan mal como están ahora. O si simplemente acudieran al hospital antes de que su salud se deteriorase tanto, seguramente tendríamos más posibilidades de salvarles la vida”.
“Para mí, lo más difícil es ver a un paciente a punto de morir y saber que no tengo un ventilador disponible para él”, explica el Dr. Guajardo.
Médicos Sin Fronteras está trabajando en todo Irak para apoyar al sistema de salud frente a la pandemia. En Mosul, poco después de que el COVID-19 llegara a Irak, tomaron la decisión de apoyar el sistema de salud de la ciudad y transformó temporalmente parte de su centro de atención postoperatoria en una instalación especializada para el tratamiento de la COVID-19.
También han estado impartiendo sesiones de formación, centradas sobre todo en el control de la prevención de infecciones, en varios centros de salud de las gobernaciones de Erbil, Dohuk y Ninewa. De cara a estar preparados para un posible aumento de casos de COVID-19, también han establecido una instalación de tratamiento y aislamiento de 20 camas en el campamento de Laylan, en la gobernación de Kirkuk.
Fotos: MSF
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