La diabetes podría curarse usando heces de personas sanas, según revela una nueva investigación científica. Los experimentos encontraron que los organismos microscópicos generados a partir de la bacteria E. Coli trasplantados a ratones detuvieron la progresión de la enfermedad.
La técnica podría poner fin a la necesidad de dolorosas inyecciones de insulina, e implica la ingeniería de bacterias E. Coli a partir de muestras de heces. Además, también tiene el potencial de tratar una variedad de afecciones intestinales, desde la obesidad hasta el síndrome del intestino irritable.
El autor principal del estudio, el profesor Amir Zarrinpar, de la Universidad de California, en San Diego (EEUU), aseguró: “Lo único que puedo desearles a las bacterias no nativas es buena suerte. El microbioma intestinal es muy dinámico y cambia constantemente, lo que dificulta aún más las cosas para las bacterias no nativas”.
Durante mucho tiempo los científicos han tratado de introducir bacterias modificadas genéticamente en el intestino para tratar diversas enfermedades. Pero estos intentos se han centrado en diseñar cepas comunes de E. Coli en el laboratorio, las cuales no pueden competir con las bacterias intestinales nativas que están bien adaptadas a su entorno huésped.
Zarrinpar indicó: “Es un desafío para las bacterias que nunca antes habían vivido dentro de un mamífero entrar de repente en la jungla del microbioma intestinal con todas estas condiciones hostiles que están hechas para evitar que los invasores bacterianos permanezcan”.
E. COLI Y LA PROTEÍNA BSH
El equipo de EEUU tomó la bacteria E. Coli de microbiomas intestinales de humanos y de ratones, y agregó una proteína llamada BSH (hidrolasa de sal biliar). Las hizo más robustas, extendiendo así su supervivencia en el ambiente intestinal hostil el tiempo suficiente para tratar la enfermedad.
Zarrinpar explicó: “Las bacterias en nuestro cuerpo están adaptadas específicamente a cada uno de nosotros: el tipo de alimentos que comemos, los estresores comunes que nuestro cuerpo experimenta o induce, y nuestros antecedentes genéticos. La fluctuación constante de ese entorno es normal para las bacterias”.
Ello es una gran ventaja para las bacterias nativas y las convierte en candidatas ideales para la ingeniería. Zarrinpar añadió: “Hemos diseñado estas bacterias para que se conviertan en fábricas que puedan vivir en nuestro microbioma y potencialmente producir medicinas”.
“Sabemos que la E. Coli puede detectar genes patógenos y causar enfermedades, pero ahora nos estamos percatando de que, si ponemos un gen benéfico, puede ayudarnos a tratar enfermedades crónicas, tal vez incluso a curar algunas de ellas”, agregó.
Los investigadores primero recolectaron muestras de heces del huésped y extrajeron E. Coli para realizar más modificaciones. Zarrinpar mencionó: “Le decimos a la bacteria: ‘Oye, te daremos un nuevo superpoder, del que quizá ni siquiera te beneficies, pero te devolveremos al entorno en el que prosperas’”.
El investigador comparó a la proteína BSH con un “superhéroe”. Después de un solo tratamiento en ratones, se encontraron E. Coli en todo el intestino, con actividad retenida durante toda la vida del huésped.
COMBATE A LAS ENFERMEDADES
El estudio, publicado la semana pasada en la revista científica Cell, también mostró que los hallazgos podrían influir de forma positiva en la progresión de la diabetes en roedores de laboratorio.
Es una mejora significativa con respecto a tratamientos similares con cepas de laboratorio no nativas de bacterias modificadas, para los que a menudo se requiere más de un tratamiento. Y no permanecen en el intestino del huésped durante tanto tiempo ni tan consistentemente como el método nativo de E. Coli identificado por Zarrinpar y sus colegas.
Además de influir con éxito en la diabetes en ratones, el grupo también pudo realizar una modificación similar a la E. Coli extraída del intestino humano.
Zarrinpar describió los resultados como “sustanciales”, pero queda más trabajo por hacer. La ingeniería de bacterias nativas viene con otro conjunto de desafíos.
“Las bacterias nativas son muy resistentes a las modificaciones; es parte de su mecanismo de defensa innato”, explicó.
Los datos sugieren que insertar un gen en una bacteria nativa tiene una tasa de éxito 100 veces menor que hacerlo con cepas de laboratorio. Pero los investigadores están optimizando el proceso. Zarrinpar añadió: “Ahora hay muchas nuevas herramientas de ingeniería genética disponibles que nos permitirán diseñar estas bacterias de manera más efectiva”.
El grupo planea usar esta tecnología para encontrar formas de tratar más enfermedades. Zarrinpar agregó: “Estamos soñando a lo grande. Esta tecnología es algo que potencialmente puede abrirle paso a la utilización de la terapia del microbioma para influir en muchas y diferentes enfermedades crónicas y genéticas”.
Publicado en cooperación con Newsweek en Español