Nació como un tratamiento alternativo para dejar de fumar. Hoy, los especialistas están divididos en cuanto a sus beneficios y perjuicios. La moda que se impone este verano entre jóvenes de todo el mundo es una amenaza no muy distinta al cigarrillo convencional. Un boom con trasfondo peligroso.
La época en la que fumar era lo más glamoroso y canchero del momento ya pasó. Hoy, las campañas de concientización para dejar el cigarrillo frecuentan en todos los canales. A partir de la ola quit smoking now, en 2003 China engendró un nuevo concepto en cigarrillo: el electrónico, que en vez de largar humo, genera vapor. Su recipiente contenedor es de cristal o plástico y lleva un líquido que porta sustancias aromatizantes, agua, alcohol, propilenglicol, glicerina vegetal y diferentes concentraciones de nicotina.
Su principal objetivo es hacer que los fumadores dejen de fumar a través del consumo de dosis permitidas de nicotina que se reducen de manera gradual. ¿El problema? El propósito es ilusorio cuando las medidas de nicotina recomendadas no se respetan: en vez de abandonar el cigarrillo, fomenta más el vicio.
Bajo su apariencia inofensiva, se impone entre fumadores y exfumadores, especialmente entre los más jóvenes. Envueltos en “el boom del vapeo”, muchos adolescentes se inician en el consumo de nicotina, la misma sustancia toxica del cigarrillo tradicional, sin ser conscientes de sus efectos. Y esta temporada la moda se viene con toda: nadie quiere quedar afuera de la tendencia del vaping.
Al no tener combustión, no larga humo ni alquitrán como su antecesor, entonces a primera vista parece beneficioso. Pero detrás de la cortina de vapor se esconde una gran cantidad de nicotina, tóxica y adictiva, que dispara la polémica y el debate entre científicos en cuanto a sus consecuencias en la salud. Sus efectos aún se desconocen, en especial aquellos a largo plazo, que siguen siendo la gran interrogante de este nuevo formato. El Dr. Guillermo Espinosa, Presidente de la AsAT (Asociación Argentina de Tabacología), nos contó que cada vez se hacen más estudios al respecto y que es cierto que sus efectos nocivos no son los mismos que el cigarrillo común. “Pero sí es verdad que liberan más de 30 productos, algunos cancerígenos, entre ellos metales pesados como cromo, níquel y plomo, e incluso se ha encontrado arsénico en bajas concentracione”, explicó el médico. “Aún no sabemos bien los problemas de salud que conlleva su consumo en esta forma; pero nada es menos nocivo que dejar de fumar definitivamente”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) hizo hincapié en los “potenciales riesgos tóxicos y hasta cancerígenos” de algunas sustancias detectadas en el vapor de este tipo de dispositivos. En Argentina, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) prohibió en 2011 la importación, distribución, comercialización y cualquier modalidad de promoción del cigarrillo electrónico en el país, y lo ratificó en 2016. Esta disposición surgió de estudios científicos que consideran que no existe evidencia para concluir que sean una ayuda eficaz para dejar de fumar y tampoco hay pruebas suficientes que determinen que son seguros para el consumo humano. La paradoja es que, a pesar de estas prohibiciones y argumentos en contra deeste cigarrillo, se sigue vendiendo libremente y su uso es cada vez más común.
Vaper, vaporizador, vapeador, e-cigarette, e-cig, pipa de agua… Muchas formas de denominarlo, un mismo resultado. Parece inofensivo, pero cada vez tiene más mala fama. Lo que surgió como la variante “sana” delcigarrillo convencional, hoy parece una mayor amenaza. Sin embargo, es el boom del verano 2019. Nuevos formatos, pero detrás de ellos, el tabaquismo sigue luchando por mantener su dominio en un mundo cada vez más reticente.