Nos movemos en ambientes de permanente competencia y desafíos. Un sistema donde pocas veces, los logros y los resultados van de la mano de nuestra realización personal. Una realización que se quiere expresar. Que casi siempre no sólo se posterga, sino que se descarta. Una ilusión o un deseo que siempre vivirá en ese futuro que nunca llega. “Que rápido pasa la vida” es una máxima que abunda cuando las obligaciones o el “deber ser” no quieren soltar el timón de nuestra existencia. Convivimos con la aceptable frustración de no animarnos a traer, desde nuestro más profundo interior, el auténtico propósito que anida en nuestro corazón.
Algo que logró la pandemia es enfrentarnos, capaz como nunca antes, ante la finitud de la vida. La cruda realidad ha provocado, de alguna manera, un sinceramiento en la razón de ser de cada uno de nosotros. ¿Por qué postergar nuestros sueños? ¿Por qué demorar la búsqueda de ese bienestar que nos espera ansioso? En definitiva…¿Cuál es el verdadero propósito interior que quiere nacer? No el de la fórmula ganadora, ni la receta de los demás. El propio. Mágico. Incomparable. Indestructible.
El mundo está cambiando. Muchas personas han desempolvado su autoliderazgo para finalmente tomar el camino que los estaba esperando. Son conscientes de que tienen por delante la aventura de un viaje hacia un cambio transformador.
¿Cómo sería el proceso? Antes que nada soltar patrones de comportamiento pasados. Animarse a poner foco en la introspección y el autoconocimiento. Descubrir y activar la fuente de creatividad que todos llevamos dentro. Tener real conciencia del presente, para comenzar a correr el velo de ese futuro emergente. Pero alinear la mente y el corazón no es suficiente. Ponernos en acción (voluntad) es comenzar a consolidar este nuevo círculo virtuoso. Ser y Hacer.
Un desarrollo interior (liderazgo consciente) que impactará no sólo en una revolución interna, sino que también derramará hacia nuestro campo social. Donde promoveremos la inteligencia colectiva de la mano de la escucha generativa, para pasar a ser protagonistas y así hacerle frente a la ausencia y al vacío, allí donde habitan las excusas y las justificaciones.
La inteligencia del corazón es la llave para abrir la puerta de nuestro futuro y comenzar a desandar un nuevo camino, ese que interiormente tanto anhelamos. Y que necesitamos…
Por: Marcela Gamarra
Consultora especializada en marketing, comunicación y liderazgo consciente.
Mentorías.
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