Este jueves, el Senado sancionó el proyecto de la nueva ley de VIH. Esta iniciativa, que llevaba varios años esperando por su aprobación y perdió estado parlamentario en tres ocasiones, establece cambios en la normativa que entró en vigencia en la década del 90, para plantear una respuesta integral a quienes padecen esta enfermedad.
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Con 60 votos a favor y uno en contra, el nuevo texto no sólo brinda asistencia a los pacientes que portan el virus de la inmunodeficiencia humana, sino que también pone el foco en las hepatitis virales, otras infecciones de transmisión sexual (ITS) y la tuberculosis.
El documento que fue aprobado en Congreso establece un cambio en el enfoque para el tratamiento de estas enfermedades, ya que no sólo busca la mirada “biomédica”, sino también que se incluya la perspectiva de género y de derechos humanos.
Uno de los puntos centrales es la derogación del Decreto 906/95, por lo que se establece la prohibición definitiva de la prueba de VIH y otras ITS como parte de los exámenes preocupacionales o para ingresar en las Fuerzas Armadas y de Seguridad.
En ese sentido, señala que las pruebas para el diagnóstico deberán realizarse de forma voluntaria, gratuita, confidencial, universal y con asesoramiento tanto previo como posterior. También se promueve la producción pública de medicamentos e insumos para tratar estas patologías.
Con respecto al plano social, la normativa incluye una asistencia para las personas que tienen VIH, otras ITS, hepatitis virales y tuberculosis. Entre ellas, la posibilidad de acceder a una jubilación anticipada o pensión no contributiva, dependiendo del caso.
De acuerdo a lo que señaló el titular de la Comisión de Salud del Senado, Pablo Yedlin, en Argentina se diagnostican por año unos 4.500 casos, con una tasa de mortalidad de 2,8 por cada 100.000 habitantes. Además, se estima que alrededor del 17% de los pacientes con VIH no conoce su diagnóstico.
