Por Alice Collins, de Newsweek
Pocas cosas son más molestas que el sonido del despertador, el cual, invariablemente, nos despierta con un sobresalto justo cuando el sueño empezaba a ponerse interesante.
En la creencia de que echar un pestañazo no daña a nadie, es muy fácil posponer la alarma otros diez minutos. Y cuando el intruso vuelve a sonar, pero todavía no estamos listos para levantarnos, el reflejo automático es volver a posponerlo para seguir durmiendo… hasta que nos levantamos de un salto al ver la hora.
Si bien ese despertar “gradual” se antoja una estrategia inmejorable para despedirnos de Morfeo cada mañana, el Dr. Scott Kutscher, neurólogo especializado en medicina del sueño, dice a Newsweek que, cada vez que postergamos el despertador, nos “privamos artificialmente de sueño”.
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Es muy común que caigamos en la tentación de posponer la alarma. En junio de 2023, una encuesta de YouGov halló que 64 por ciento de las personas cede a la tentación en algún momento. Y aun cuando otro 14 por ciento confesó posponer la alarma con bastante frecuencia, hasta 11 por ciento de los encuestados reconoció que lo hacía todos los días.
Por otro lado, la pesquisa también reveló que hasta 21 por ciento de los 12,907 respondedores jamás postergan la alarma, sino que se levantan de inmediato.
POSPONER EL DESPERTADOR PROLONGA LA “INERCIA DEL SUEÑO”
Ese “otro ratito” no solo conlleva el riesgo de que lleguemos tarde al trabajo o a la escuela, sino que, como señala Kutscher, hace que el despertar nos resulte mucho más difícil.
“Posponer la alarma soluciona un problema que, para empezar, no necesita solución, porque despertar es parte natural del fenómeno del sueño. No conozco a un solo especialista del sueño que recomiende utilizar la opción de posponer el despertador”, agrega el neurólogo.
“El verdadero problema es que nos resistimos a despertar. Aunque nos gustaría saltar de la cama haciendo piruetas como una princesa de Disney, el hecho es que el acto de despertar nos disgusta a casi todos”, añade Kutscher. “Esa sensación que nos impulsa a permanecer en las profundidades de la ensoñación es lo que se conoce como inercia del sueño”.
La inercia del sueño es la fatiga y el aturdimiento que experimentamos a primera hora de la mañana, y se caracteriza por el aletargamiento y la torpedad mental que sentimos inmediatamente después de despertar.
Aún cuando la inercia del sueño dura escasos 30 minutos, un estudio de 2022, publicado en la revista Journal of Physiological Anthropology, demostró que —a diferencia de lo que creemos— la costumbre de posponer el despertador prolonga la inercia del sueño en vez de disminuirla.
Dicha investigación concluyó que, en lugar de pasar una sola vez por el estado de somnolencia antes de renunciar a las sábanas, posponer la alarma hace que experimentemos varios “despertares forzados”.
Y en ese sentido, Kutscher señala que “la inercia del sueño tiende a empeorar cuando despertamos de etapas de sueño más profundas”, de allí que configurar la alarma antes de lo necesario dificulte mucho más el acto de levantarnos de la cama.
POSPONER LA ALARMA CAMBIA EL SUEÑO PROFUNDO POR UN SUEÑO MÁS LIGERO
“Existe la idea de que, después de uno o varios pestañazos adicionales, entramos en un estado de sueño más ligero que facilita el despertar y conduce a una menor inercia de sueño. No estaría mal, ¿verdad? Sin embargo, el hecho es que la inercia se resuelve por sí sola en los 30 o 60 minutos posteriores al despertar, sin importar el estado de sueño en que nos encontremos”, afirma el neurólogo.
Aunque posponer la alarma pueda parecernos la mejor opción —pensando que esos diez minutos extra harán que nos levantemos más descansados—, Kutscher insiste en que esa deliciosa siesta adicional no es tan valiosa como el sueño real.
El especialista en el sueño puntualiza: “Lo que hace esa siesta es cambiar el sueño profundo por un sueño más ligero. Pero el gran inconveniente es que el sueño profundo —el cual suele ser REM justo antes de despertar— es fundamental para la consolidación de la memoria y el funcionamiento ejecutivo”.
Conocido ampliamente como REM, el sueño de movimientos oculares rápidos es indispensable para la ensoñación, el procesamiento emocional y el sano desarrollo cerebral. Y más aún: la National Sleep Foundation (organización no lucrativa estadounidense) enfatiza que el sueño REM también ayuda al cuerpo a prepararse para el estado de vigilia, ya que activa el sistema nervioso central.
Si tu intención al posponer la alarma es despertar poco a poco y reducir el aturdimiento matinal, Kutscher aclara que lo único que haces es “tratar de resolver un problema que se resuelve por sí solo”.
CONFIGURA TU DESPERTADOR LO MÁS TARDE POSIBLE
En vez de posponer la alarma varias veces, el neurólogo sugiere que la configures para la hora más tardía posible y te levantes de inmediato.
“Mi recomendación, para todos, es configurar un solo despertador tan tarde como sea razonablemente posible, pero que aún les dé el tiempo necesario para prepararse a iniciar el día”, propone Kutscher.
Ahora bien, si de veras detestas levantarte de la cama y ninguna cantidad de café te ayuda a disipar los efectos de la inercia del sueño, trata de solucionar el problema con alternativas más naturales.
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Por ejemplo, el neurólogo sugiere que utilices “pistas de alerta diurnas”. Es decir, algo tan sencillo como abrir las cortinas en cuanto te levantes para que entre la luz del sol. O bien, camina por la habitación para propiciar el estado de vigilia.
“Mi estrategia personal es ponerme zapatos y calcetines hasta justo antes de salir de casa”, revela Kutscher. “El frío es otra señal de alerta poderosa, de modo que caminar descalzo sobre el suelo frío me ayuda a despertar”. N
(Publicado en cooperación con Newsweek)