Aunque la letalidad del COVID-19 parece haber sido controlada a partir de la masificación de las vacunas, las nuevas subvariantes de la variante Ómicron están generando nuevas olas de coronavirus en todo el mundo. Y dado el relajamiento de las restricciones, un número creciente de casos podría reflejarse también en un incremento de los casos graves.
Por eso, los gobiernos están buscando ampliar el alcance de los refuerzos, al tiempo que los laboratorios analizan cómo actualizar sus fórmulas para que resulten más efectivas contra estas mutaciones y contra las que puedan sobrevenir.
En ese marco, Pfizer Inc. y su socio alemán BioNTech SE anunciaron este miércoles que iniciaron un estudio de fase intermedia de una vacuna modificada contra el COVID-19, dirigida tanto a la subvariante original como a la BA.2 de Ómicron.
Hoy (hasta el 23 de julio), se estima que, en conjunto, las subvariantes BA.4 y BA.5 representan el 95% de los casos de coronavirus en EEUU.
De todos modos, Pfizer aseguró que la vacuna está en un estudio inicial de prueba de concepto para reunir más datos respecto a su efectividad.
Vale recordar que la Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU (FAA) pidió el mes pasado a los fabricantes que se concentren en BA.4 y BA.5, las dos subvariantes de Ómicron actualmente dominantes. La idea es que puedan formar parte de las dosis de refuerzo para el otoño boreal.