Por Mauro Fulco
Es común ver ciudadanos chilenos de compras en Mendoza, patentes paraguayas en Formosa o Misiones, bolivianos que cruzan en lancha a Salta o uruguayos en Entre Ríos. El peso argentino es una invitación a que los vecinos hagan sus compras de este lado de la frontera y regresen a sus países. O no, y se instalen en forma definitiva en suelo argentino.
Lacalle Pou, preocupado por los uruguayos que compran en Argentina
En poco tiempo, el peso argentino se devaluó 20 por ciento. Hasta hace pocas semanas por cada peso uruguayo había que desembolsar 10 pesos argentinos. Hoy esa cuenta difiere: por cada uno de la tierra de Artigas hay que poner 12 de la tierra de San Martín. Y esa diferencia en el cambio agiganta la brecha de precios a un lado y al otro del Puente Internacional Salto Grande.
El otro factor es el dólar, un bien deseado, cotizado y cada vez más inaccesible en Argentina, que parece una tierra prometida para los países vecinos de la región, que lo usan como supermercado, shopping, clínica multiservicio y para todo tipo de actividades.
Salto es la ciudad uruguaya que queda justo frente a Concordia. Es la segunda ciudad charrúa en población y la cuna de Horacio Quiroga. Para los futboleros, Salto también vio nacer a Edinson Cavani y Luis Suárez, que tiene su estatua tamaño real en Uruguay y Amorín, la esquina más céntrica de la ciudad, el punto obligado de paseo, termo bajo el brazo y yerba Canarias.
Allí, a lo largo de la arteria salteña más comercial, puede apreciarse el impacto de los precios argentinos. Locales en alquiler, persianas bajas y poco movimiento. Es que los uruguayos recorren los 30 kilómetros que los separan de Concordia y gastan su dinero de este lado de la frontera. “En lo que va de 2023 (enero, febrero, marzo, abril y mayo) cerraron 170 locales comerciales en el Litoral uruguayo, y se perdieron 2 mil puestos de trabajo”, resume Guillermo Luzardo, miembro de la Cámara de Comercio e Industrial de Salto.
El intendente de la ciudad, Andrés Lima, aporta un dato contundente. “El fin de semana pasado cruzaron 80 mil uruguayos a Entre Ríos, y gastaron aproximadamente 20 millones de dólares”.
QUÉ COMPRAN
La principal ventaja económica de cruzar a Argentina está dada en los combustibles. A pesar de que las autoridades uruguayas tomaron la medida de beneficiar a las ciudades de frontera con un 40 por ciento de descuento en el precio final de la nafta, los ciudadanos uruguayos todavía ven conveniente llenar el tanque en Entre Ríos. “En Montevideo sale tres veces más caro. Acá, con el descuento aplicado, seguimos pagando el doble. La gente cruza, llena y aprovecha para comprar el surtido de productos para el mes”, informa Luzardo.
Un argentino cobra hasta once veces menos en dólares que un uruguayo
Claudio es el encargado de una estación de servicio Ancap, en la que se ve poco movimiento. La playa está desierta, y los playeros toman mate mientras esperan que se acerque algún vehículo. “Las ventas cayeron entre 40 y 50 por ciento, y algunos compañeros nuestros entraron en paro. En esos casos el Estado les paga el salario. Por suerte otros encontraron otro rumbo laboral y descomprimieron la situación, porque no tenemos forma de competir con los precios de la nafta argentina”, se lamenta.
Además de las estaciones de servicio, el otro rubro que se ve afectado son las farmacias y perfumerías que –según el intendente- mermaron sus ventas en un 40 por ciento. “Además van al médico, al kinesiólogo, a la peluquería, a la óptica a hacerse los anteojos. Todo es más conveniente del otro lado”, asegura Lima.
Claudia atiende un supermercado en la periferia de la ciudad. Allí es notoria la diferencia de precios entre una orilla y la otra. “Más que nada la diferencia está dada en productos de tocador y de limpieza, en golosinas y chocolates. Todo lo que es industria argentina nos es muy favorable. Un desodorante, por ejemplo, cuesta 150 pesos uruguayos ($1800) mientras que en Argentina se consigue por $800. Un chocolate grande que acá sale 7 mil pesos argentinos allá lo conseguimos por 3 mil”. Y suma una actividad a las detalladas por el intendente: “Las cuestiones de belleza y cuidado personal las hacemos del otro lado. Depilación, esculpido de uñas. Conviene ir para allá”.
Mientras Claudia detalla el listado de actividades y precios y la conveniencia total y absoluta de comprarlos en Argentina, Elsa hace la fila para pagar sus productos. Escucha el relato de la cajera y agrega: “Yo soy corredora de ventas de una empresa mayorista de alimentos. Vendemos atún, aceite de oliva, aceitunas, de todo un poco. Mis clientes hacían pedidos de 1 millón de pesos uruguayos al mes y ahora como mucho piden 600 mil. Perdemos todos: ellos porque venden menos y yo porque tengo menos comisiones”.
Elsa también cruza a Concordia a proveerse de su compra quincenal. Y, además, viaja dos veces por mes a Buenos Aires. “Lo que pasa es que para nosotros es muy fácil hacernos de dólares, no tenemos restricciones. Y si vas a Argentina con dólares sos Ricky Fort”, explica. A su lado, Claudia asiente entre risas. “Me alojo en Av. Corrientes junto a mi hija. Vamos al teatro, al Parque de la Costa. Voy a comprar ropa a Av. Avellaneda, a Once para aprovechar los descuentos”. Y cuenta una anécdota: “La última vez fuimos con una valija vacía para traerla con indumentaria, pero no había nada que nos gustara así que la llenamos con chocolates y golosinas”. A pesar de su amor por la vecina capital tiene una dolorosa observación que no puede pasar por alto: “Fuimos a comer pizza y nos sorprendió ver a la gente en la calle con hambre. Lo que sobró se lo dimos porque nos parte el alma”.
Según un estudio del Observatorio Económico de la Universidad Católica hay 144,09% de diferencia en alimentos y bebidas no alcohólicas, un 201% en bebidas alcohólicas y tabaco. También hay 159,46% en comidas fuera del hogar. Los cigarrillos, una locura: 291,3 por ciento más caro. Concordia es mucho más barato que Salto.
Otra de las medidas tomadas por el gobierno de Luis Lacalle Pou fue efectuar un descuento del 30 por ciento en la compra de lunes y miércoles, algo que Claudia pondera. “Es una medida efectiva, pero el problema se da a la tarde, cuando la gente cruza a Concordia a cenar en un restaurant y aprovecha para cargar nafta y comprar su surtido. A la mañana las ventas son unas y a la tarde son mucho menos”.
ARGENGUAYOS
No importa con quién se hable, los salteños de Salto no comprenden el fenómeno argentino de la inflación. Allí, el año pasado acumularon 8,29 durante el año. El mismo número que el Indec registró en Argentina durante el mes de abril. Con números que superan el cien por cien anual, los uruguayos preguntan cómo es vivir con esa incertidumbre, y esa pregunta tiene una respuesta única: viviendo.
“Es incomprensible las crisis que atraviesan con la riqueza que tienen”, observa Luzardo, que además de ser tesorero de la Cámara de Comercio es dueño de cuatro supermercados en la ciudad y que renueva su preocupación ante la caída de las ventas, que ronda el 30 por ciento de la facturación mensual.
“Hay que tener en cuenta que no permiten traer carne ni fruta ni verdura, y que el límite para pasar mercadería es de 5 kilos por auto, entonces la gente no se vuelca tanto por los productos de la canasta básica sino más bien por aquellos de limpieza y tocador”. Los ciudadanos de a pie deslizan que el control de esos 5 kilos no es tan efectivo, y que muchos logran pasar mucho más de lo permitido.
Caminar por Concordia, por Gualeguaychú, por Federación o por Colón es ver contingentes de uruguayos en restaurantes, heladerías o supermercados. “Según un reporte de la Cámara Inmobiliaria de Entre Ríos hay 2 mil uruguayos que compraron propiedades del otro lado”, dice el intendente Lima.
Entre ellos hay muchos compatriotas suyos que se decidieron a alquilar aún trabajando en Salto. Por precio, les conviene vivir en Entre Ríos y viajar a diario a su trabajo en Uruguay. Luzardo, por su parte, añade que hay jubilados que deciden cruzar el charco y vivir en Argentina. “Con la mínima acá les cuesta llegar a fin de mes y allá viven bárbaro”, dice.
Entre las múltiples actividades detalladas que se realizan de este lado de la frontera hay una que llama la atención: los uruguayos festejan sus cumpleaños en Entre Ríos. “Alquilan salones, compran la bebida y se reúnen del otro lado”, informa Luzardo. Claudia, la encargada del súper, es una de las cumpleañeras agasajadas en Argentina. “Fuimos a un restaurante en el que nos hicieron un menú con precios favorables. Incluso tomamos alcohol o tragos y hasta shows. Así y todo pagamos entre tres y cuatro veces menos de lo que pagaríamos en Salto”. Elsa, que continúa en la fila y que todos los jueves cena en el mismo restaurant entrerriano con sus amigas, agrega: “Acá no hay lugares con shows o ese tipo de actividades”.
El intendente y el miembro de la Cámara de Comercio coinciden en una posible solución, o al menos en intentar un ensayo. Lima arriesga: “Lo que se debería intentar es la importación directa. De esa forma los comerciantes del Litoral uruguayo agregan su ganancia del 15 o 20 por ciento. Nosotros tenemos aceitados contactos con las autoridades de Concordia, y de esa manera no pierde nadie: en Argentina van a seguir vendiendo lo mismo o más (y en blanco). En Uruguay los comerciantes van a poder sobrevivir y la gente se va a ahorrar los 60 kilómetros ida y vuelta a Argentina y las colas enormes que se producen en la frontera, donde pueden quedar demorados hasta 5 horas”.
El intendente Lima estima, según predicciones de economistas uruguayos, que la situación se extenderá por 5 años. “Hay que resolverlo cuanto antes porque cinco años es mucho tiempo para los habitantes de nuestra ciudad y nuestra economía”.
A los extranjeros Argentina les parece un país barato. Oferta culinaria, cultura, infraestructura, hotelería, turismo, gastronomía, servicios y hasta festejos de cumpleaños. Con dólares en mano y precios bajos (al menos para ellos), más que barata, Argentina está regalada.