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Cada año se pierden 12.000 millones de días de trabajo por licencias por depresión
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Cada año se pierden 12.000 millones de días de trabajo por licencias por depresión

Un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) afirma que cada año se pierden 12.000 millones de días de trabajo debido a la depresión y la ansiedad que padecen los trabajadores. Esto, además de un impacto social y sanitario, genera pérdidas por US$ 1 billón a la economía global.

De acuerdo a un estudio del organismo sanitario, publicado en junio pasado, el 15% de los adultos en edad de trabajar en 2019 experimentaron un trastorno mental. Y es que, según explican, “el trabajo amplifica problemas sociales más amplios que afectan negativamente a la salud mental, como la discriminación y la desigualdad”. Además, el mobbing (la intimidación y la violencia psicológica en ese ámbito) es una de las quejas clave respecto al acoso.

Pese a esto, la OIT señala que hablar sobre la salud mental sigue siendo un tabú en los entornos laborales. Y por eso convoca a todos los países a adoptar medidas puntuales para abordarla.

Por eso, la OMS y la OIT elaboraron dos nuevas publicaciones: las Directrices de la OMS sobre salud mental en el trabajo y una nota conjunta de la OMS y la OIT, que fueron difundidas este miércoles.

Estas directrices recomiendan medidas para hacer frente a los riesgos para la salud mental, como “la gran carga de trabajo, los comportamientos negativos y otros factores que generan angustia en el trabajo”. De hecho, por primera vez se recomienda la formación de los directivos para que puedan prevenir los entornos laborales estresantes y dar respuestas a los trabajadores que sufren.

Asimismo, proponen “mejores formas de atender las necesidades de los trabajadores con problemas de salud mental”, realizando “intervenciones que apoyen su reincorporación al trabajo”. En tanto, respecto a quienes padecen problemas graves de salud mental, se sugieren “intervenciones que facilitan la incorporación al empleo remunerado”.

Al respecto, Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, aseguró: “Es hora de centrarse en el efecto perjudicial que el trabajo puede tener en nuestra salud mental. El bienestar del individuo es razón suficiente para actuar, pero una mala salud mental también puede tener un impacto debilitante en el rendimiento y la productividad de una persona. Estas nuevas directrices pueden ayudar a prevenir situaciones y culturas laborales negativas y ofrecer una protección y un apoyo a la salud mental muy necesarios para los trabajadores”.

Por otra parte, un documento adicional de la OMS y la OIT brinda “estrategias prácticas para los gobiernos, los empleadores y los trabajadores y sus organizaciones, en los sectores público y privado”. El objetivo, señalan, es apoyar la prevención de los riesgos para la salud mental, proteger y promover la salud mental en el trabajo, y apoyar a las personas con problemas de salud mental para que puedan participar y prosperar en ese mundo”.

En esa línea, Guy Ryder, director general de la OIT, opinó: “Dado que las personas pasan gran parte de su vida en el trabajo, es fundamental contar con un entorno laboral seguro y saludable. Tenemos que invertir para construir una cultura de prevención en favor de la salud mental en el trabajo, reformar el entorno laboral para acabar con el estigma y la exclusión social, y garantizar que los empleados con problemas de salud mental se sientan protegidos y apoyados«.

Y es que la propia normativa internacional le pone un marco a esto. Un comunicado recuerda que “el Convenio de la OIT sobre Seguridad y Salud en el Trabajo (nº 155) y la Recomendación (nº 164) proporcionan un soporte legal para proteger la salud y la seguridad de los trabajadores”. Sin embargo, el Atlas de Salud Mental de la OMS descubrió que sólo el 35% de los países aseguraron contar con programas nacionales de promoción y prevención de la salud mental relacionada con el trabajo.

Finalmente, explicaron que el efecto de la pandemia no puede ser sacado de la ecuación: el Covid provocó un aumento del 25% en la ansiedad y la depresión general en todo el mundo. Y eso dejó en evidencia “la falta de preparación de los gobiernos para lidiar con su impacto en la salud mental y reveló una escasez crónica de recursos de salud mental a nivel mundial”. En 2020, los gobierno gastaron apenas el 2% de sus presupuestos sanitarios en la salud mental.

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