Por Mauro Fulco
Kioscos, canchas de paddle, remiserías, parripollos, cervecerías, barberías, pet shops. Cada uno de estos comercios supo estar de moda a la hora de realizar una inversión, buscar un ingreso alternativo o simplemente parar la olla. Tuvieron su auge y, por saturación en la oferta, también su caída.
En épocas de crisis, con una inflación disparada, un dólar volátil y una realidad económica incierta, la sociedad tiene pequeños refugios, lugares a los que volver para cuidar el mango. Son los comercios barriales. Por lo general están desde hace décadas en el mismo lugar. Y allí recurren los ciudadanos para ver de qué manera gastar menos.
Compostura de calzado, remiendos de ropa, service de electrodomésticos, supermercado de cercanía. En épocas de vacas flacas, operan como refugio en medio de la crisis. Y a la vez son un termómetro de lo que ocurre en el bolsillo de sus clientes. Son la primera línea, el primer síntoma del pulso económico del país.
ROPA Y CALZADO, REMENDADOS
Daniel tiene una zapatería desde hace 24 años en el barrio de Núñez. En estas dos décadas y media vio pasar todo tipo de coyuntura económica. La actual –asegura- le resulta beneficiosa. “Mi trabajo se mantiene estable desde hace años. No hubo gran incremento en lo cotidiano, aunque se puede decir que estoy mejor. Hasta hace un año y medio trabajaba con un compañero, que por suerte se pudo independizar, abrió su negocio del mismo rubro en Pilar y le va muy bien”.
La inflación de octubre fue del 8,3% y la interanual alcanzó el 142,7%
Según el último reporte de inflación elaborado por el INDEC en el mes de septiembre el rubro que más aumentó fue “Prendas de vestir y calzado”, nada menos que un 15,7 por ciento de un mes a otro. Daniel medita acerca de este dato y corrobora: “Un par de zapatos vale 80 mil pesos como económico. La gente sigue eligiendo traerlos acá a reparar. Si gastan $25 mil les sigue resultando barato, y descalzos no pueden andar”.
Pero a la hora de la reflexión, Daniel tiene bien en claro lo que es estar mal: “Durante el menemismo, con la apertura irrestricta de importaciones, cerraron las fábricas y muchos perdieron el trabajo. En esa época convenía más tirar un zapato con la suela despegada y comprar uno fabricado en China, de buena calidad pero hecho de plástico, nada que ver con el cuero y la manufactura argentina”. Para él la vara está clara: los noventa fueron el piso.
El segundo ítem es “Ropa”, y en ese caso es Angélica quien toma la posta. Desde hace 17 años tiene un local a la calle en el que se dedica a arreglar vestimenta. “Vi pasar absolutamente todas las crisis, y todos los momentos buenos”, certifica, y detalla: “A la gente le gusta vestirse bien, así que por lo general trabajo no me falta, pero ahora estamos sobrepasados: antes capaz traían la ropa del exterior y venían con el bolsito para que se las arregle; ahora la ropa que traen es directamente para remendar o para arreglar. O tal vez me pasa que me traen un pantalón comprado en el exterior hace 15 años para que lo transforme en chupín o lo modernice”. Y enfatiza un punto no menor: “La ropa ahora es de peor calidad que antes. Por ahí una persona gasta 50 mil pesos en un jean y lo tienen que traer para hacerle un parche en la entrepierna, y a los tres meses tiene que volver para que lo volvamos a emparchar. O los cierres de las camperas: yo arreglo, pero recomiendo que lo traten con amor, porque trabajo con material de industria nacional, y realmente la calidad deja mucho que desear”.
Así como no se puede andar desnudo o descalzo por la calle, las personas que tienen dificultades en la visión precisan sus anteojos. Y Adrián Cavalheiro, dueño de una óptica, ilustra: “Muchas veces entran a pedir presupuestos, y es más frecuente que reutilicen la montura que ya tienen en uso o hasta que hagan cristales nuevos en una montura que le regalaron. También ocurre que después de consultar precios para hacerse un anteojo nuevo deciden reparar el que ya tienen en uso”.
Mariano Gorodisch es especialista en Finanzas, y experto en ahorro. “Economan”, su criatura mediática, es un éxito. Y opina: “Hoy por hoy hay mucha compra. Más que reparación hay mucha compra de productos para sacarse los pesos de encima. La gente hoy no quiere tener pesos, entonces prefiere tener otro par de zapatos o cambiar la heladera antes que conservar los pesos encima.
El economista Juan Enrique se expresa en un sentido parecido, y grafica los comportamientos en épocas de crisis: “La gente se saca el peso de encima, porque el argentino entiende que hay que gastarlo; aumenta la circulación y cae la demanda, lo que significa que la gente no quiere guardarlo. Lo más importante es que a la mayoría no le alcanza la guita y gasta en donde puede”.
Un caso que no es lineal es el del service de electrodomésticos. El negocio de Electrolux que queda en Saavedra es un clásico en su rubro y en el barrio. Al entrar al local se ingresa en un mundo que parece diseñado por robots, como si fuera la película Wall-E: los electrodomésticos se amontonan esperando su reparación, algo que no siempre ocurre.
“La verdad es que tenemos mucho trabajo, pero a la vez tenemos que ser cuidadosos con los presupuestos. Los vaivenes del dólar no nos permiten sostener los precios, porque nosotros nos manejamos con repuestos importados”, aseguran, y deslizan lo que parece ser una cuestión de tamaño: “Una aspiradora o una cafetera por ahí la reparan, pero una heladera cuesta más. Hay que pensar que una nueva puede valer medio millón de pesos, y siempre arreglarla es la primera opción. Lo mismo ocurre con el lavarropas. El microondas, en cambio, muchas veces conviene cambiarlo de una”.
Según el índice de inflación, los electrodomésticos subieron 12.7 por ciento de un mes a otro. Y los services se encuentran con una dificultad adicional: comunicarle al cliente que lo que un martes valía X un jueves puede costar más caro”. ¿Y cómo se resuelve una situación así? “Algunos clientes se enojan, pero es cierto que ellos entienden que esta inestabilidad nos afecta a todos”, dicen. Paula Sosa es contadora y coach especialista en Pymes. Y en su rol acompaña el testimonio del service: “La pyme argentina está acostumbrada a maniobrar en tiempos de crisis, ya sea por instinto o por experiencias previas. Gestionan sus números e información para poder desplegar mayor cantidad de estrategias, no para aumentar sus ganancias (que se ven disminuidas por la variación constante de costos y precios) sino para sostenerse y mantener clientes”.
LA MESA NO ESTÁ SERVIDA
Ropa, calzado, anteojos, electrodomésticos. El ítem más doloroso y necesario registrado por el INDEC es Alimentos, que aumentó 14,3 por ciento en un mes.
Durante el primer semestre del año, CAME midió que hubo una caída del 1,4 por ciento interanual en las ventas de Alimentos y Bebidas en los comercios pyme.
Un estudio del Centro de Estudios por la Soberanía Popular Mariano Moreno analizó los patrones de compra en el AMBA, que arrojó que la mayoría hace sus compras en comercios de cercanía y no en supermercados, a pesar de no ser la opción más económica. Juan Enrique analiza: “Los clientes recurren a los comercios de cercanía porque, como el dinero es poco, no va a gastar extra en transporte. La clase media por ejemplo se abastece en mayoristas, pero lo que sí es que el dinero se lo gasta rápido”.
El psicoanalista Ricardo Antonowicz añade su visión: «El contexto de crisis lleva a una reorganización de prioridades a la hora de comprar. Solo se consume aquello que representa un valor para el consumidor, se evitan las tentaciones y se priorizan los bienes y servicios destinados a los niños. Se deja de lado el esparcimiento y se instala un consumo defensivo. Por otro lado, estamos asistiendo a un clima similar a la pandemia, donde primaba la solidaridad con el pequeño comercio barrial a fin de contribuir a su sostenimiento».
Sebastián tiene un mercadito en el que trabajan 3 empleados y él. Está abierto de lunes a sábados de 8 a 21. “En estas crisis salgo beneficiado, porque la gente deja de hacer la compra del mes y lo cambia por una compra diaria. No van al supermercado a hacer las compras del día. Lo que veo es que gastan muchísimo más que antes y no llevan nada. Incluso me asombro de lo que valen las cosas y hago la cuenta dos veces. O se ven obligados a dejar productos en la caja porque no los pueden pagar”.
Economan -o según el DNI, Mariano Gorodisch- recomienda “stockearse en café, en yerba o jabón en polvo. No te digo en carne porque por ahí se te corta la luz, pero con la inflación que hay y que va a haber la gente elige desprenderse de los pesos. Y te digo más: si se compra un celular o un electrodoméstico te devuelven el IVA si pagás con débito. Entonces eso es lo que se está aprovechando”.
Sosa, en su rol de asesora de empresas, recibe todo tipo de dudas: “Este año recibimos muchas consultas para analizar y desplegar opciones, no solo para mantener el valor de los ahorros o invertir sino también para evaluar estrategias y resguardar el valor del dinero incluso dentro del mismo mes. Depende de cada bolsillo, se compran productos nuevos, stockean consumo o reparan lo que ya tenían”.
En tiempos de crisis, las pymes siguen siendo el refugio ante bolsillos flacos.