¿Cuánto sabemos, cuánto creemos que conocemos sobre discapacidad como sociedad? Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), «las personas con discapacidad son aquellas que tienen deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, en interacción con diversas barreras, pueden obstaculizar su participación plena y efectiva en la sociedad en igualdad de condiciones con los demás».
Pero, Gustavo Sosa González, rector del instituto Infancias, charló con Newsweek Argentina y sostuvo que una definición no alcanza para describir a quienes tienen una discapacidad. En la página web del instituto, que se aboca a la educación especial, hay una frase que dice: «El retraso madurativo esconde más de lo que muestra». Si bien el entrevistado aclaró que no era una frase de su autoría, explicó de forma muy clara por qué este es un concepto clave para tener en cuenta y reflexionar.
«El tema de la discapacidad es mucho más amplio de lo que uno imagina», remarcó y precisó que «por un lado, están los títulos que se dan dentro de los diagnósticos que, como menciona la frase, no son muy claros. En los certificados de discapacidad que se dan se pone una nomenclatura en base a un nomenclador que es genérico, por lo que no queda claro qué características tiene una persona con cierto diagnóstico».
«Si bien claramente hay patrones que son observables y por eso, se puede diagnosticar, lo cierto es que, en definitiva, las limitaciones y las posibilidades de cada uno de los chicos y los techos de hacia dónde pueden llegar dependen de cada uno de los casos», afirmó, y agregó que «cuando se suele abordar el tema de discapacidad desde afuera se lo ve como algo genérico». «Pero, por ejemplo, dentro del retraso madurativo tenés alumnos que a los 13 o 14 años iniciaron una escolaridad secundaria con nosotros y otros que empezaron a los 18 o 20 años», detalló. Por lo tanto, subrayó que «en definitiva cada uno de los casos debe ser visto de manera particular«.
Además, recalcó que «con los diagnósticos se tiene el prejuicio de lo poco que se puede lograr, lo poco que pueden hacer los chicos», ya que, «se cree que porque tienen un diagnóstico y un certificado de discapacidad, entonces no van a poder ser». «Y la idea de la educación especial es acompañarlos a que puedan ser lo más que ellos puedan dar«, resaltó.
REINSERTARSE EN UNA ESCUELA «COMÚN»
Sosa González primero puso el foco en lo normativo, y explicó que «la norma establece en la Ciudad de Buenos Aires un desfasaje de la edad que puede tener un alumno para el nivel secundario común» y puntualizó que «ese desfasaje es de dos años, puede llegar a haber alguna excepcionalidad para que sea de tres». «Lo que esto quiere decir es que, para que un alumno pueda ingresar a una escuela común, tiene que tener 13 años, o a lo sumo 14 o 15. Ya si tiene 16, deben ver específicamente el caso y te tienen que dar el OK«, indicó, y sostuvo que «eso provoca una dificultad a la hora de generar y articular la reinserción de los alumnos que vienen de una escuela especial a una escuela común«.
«No obstante eso, hay casos de chicos que han terminado con nosotros, que lo que ofrecemos es 1° y 2° año del ciclo básico que se hace en un colegio común y luego pasaron a una escuela común para seguir con 3° año«, contó y añadió que «algunos lo hicieron en una escuela con orientación en educación física, otros en bachillerato en economía».
Frente a ese panorama, remarcó: «¿Se puede? Sí, se puede, ¿Es fácil? No es sencillo en la mayoría de los casos por el tema de la edad«.
¿Cómo toman las familias y autoridades la reinsersión de chicos con discapacidad en una escuela común?
– Con respecto a las familias no hemos tenido ningún tipo de inconveniente. En las escuelas de la Ciudad de Buenos Aires no te pueden decir que no a la matriculación de un alumno con discapacidad por el hecho de la discapacidad. Sí pueden decirte lo del tema de la edad. Mientras tengas la certificación de que con nosotros hizo 1° y 2° año y cuentes con la vacante para un 3°, no te pueden decir que no. La verdad es que en los casos que se ha hecho y se ha acompañado no han habido inconvenientes. Después de un tiempo el alumno ya sigue con la otra institución y el vínculo con nosotros se va cortando, siempre a la espera de si nos necesitan, quieren volver a visitarnos o precisan algún tipo de orientación. Pero ya queda a cargo de los terapeutas que suelen acompañar a los chicos, son esos profesionales con la nueva escuela los que continúan con el trabajo. No todos los alumnos pueden proyectar esta idea de la reinserción, al margen de la edad, por las características propias de los chicos. Los alumnos que tenemos nosotros en educación especial, la enorme mayoría, ha tenido una experiencia en las escuela común. Generalmente en el nivel primario, y de ahí se recurre a la escuela de educación especial.
¿Cómo fue la experiencia de la escuela común y de qué forma puede afectar la reinsersión?
– La gente suele llegar con una mala experiencia de lo que fue la escuela común, sobre todo por lo que tiene que ver con lo social o la falta de recursos de las instituciones para poder acompañarlos. Entonces, no es muy sencillo. De hecho, el corte con nosotros se hace bastante difícil en ciertos casos. Los chicos suelen pasar mucho tiempo con nosotros, el ambiente y el contexto es un lugar donde ellos se sienten cómodos. Por lo tanto, hay que hacer todo un proceso de desarraigo para volver a un lugar en donde en muchos casos tuvieron una experiencia negativa en el comienzo. Suele ocurrir eso, hay cierto temor. Sin embargo, en otras familias no, y la verdad que en la mayoría de los casos que se ha logrado, el resultado ha sido bueno.
El PLAN DE ESCUELA SECUNDARIA PARA CHICOS CON DISCAPACIDAD
«El plan del secundario nació en lo que se llamaba antiguamente una escuela de recuperación; era a nivel secundario y lo sigue siendo a nivel primario, porque la primaria de recuperación sigue existiendo, un lugar para que los estudiantes puedan terminar de desarrollar ciertas capacidades y adquirir determinadas herramientas para poder continuar estudiando en otro lugar», explicó, y marcó que «esa era la idea de la escuela de recuperación que a nivel secundario no existía, los planes de educación especial no tenían la idea del secundario.
«Cuando la secundaria se hace obligatoria es ahí donde se forma una laguna, porque cada uno de los chicos tiene el derecho de terminar sus estudios secundarios, pero no había un plan que pudiera dar respuesta a lo que en ese momento se llamaba necesidades educativas especiales», recalcó.
«No había un plan que pudiera certificar el secundario y que se adecuara, que estuviese adaptado a lo que precisan los chicos con necesidades educativas especiales», enfatizó y agregó que «a partir de ahí se origina la idea. Puntualmente en nuestro caso, el plan lo diseñó el colegio hace más de ya 15 años, pero lo que ocurrió fue que cuando se modificó la ley de la ciudad de Buenos Aires y se estableció lo que comúnmente se llama la NES, ‘La Nueva Escuela Secundaria’ nos involucró a nosotros también«.
«Entonces, tuvimos que adecuar ese plan que la escuela tenía original a la nueva norma y así quedó el plan de estudios actual, que consiste en brindar con el espíritu de la normativa anterior lo que en la nueva norma se llama ciclo básico, que es 1° y 2° año«, indicó. Si bien sostuvo que «hay otras instituciones que ya ofrecen bajo la modalidad de educación especial, el secundario completo», aunque aclaró que «no son muchas».
TALLERES LABORALES: UNA CONEXIÓN CON EL MUNDO DEL TRABAJO
Sosa González contó que, con los talleres laborales «lo que busca la institución es brindarle a los alumnos la posibilidad del vínculo con el mundo laboral», y puntualizó: «Por un lado, la formación hacia lo laboral, es decir, la capacitación para lo que puedan llegar a encontrarse y, por otro, la cuestión práctica de elaborar algunos productos o bien también formar parte de lo que es toda la secuencia de producción de algo, de lo que es la mano de obra hasta la parte administrativa: la facturación, el registro de las ventas, la venta misma y demás».
Por último, puso el foco en la «falta de recursos y de conocimiento que hay con respecto a la cuestión de la educación especial y la inclusión de chicos con discapacidad en una escuela común» y dejó en claro que «no es simplemente una cuestión de voluntad». «Está muy bien que se tenga la voluntad y la intención de hacerlo, pero es necesario ponerse en contacto con los especialistas porque el trabajo es bastante arduo. Es un trabajo de mucha formación para saber cómo hacer; el profesorado de educación especial dura lo mismo que un profesorado común, y es gente que estudia para eso, para saber cómo trabajar con chicos, que en este caso, tienen una discapacidad intelectual, mental. Es gente que sabe y que se prepara para esto. Hay mucha voluntad, pero los recursos terminan siendo escasos«, concluyó.