Según el Instituto de Estadísticas y Censos (Indec) la pobreza en la Argentina disminuyó del 41,7% en el segundo semestre del 2023 al 38,1% en el mismo período pero del año pasado. Si bien es clave que la pobreza baje, hay un dato más que preocupante: el 40% de los jóvenes que viven en barrios vulnerables de la ciudad y la provincia de Buenos Aires piensa que nunca dejará de ser pobre.
Hay un 20% que cree que tiene mínimas posibilidades de ascender socialmente, pero el doble, un 40% considera que no tiene futuro.
Con el título, «La narrativa rota del ascenso social: un estudio de las expectativas de los jóvenes en los barrios populares», el informe realizado por el Centro de Investigación y Acción Social CIAS, de los jesuitas, que dirige el padre Rodrigo Zarazaga, y el Centro de Estudios y Diseño de Políticas Públicas FUNDAR, se basó en 600 caso y 47 entrevistas a jóvenes de entre 16 y 24 años de cinco barrios humildes de CABA y de la zona sur, oeste y norte del conurbano.
El informe hizo hincapié en que «las familias siguen siendo el factor más determinante en las trayectorias de la vida de los jóvenes y de sus posibilidades de proyectarse un futuro»
En ese punto, marcó que en en el 43% de las casas»la madre no sólo es la principal responsable del cuidado, sino también el principal sostén económico del hogar».
Y agregó que «el 30 % de su grupo familiar es monoparental. La mitad de las familias no tienen las herramientas mínimas para la crianza» por lo que «el abandono de los niños en situación de calle es el peor resultado posible».
LA IMPORTANCIA DE LA EDUCACIÓN
Los jóvenes consideran que la escuela es clave para poder desarrollarse y «ser alguien» en el futuro. Más del 90 % no sólo quiere terminar el secundario, sino también seguir formándose: el 40% tiene como objetivo obtener un título universitario
Pero el 57 % de los jóvenes de entre 19 y 24 años no terminó la secundaria y una de las principales causas es el consumo de drogas.
Además, el 76 % contó que debió salir a trabajar desde chico para ayudar ecónomicamente a su familia.
Más de la mitad define al colegio como una experiencia negativa, ya que, lo califica como un lugar aburrido.
El 34% falta porque no tiene ganas de ir. El 56% sufre algún caso de violencia y el 55% recalcó la habitual suspensión de clases.
Muchas de los que finalizan el secundario y logran llegar a la universidad afirman que su nivel educativo es mucho más bajo que el de sus compañeros. «Yo lloraba porque iba y no entendía nada», manifestó una chica que proviene de una familia de cartoneros.
EL BARRIO
El barrio es para la mayoría de los jóvenes el único lugar para sociabilizar.
Sin embargo, muchos lo ven como un espacio amenazante, donde de manera frecuente pueden darse situaciones violentas e invitaciones al consumo y a ser parte de organizaciones delictivas, lo que lleva a muchos padres a encerrar a sus hijos.
En ese contexto, el estudio subraya que «las iglesias y los centros comunitarios son descriptos también como lugares importantes donde los contienen y les ayudan a ampliar horizontes».
El CONSUMO DE DROGAS
El 50% de los consultados consume o consumió drogas. Según explicaron son tres los motivos por lo que lo hacen o lo hicieron: olvidar las dificultades, obtener ingresos o lograr reconocimiento.
El 51 % aseveró que la mayoría de sus amigos consumen drogas y un 43 % indicó que tiene conocidos en el barrio que la venden.
Aseguraron que los vendedores de droga les preguntan: «Te pago con droga o con plata».
Coincidieron en que el consumo arranca cerca de los 13 o 14 años, pero también afirmaron que el comienza se da cada vez a edades más tempranas, en chicos de 9 o 10 años.
Señalaron el juntarse en «la esquina» como «el primer paso que comienza con una cerveza entre amigos y puede terminar en robos y enfrentamientos con la policía».
Al mismo tiempo, todos los que entran y salen del consumo, e incluso del delito, manifestaron su deseo de abandonar esas prácticas.
El informe recalcó que «a menudo los jóvenes responden a la pregunta sobre su porvenir con fantasías. Porque éstas están demasiado lejos de sus condiciones materiales y sus formas de vida»
Por eso, «luego de manifestar esos anhelos suelen admitir que para que se hagan realidad necesitarán ‘un golpe de suerte’ o que ‘pase algo mágico'»
«Trágicamente cuando se creció en estas condiciones, esperar que todo esto dependa de un golpe de suerte parece lo más razonable», finalizó.