El Papa Francisco participó de un podcast en el que analizó sus 10 años de pontificado, recordó algunos momentos de su trayectoria y pidió sus “tres deseos” para la Iglesia y el mundo.
La producción, hecha por los medios oficiales del Vaticano, se llama “Popecast”. Allí, el sumo pontífice hizo un balance y aseguró que “parece que fue ayer” su asunción.
“El tiempo es presuroso, tiene prisa. Y cuando quieres aprovechar el hoy, ya es ayer. Y si quieres coger el mañana, todavía no ha llegado. Y te quedas en esta tensión de un hoy que es ayer y no mañana. Vivir así es algo nuevo. Estos diez años creo que han sido así: una tensión, vivir en tensión”, expresó.
A lo largo de esta década, Francisco tuvo miles de audiencias con personas de todo el mundo. Sin embargo, el momento “más hermoso” para él fue la audiencia con ancianos de todo el mundo en la Plaza de San Pedro en 2014.
“Los ancianos son sabiduría y me ayudan mucho. Yo también soy viejo, ¿no? Pero los ancianos son como el buen vino que tiene esa historia añeja. Los encuentros con ancianos me renuevan y me rejuvenecen, no sé por qué… Son momentos hermosos, preciosos”, destacó.
El Papa Francisco. Foto: REUTERS/Tony Gentile/File Photo
Sin embargo, se mostró preocupado por los momentos dolorosos que vivió, entre ellos la guerra en Ucrania. “No pensé que sería el Papa de la época de la Tercera Guerra Mundial. Pensaba que lo de Siria era algo singular, luego vinieron los demás”, criticó.
Al respecto, el Papa señaló que “detrás de las guerras está la industria armamentística”, y lamentó la cantidad de víctimas que dejó el conflicto en Ucrania: “Me duele ver a los muertos, jóvenes -sean rusos o ucranianos, me da igual- que no vuelven. Es duro”.
En ese sentido, el sumo pontífice pidió un regalo por sus 10 años de papado. “Regálenme paz, necesitamos paz”, manifestó. Además, pidió sus “tres deseos” para la Iglesia y el mundo: “Fraternidad, llanto y sonrisa”.
“Fraternidad humana, todos somos hermanos, reconstruir la fraternidad. Aprender a no tener miedo de llorar y sonreír: cuando una persona tiene miedo de llorar y sonreír, es una persona que tiene los pies en el suelo y la mirada en el horizonte del futuro. Si uno se olvida de llorar, algo va mal. Y si uno se olvida de sonreír, es aún peor”, sentenció.
