Viajar a la Antártida. ¿Cómo será ir a ese lugar, que para la mayoría de nosotros, se encuentra en el fin del mundo? ¿Cómo será viajar con el presidente de la Nación a esos confines, pero también llevar todo el tiempo a personas de todo tipo? ¿Es la Antártida la misma que hace varios años o su paisaje cambió?
Para tener respuesta a todas esas preguntas y conocer en profundidad este lugar tan lejano pero a la vez tan clave para nuestro país, especialmente en tiempos en los que empieza a revelarse su potencial energético, Newsweek Argentina conversó con Carlos Recio, capitán de navío de la Armada Argentina y comandante del rompehielos Almirante Irízar.
¿Qué se siente llevar a un presidente en el buque Almirante Irízar a esa porción tan lejana de nuestro territorio?
-Por suerte bajo mi comando tuvimos dos visitas presidenciales: Alberto Fernández y Javier Milei. Primero este es el buque que tiene las mejores capacidades médicas que hay en la Antártida, por lo cual cada vez que se trasladan autoridades a la Antártida este buque tiene que estar en cercanías del lugar donde está el presidente. Hay un montón de protocolos; incluso los días anteriores vienen un montón de autoridades del Estado: secretarios, subsecretarios, ministros y demás. Así que es todo un desafío cada vez que una autoridad y más el presidente de la Nación va a la Antártida.
Y te quiero aclarar: que vaya un presidente de la Nación a la Antártida es importantísimo no solamente para la actividad antártica específica, sino para la República Argentina, porque es la autoridad máxima del país que está diciendo me interesa este territorio. Así que nosotros, los que trabajamos mucho en la actividad antártica, lo vemos de manera muy especial.
Usted decía que para ustedes es importantísimo que el presidente vaya a la Antártida, un territorio cuya soberanía depende en buena parte de la actividad científica que allí se desarrolla. ¿Cuál es su visión respecto al apoyo que el Estado debe dar a la ciencia?
-Mucha gente dice que el Tratado Antártico vence en el 2048, pero el Tratado Antártico no vence. Probablemente se firmó el Tratado Antártico y es como que quedaron los reclamos de soberanía congelados: hubo 12 países signatarios iniciales en los cuales entre ellos se incluye la Argentina, que tienen reclamo de soberanía. Y a partir de ahí, la firma del Tratado Antártico quedó congelado. Lo que vence en el 2048 es lo que se llama el Protocolo de Madrid, que boga por el cuidado del medio ambiente e impide todo lo que es la explotación minera, la explotación de agua, explotación de hidrocarburos. De manera de mantener la Antártida lo más prístina posible, no se puede hacer ningún desarrollo comercial en la Antártida. Con lo cual en el 2048 va a haber una boga muy importante para ver qué es lo que pasa.
Hace un par de semanas, se conoció que en la Antártida había volcanes que en vez de largar lava largaban oro. En la Antártida nosotros vimos lo que es la riqueza no solamente de gas, de petróleo y de agua, hay una riqueza minera impresionante. Y ese es un lugar totalmente inexplorado.
Por lo tanto, en 2048 yo pienso que va a haber un escenario mundial totalmente distinto y todo lo que es la parte estratégica en la Antártida está modificada, ya no es más la presencia, tener un montón de gente porque si bien eso es importante, para mí lo más importante, y lo que traté de hacer durante mis dos años de comando, es dar apoyo a la ciencia. Acá lo que es el conocimiento del lugar, la mayor cantidad de papers que pueden sacar nuestros científicos y publicarlo a nivel internacional es lo que nos puede dar el peso específico necesario para el día de mañana decir ‘nosotros no solamente estamos en la Antártida si no que la conocemos y la Antártida es nuestra’. Hay que poner diez veces más ciencia de la que estamos poniendo. Yo traté a todos mis oficiales de trasmitirles exactamente este pensamiento porque yo creo que el día de mañana el que más conozca la Antártida es el que va a tener algún mayor derecho que el que estuvo más tiempo o el que tiene más gente estando ahí. Si no hay ciencia, sino hay conocimiento, en la Antártida no se va a poder hacer nada. De eso estoy convencido.
Usted dijo que «hay que poner diez veces más ciencia de la que estamos poniendo». ¿Por qué crees que no se invierte lo necesario? ¿Por ignorancia? ¿Porque se ve a la Antártida como un lugar lejano?
-Nosotros tenemos una frase que dice: «No se puede amar lo que no se conoce». Y la verdad que en la Antártida hay mucho romanticismo pero muy poca gente la conoce. Los que estamos ahí vemos todo el potencial, sobre todo desde el punto de vista científico; y muchas veces bregamos porque se empiece a explotar mucho más lo que es la ciencia en la Antártida, como hay muchísimos países que lo están haciendo. Muchas veces no vemos. No te puedo decir la razón, porque el trabajo nuestro en las Fuerzas Armadas es el apoyo logístico a la ciencia, pero te voy a poner un ejemplo muy sencillo: el primer año que yo fui comandante, acá hay un proyecto muy importante que se llama proyecto «Cetus», que es el que estudia sobre todo las ballenas en la Antártida. Nosotros le pusimos un plus a ese proyecto Cetus, le dimos un apoyo importantísimo y logramos hacer grabaciones en lugares a donde no va nadie más que nosotros. En mi segundo año de comando, ya en ese proyecto Cetus, que originalmente era solo gente de Argentina, vinieron brasileños y españoles, y estoy seguro que con el apoyo que le dimos este año, el año que viene va a haber de otras nacionalidades más. Todo eso es lo que a vos te da un prestigio internacional, te posiciona como referente en un tema y ahí es donde todos los países empiezan a decir «necesitamos de Argentina para hacer algunas cosas».
Este rompehielos es el único buque que va a los lugares más australes de la Antártida y que se adentra en las partes a las que ningún otro país va. Todas las muestras que nosotros tenemos son de un valor científico incalculable.
Por eso es que la Organización Internacional de Energía Atómica adoptó al rompehielos Almirante Irízar para hacer uno de los proyectos más importantes que tienen y este buque es el único de toda la Antártida que está haciendo el estudio de los microplásticos en los mares antárticos. Y eso es porque nosotros llegamos donde nadie más llega y eso es lo que tiene que explotar la Argentina. Es por eso, que yo te decía que necesitamos probablemente diez veces más ciencia, diez veces más acuerdos internacionales, pero obviamente que para eso el país tiene que abrirse a la comunidad internacional. Si nosotros nos quedamos dentro de lo que es la Argentina nada más, obviamente no tenemos el presupuesto, la tecnología, los apoyos internacionales que son necesarios para eso, y yo creo que la Cancillería este año está apuntando a todo lo que son los acuerdos internacionales para la parte científica.
La artista italiana, Paola Marzotto, que viajó a la Antártida con ustedes en el Irízar quedó muy impactada por la falta de hielo en comparación con un viaje anterior hace muy pocos años. ¿La Antártida está en peligro y no lo estamos viendo?
-Cuando nosotros fuimos (a la Antártida), ella me dice «no veo hielo». En la Antártida hay dos tipos de hielo: uno es el hielo marino, que es el agua que se congela y el otro es el hielo terrestre que son los glaciares que se van rompiendo y es lo que todos conocemos como los icebergs, pero nosotros los llamamos témpanos. Nosotros hablamos todo el tiempo con los glaceólogos, como Sebastián Marinsek, que es el glaceólogo del Instituto Antártico Argentino más importante que tiene la Argentina, y yo le consulto mucho a él. Mi primera campaña antártica fue en el año 1996, y 30 años después, yo veo la Antártida y es otra Antártida.
Entonces, le pregunto a Sebastián «qué es lo que está pasando que hoy veo un paisaje más patagónico que un paisaje polar», y él me explicó que esto es una cuestión de edades glaceológicas, y ahora estamos en una edad de la tierra que es una edad caliente donde obviamente el impacto del hombre, la huella humana tiene un montón que ver. Pero estamos en una época caliente de la tierra, y es por eso, que viene cambiando tanto lo que es el paisaje antártico. Vos lo que ves son temperaturas más altas; mayor cantidad de hielo terrestre producto de que los glaciares se están rompiendo porque hay una mayor temperatura; y la navegación es mucho más peligrosa de lo que era antes en la Antártida porque vos esos hielos de origen terrestre que son hielos de agua dulce congelada son durísimos y son los que rompen los barcos.
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No te voy a decir que hay menos hielo de origen marino, que es el agua congelada, pero sí que al hielo ese se lo ve mucho más debilitado de lo que era hace varios años atrás.
Para mí es muy difícil decirte si la ciencia tiene la razón o es todo un producto de lo que se llama el calentamiento global. Sí te puedo decir que los científicos dicen que estamos viviendo en una etapa caliente del mundo y sí te puedo decir que inexorablemente hay una huella humana que evidentemente está afectado de alguna manera.
Pero lo que dijo Paola es cierto, lo que vos ves en lo que es el medio ambiente, incluso ves otro tipo de aves, vemos pasto, vemos verde, vemos musgo, vemos colorido que antes no existía, antes eso era todo gris y blanco. Hoy los pingüinos están hasta el mes de mayo o junio, antes en abril ya no había más pingüinos; hay muchísimas ballenas en el mes de mayo (que antes incluso iban a buscar más el norte). Hoy toda la parte de la Patagonia argentina se llena de ballenas y de pingüinos porque cruzan el Mar de Drake y salen de un clima hostil, de un clima en el que se congela todo el mar y en el que ellos no pueden salir a respirar porque no tienen la comida, y hoy en día eso sucede mucho más tarde y por mucho menos tiempo. Así que sí hay cambios importantes.
¿Cómo es la vida a bordo cuándo llevan en el buque a personas que no son de las Fuerza Armadas? ¿Eso cambia mucho su dinámica de la campaña?
– Nosotros estamos tremendamente acostumbrados a llevar personas de todo tipo. El personal militar, que es el que hace toda la tarea logística de reaprovisionamiento de las bases que es toda gente de la Armada, somos 215 personas y hay otras 100 personas que se suman a la dotación del buque. Y esas 100 personas son: científicos, personal militar de otras Fuerzas Armadas, son las dotaciones salientes o las dotaciones entrantes de las bases, gente del servicio meteorológico, gente de otros países. Así que estamos muy acostumbrados a tratar con gente que no es militar, gente que es científica, gente que tiene otras costumbres totalmente distintas a las que podemos tener en una disciplina militar. En el buque hay una sinergia muy importante, por lo menos en mis dos años de comandante. Nosotros nos debemos a la ciencia, porque todos los que vienen de afuera hacen ciencia. Somos muy respetuosos del trabajo de la gente. Esto es una familia, todos empujamos para el mismo lado y queremos un fin ulterior común, que es para trabajar para la República Argentina, que la Argentina sea grande en la Antártida y que sea un referente a nivel mundial. Esa es mi gran visión para el día de mañana.