Por Christian Trotta (*)
Buenos Aires es una de esas ciudades que se fundaron dos veces. O por lo menos tenemos dos fechas de inicio: 1536 y 1580.
Aunque hay muchos historiadores que sostienen que la primera fundación no fue tal, ya que no cumplió con los pasos burocráticos para una fundación en toda regla como exigía la Corona española, lo cierto es que todavía no sabemos cuál es exactamente el sitio fundacional en dónde el adelantado Pedro de Mendoza la levantó por primera vez, en 1536.
Mendoza había firmado con el Rey Carlos I una capitulación en Toledo, el 21 de mayo de 1534. Una “capitulación” es algo así como un contrato entre el conquistador y el Rey, en el que el primero se comprometía a conquistar y adicionar para la Corona Española territorios que le permitieran al monarca expandir sus dominios y, desde luego, que estos puedan ser explotados.
Parte de esa capitulación afirmaba: “Mi criado y gentil hombre de mi casa que os ofrecéis de ir a conquistar y poblar las tierras y provincias que hay en el río de Solís que algunos llaman de la Plata, donde estuvo Sebastián Caboto y por allí calar y pasar la tierra hasta llegar a la mar del sur; y de llevar a Nuestros Reynos (sic) a vuestra costa y misión…”.
Muchas son las teorías que se barajaron a lo largo de estos siglos sobre el sitio exacto en el que podríamos ubicar ese primer asentamiento de Mendoza. Se habló del Parque Lezama, de un sector cercano al Zanjón de Granados, la zona de la actual Vuelta de Rocha, pasando por una versión que ubica a la primera Buenos Aires en Parque Patricios y otra que la ubica en tierras bonaerenses, más precisamente en Escobar, fuera de la actual ciudad.
Guillermo Furlong, historiador y sacerdote jesuita, de una vasta trayectoria en el campo historiográfico y un eximio traductor del latín y del alemán, ubica la primera fundación en el barrio de Parque de los Patricios.
Furlong se apoya en las crónicas que traduce de Ulrico Schmidl para datar con supuesta exactitud el lugar del primer asentamiento y también así desterrar a los demás lugares barajados como supuestos solares. Pero su teoría comenzó a perder fuerza cuando el sacerdote jesuita comenzó a medir confundiendo leguas con millas en los mapas y en las crónicas existentes.
Lo determinante es que la mayoría de estos lugares -todos los nombrados anteriormente- fueron excavados por parte del equipo del Centro de Arqueología Urbana de la Universidad de Buenos Aires, y ninguno dio material concluyente con el asentamiento.
En 1936, cuando se cumplieron 400 años de la primera fundación, un grupo de historiadores concluyeron en una convención que el lugar exacto fue el actual Parque Lezama, en el límite entre Barracas y La Boca. Y es allí donde hoy se levanta el monumento a Pedro de Mendoza. Así, este lugar quedó en el ideario porteño como el solar de la primera fundación.
El problema, como comentamos anteriormente, es que luego de las excavaciones arqueológicas el lugar no arrojó elementos irrefutables para confirmar realmente que haya sido el punto fundacional.
Tampoco nos juegan a favor los documentos históricos de la época. Son muy pocos y poder ubicar el verdadero lugar mediante los escritos de Ulrico Schmidl, se hace muy complejo, teniendo en cuenta que la geografía cambió radicalmente desde 1536 a la época.
Ahora bien, si uno tuviera que fundar hoy un asentamiento, seguramente lo haría en un lugar elevado. Es preciso tener en cuenta que el Río de la Plata se adentraba muchísimo más en la ciudad de lo que hoy conocemos. Muchos lugares de nuestra actual ciudad eran bañados o humedales, con un terreno no apto para un asentamiento. Por eso siempre se pensó en el Parque Lezama, ya que su lomada es natural, como algunos otros sitios de la ciudad presente que respetan la geografía original del terreno.
Otra cuestión que debemos tomar en cuenta es que siempre tenemos en nuestro imaginario popular la idea de que los españoles llegaron y crearon un asentamiento. Pero para expandir nuestro conocimiento es preciso utilizar la creatividad, romper esos moldes de nuestra mente.
Un dato muy interesante es que existe un lugar delimitado y excavado no hace mucho (en 2017), en tierras del actual Autódromo de Buenos Aires, así como en otras tantas excavaciones a lo largo Villa Riachuelo y otras zonas de la rivera norte del Riachuelo, y allí se encontró un asentamiento indígena prehispánico (aproximadamente de los siglos XII-XIII). Y esto nos hace pensar, y por qué no también quebrar esa idea de que Buenos Aires fue poblada por los españoles a su llegada.
En dichas excavaciones se encontraron piezas de cerámica, huesos, puntas de flechas y cuentas pertenecientes a collares. También dieron con los agujeros en donde se encastraban los postes de alguna precaria construcción.
En estas tierras porteñas y bonaerenses ya existían personas. Vivían aquí. Ya lo contaba Ulrico Schmidl en sus crónicas, pero nunca habíamos tenido un hallazgo tan sustancial. En una nota al diario Clarín en abril de 2017, Daniel Schávelzon (director del Centro de Arqueología Urbana) afirmó: “Es el hallazgo arqueológico más importante de la Ciudad… prueba que la vida de la Ciudad no empieza en 1536, con la fundación de Pedro de Mendoza, como nos enseñaron”.
Si bien el asentamiento encontrado no representa mayor complejidad, es más bien un lugar de personas semi-nómades que cazaban y recolectaban, nos da la pauta de que el español llegó y se encontró con bonaerenses (no sabían que lo iban a ser) viviendo en estas tierras. Pero también nos confirma que estas personas se ubicaban en tierras altas para establecer sus asentamientos y así tener una mejor vista de los territorios cercanos.
En la búsqueda de aquella primera Buenos Aires nos topamos con el hallazgo de una “Buenos Aires prehispánica”.
La posibilidad real de encontrar el primer asentamiento de Pedro de Mendoza se torna cada vez más difícil. Más teniendo en cuenta lo precaria que debía ser aquella primera ciudad o ciudadela. Quizás quede para un futuro el descubrimiento el lugar exacto, porque nos apasiona desentrañar enigmas, y más uno tan importante para nuestra historia.
De todos modos, coincido en el vaticinio de Borges, que no sabía nada de estás excavaciones, pero algo intuyó en su “Fundación Mítica de Buenos Aires”: «A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires: / la juzgo tan eterna como el agua y el aire».
(*) Profesor de Historia y autor del podcast historiográfico y educativo “Demoliendo fuentes”