Por Jess Thomson, de Newsweek
La inteligencia artificial (IA) podría generar su propia obra de arte, prosa e incluso música, pero también podría reemplazar a tus parejas románticas. Una influencer encontró una manera de usar la IA para convertirse en la novia de más de 1.000 personas usando un chatbot de voz que es casi idéntica al de ella misma.
Caryn Marjorie, una influencer de 23 años con 1,8 millones de seguidores en Snapchat, cobra a sus seguidores hasta un dólar por minuto para interactuar con su yo digital, CarynAI.
Entrenado con miles de horas de grabaciones de la Marjorie real, CarynAI, de la compañía de inteligencia artificial Forever Voices, es capaz de imitarla en un grado convincente desempeñando el papel de novia virtual para los clientes de Marjorie al conversar sobre planes futuros, compartir sentimientos íntimos y, a veces, incluso coquetear sexualmente.
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Según Fortune, CarynAI se lanzó inicialmente en la aplicación Telegram como una prueba beta privada, solo por invitación, pero pronto estará disponible para las masas.
Entonces, ¿por qué las parejas de inteligencia artificial —que recuerdan a la IA Samantha, de la película Her, de Spike Jonze– podrían ser un bálsamo futuro para las personas solitarias de todo el mundo?
“La investigación existente sobre las motivaciones detrás del uso de chatbots o robots revela que muchas de estas motivaciones se alinean con las de tener relaciones con humanos. Las personas a menudo buscan estas tecnologías como compañeros o para tener experiencias sexuales y románticas novedosas”, dice a Newsweek Joris Van Ouytsel, profesor asistente de comunicación interpersonal digital en la Universidad Estatal de Arizona.
NO ES SOLEDAD
“Es importante señalar que, contrario a la creencia popular, la soledad no parece ser un factor importante asociado con el uso de estos productos”, añade el especialista.
“Hace algunos años, mi colega y yo realizamos un estudio exploratorio en el que permitimos que los integrantes participaran en conversaciones sexualmente explícitas con un chatbot. Vale la pena señalar que el chatbot utilizado en nuestro estudio no era tan avanzado como los actuales, impulsados por inteligencia artificial. Dividimos a los participantes en dos grupos: a un grupo se le dijo que estaban chateando con un humano, mientras que al otro grupo se le dijo que estaban chateando con un chatbot (ambos de hecho estaban chateando con un chatbot)”, explica.
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Sorprendentemente, no encontraron diferencias significativas entre los dos grupos en términos de disfrute, excitación o respuesta emocional. “Esto implica que durante las conversaciones de sexting [mensajes sexuales], el que uno interactúe con un chatbot o con una persona podría no tener un impacto sustancial en la experiencia general”, afirma Van Ouytsel.
“Sin embargo, los participantes expresaron su frustración con la naturaleza poco realista y artificial de los mensajes del chatbot. Esto sugiere que la calidad de los mensajes, como su ritmo o tono, en lugar de la conciencia de interactuar con un robot, puede afectar significativamente nuestra experiencia cuando utilizamos este tipo de productos. Como los chatbots actuales son de naturaleza muy realista, las personas pueden disfrutar genuinamente de las conversaciones tanto como con un ser humano”, añade el catedrático de la Universidad de Arizona.
UNA NOVIA NO HUMANA
La razón por la que nos atrae interactuar con chatbots como este, aunque sabemos que no son una persona real, probablemente esté relacionada con nuestra tendencia a antropomorfizar o proyectar cualidades humanas en objetos no humanos.
“Ese es un riesgo real con algunas de las herramientas de inteligencia artificial generativa: pueden aprovecharse fácilmente de esa tendencia”, dice a Newsweek Nir Eisikovits, profesor de filosofía y ética en UMass Boston.
“Si combinamos esa tendencia nuestra con tecnologías que suenan y se ven humanas (por ejemplo, chatGPT y un deep-fake entrenado con horas de video real, o chatGPT y un robot Ameca real que tiene expresiones faciales creíbles), ciertamente estamos viendo a personas que desarrollan apegos a entidades no humanas. Somos conocidos por humanizar autos, mascotas, tormentas, lo que sea. Solo imagina cuán apegados podemos llegar a estar con objetos no humanos que en realidad se comportan como humanos”, agrega.
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Si el romance con la inteligencia artificial se pone de moda, podría ser un mercado próspero. CarynAI ya generó 71,610 dólares en su fase beta y se espera que gane 5 millones de dólares al mes, suponiendo que 20,000 de sus 1.8 millones de seguidores se conviertan en clientes que pagan.
Sin embargo, la adopción y el alcance de estas tecnologías se verán significativamente influenciados por el estigma asociado con el uso de parejas virtuales. “Actualmente, existen estigmas sociales asociados con la formación de relaciones con la IA”, considera Van Ouytsel.
¿Y LOS ESTIGMAS?
“Sin embargo, si este estigma disminuye en los próximos años, podemos esperar ver una adopción más amplia de estas tecnologías. De manera similar a cómo las citas en línea alguna vez fueron un tabú, pero gradualmente se volvieron más aceptadas, podemos presenciar un cambio similar en las actitudes hacia la inteligencia artificial en el mundo en un futuro cercano. Este cambio podría resultar en un mercado en expansión y una mayor adopción por parte de los usuarios”, añade el especialista.
Además, existe la preocupación de que esta forma de “emparejarse” con una IA no sea del todo ética y pueda hacer que quienes lo hagan se formen ideas poco saludables de lo que realmente es una relación.
“Uno de los elementos más preocupantes es la mercantilización de las relaciones que utilizan herramientas de inteligencia artificial. A medida que la crisis de la soledad se agrava, las corporaciones seguirán viendo esto como un mercado que se llenará de soluciones temporales como parejas de IA”, dice a Newsweek Alec Stubbs, becario postdoctoral en filosofía y tecnología en UMass Boston.
“Otra forma en la cual esto es desalentador es que nos da una falsa sensación de control sobre aquellos con quienes estamos en una relación. Me preocupa que nuestras relaciones con parejas de IA reflejen relaciones poco saludables que se basan en el control y la dominación”, agrega el especialista.
SOMOS CRIATURAS SOCIALES
“La pareja de inteligencia artificial puede ser programada para atender necesidades específicas y no ajenas, se puede programar solo para servir y nunca exigir, pero relacionarse con los demás es reconocer la exigencia infinita de ser una criatura social: importa tanto lo que debemos a los demás como lo que se nos debe. La reciprocidad es la piedra angular de las relaciones humanas”, añade Stubbs.
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Continúa al respecto: “Una preocupación adicional es que llegamos a ver a las parejas de IA como reemplazos en lugar de complementos de nuestras relaciones con los humanos y otros seres sensibles. Al hacerlo, potencialmente corremos el riesgo de ver las relaciones con seres inteligentes como calles de un solo sentido, en las que el propósito solo es satisfacer mis necesidades y deseos personales.
“La realidad es que nos relacionamos entre nosotros de maneras complejas, y nuestras relaciones requieren de cooperación, compromiso, la adjudicación de deseos que compiten entre sí y la elevación de los proyectos de vida de los demás”, concluye.
Publicado en cooperación con Newsweek